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John Stossel

Lo pagarán los trabajadores poco cualificados

La del salario mínimo es una ley cuyo objetivo es que nos sintamos bien. Un ligero incremento colará porque políticos y activistas podrán decir que "han hecho algo" por los pobres, mientras que las víctimas de la medida pasarán inadvertidas.

En las primeras cien horas del Congreso recién estrenado, la nueva mayoría prometió elevar el salario mínimo. A los demócratas no se les opondrán muchos republicanos. El presidente Bush dice que tragará con un salario mínimo más alto si se acompaña de alivios fiscales y regulatorios para las pequeñas empresas.

Elevar el salario mínimo es definitivamente popular. Los votantes de seis estados respaldaron aumentos del mismo en las últimas elecciones. A los políticos estatales de ambos partidos prácticamente se les cae la baba de impaciencia "por ayudar" a los trabajadores con bajos sueldos. Después de todo, ¿cómo puede llamar salario "de subsistencia" al actual mínimo de 5,15 dólares la hora? ¿Quién puede vivir con eso?

Todos querríamos que los pobres ganasen más. Así que, si el Gobierno puede elevar por decreto los salarios, ¿por qué son tan tacaños? ¿Qué diferencia hacen un pavo o dos extra? Hagamos algo de verdad por los pobres. Elevemos el salario mínimo a 20 dólares la hora. ¡Qué demonios, a 50 dólares!

O tal vez deberíamos respirar hondo y pensar como economistas, para variar.

La ley de la oferta y la demanda, que sigue funcionando nos guste o no, dice que cuando el precio de algo se eleva, la gente lo compra menos. Por eso los ecologistas tienen tanto interés en que se legislen impuestos a la gasolina o los activistas antitabaco en que aumenten los de los cigarrillos.

La ley de la oferta y de la demanda funciona también en el mercado de trabajo. Si el Gobierno ordena que aumente el salario mínimo, algunos trabajadores obtendrán una subida de sueldo. Pero sucederá algo más. Los patronos emplearán a menos trabajadores de baja cualificación. Otros se desharán de algunos trabajadores. Algunos elegirán no expandir sus negocios. Algunos cerrarán. Si un patrón cree un trabajador solamente crea un valor cercano a 5,15 dólares la hora en su puesto de trabajo, no le va a pagar 7, por mucho que se lo exija el Gobierno.

Apenas el 2,5% de todos los trabajadores ganan 5,15 dólares la hora (o menos, que algunos trabajos están al margen de la ley), según el Departamento de Trabajo. "Los trabajadores de salario mínimo tienden a ser jóvenes", aseguran. Pocos de ellos siguen percibiendo el salario mínimo durante mucho tiempo. Según van adquiriendo habilidades, su productividad se eleva y cobran sueldos superiores. Según un estudio realizado para la Oficina de Estadística Laboral, "el salario mínimo no tiene virtualmente ningún efecto sobre la carrera de la mayoría de los trabajadores".

Existe un pequeño porcentaje de personas que sí permanecen en puestos de salario mínimo durante mucho tiempo. Puesto que los salarios tienden a elevarse con la productividad, éstas son personas cuya productividad no mejora. Un salario mínimo costará a algunas de ellas su puesto de trabajo. ¿En qué les ayuda eso?

Los mínimos salariales legales destruyen todo tipo de primeros empleos, en particular aquellos que enseñarían a los jóvenes los hábitos básicos de trabajo y las ventajas del esfuerzo. Es el motivo por el que ya no hay niños limpiando sus ventanillas en las gasolineras o trabajando como acomodadores en los cines. Esos empleos han desaparecido porque producen menos beneficios que el salario mínimo legislado. ¿A quién ayuda eso?

Afrontémoslo. La del salario mínimo es una ley cuyo objetivo es que nos sintamos bien. Un ligero incremento colará porque políticos y activistas podrán decir que "han hecho algo" por los pobres, mientras que las víctimas de la medida pasarán inadvertidas. No es probable que aquellos que no pueden encontrar trabajo porque son poco productivos culpen a la ley o a los políticos que intentaron "ayudarles". El paro resultante justificará la expansión del Estado del Bienestar.

Como dice el economista de la Universidad George Mason Walter Williams, "pensar que un aumento del salario mínimo es un arma contra la pobreza es tentador, pero tal idea ni siquiera pasa la prueba más elemental. Después de todo, si aumentar el salario mínimo pudiera solucionar la pobreza, sería sencillo acabar con la pobreza mundial simplemente diciendo a las naciones pobres que legislasen salarios mínimos superiores".

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