El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, acaba de declarar, respecto al desbloqueo de las OPAs de Gas Natural y Endesa, que lo ideal es que decida el mercado pero "en defensa de los intereses energéticos de nuestro país". Semejante respuesta lleva a preguntarse inmediatamente qué trama Zapatero.
Cada vez que un político esgrime los intereses nacionales es porque prepara alguna medida, algún tipo de intervención o actuación sobre algo o sobre alguien. En ese caso, ese alguien puede ser, perfectamente, la eléctrica alemana E.On. Desde que los germanos presentaron su oferta por Endesa, el Gobierno ha tratado, por activa y por pasiva, de frenarlos como fuera. Primero fue mediante declaraciones claras y contundentes acerca de que E.On no era bien recibida en España, después lo hizo a través de la Comisión Nacional de la Energía y la ampliación de poderes a la misma para que pudiera establecer unas condiciones tan duras a la operación que llevara a la compañía alemana a desistir de sus intenciones y, por último, trató por todos los medios de impedir el buen fin de la OPA promoviendo la formación de un núcleo duro de accionistas españoles dentro de Endesa que hiciera fracasar la oferta.
Sin embargo, nada de esto ha salido como Zapatero quería. E.On siguió insistiendo en continuar con su oferta, la Unión Europea obligó a la CNE a dar marcha atrás y Acciona está sola en su intento de agrupar en torno suyo a un conjunto de empresas españolas, a pesar de que, desde el Gobierno, se han mantenido conversaciones directas o indirectas con diversas compañías para que adquiriesen paquetes accionariales de la eléctrica presidida por Manuel Pizarro, a lo que las empresas se han negado porque ni se fían de Zapatero y los suyos ni quieren verse inmersas en una estrategia de profundo calado político y con ramificaciones que se extienden al tripartito catalán.
La pregunta, por ello, no es gratuita. Desde el tripartito catalán sigue insistiéndose en el punto octavo del Pacto del Tinell, aquel por el cual Cataluña tiene que contar con una empresa eléctrica, y, en los últimos meses, ya con Montilla al frente del mismo, han venido realizado movimientos discretos con ese fin, entre ellos el intento de presionar a la Comisión Nacional de la Energía para que vetase a Iberdrola la adquisición de Scottish Power, una operación que está a punto de culminar felizmente. Y la semana pasada, sin ir más lejos, un periódico como Financial Times, que jamás da puntada sin hilo, publicó un artículo advirtiendo de que Zapatero podría estar preparando una acción combinada entre el Gobierno y varias empresas para impedir que E.On se quedara con Endesa, después de que el Supremo desbloqueara las OPAs de Gas Natural y de la eléctrica alemana. Cuando el río suena...
Después de esto, todo el mundo ya estaba alerta ante el posible desarrollo que pueden tomar ahora los acontecimientos. Gas Natural, cuya oferta es claramente poco competitiva respecto a la de la alemana y, por sí sola, carece de potencia suficiente para dar una respuesta adecuada, sigue, sin embargo, sin retirarse de la partida. Y ahora viene Zapatero hablando de los intereses energéticos de nuestro país. Esos intereses estriban, fundamentalmente, en que haya un suministro eléctrico de calidad, con independencia de si quien lo presta es una empresa española o una alemana. Esa es la primera cuestión. Pero Zapatero no se está refiriendo a esto sino a que los activos de Endesa permanezcan bajo control español. ¿Eso es estratégico para nuestro país? Depende de cómo se mire. Con una mentalidad estatista como la de Francia, desde luego que lo sería; con una más liberal y aperturista como la británica o la sueca, en cambio, el interés es el de calidad y garantía del suministro, no otro. De hecho, ni el Reino Unido está poniendo traba alguna a que Iberdrola adquiera Scottish Power ni Suecia la puso en su momento cuando E.On se quedó con la compañía eléctrica propietaria de las centrales nucleares suecas.
La cuestión, por tanto, no es de interés nacional, sino político y personal. Político porque Zapatero sigue empeñado en satisfacer como sea al tripartito catalán; personal porque el presidente del Gobierno no está dispuesto, por lo que parece, a asumir una nueva derrota, y mucho menos después de haber tenido que reconocer el error que cometió con todo el asunto del proceso de paz en el País Vasco y las negociaciones con ETA. ¿Qué trama Zapatero? Falta poco tiempo para averiguarlo.