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Luis Pazos

Instituciones jurídicas y crecimiento económico

Las instituciones que ayudan al crecimiento son aquellas que, además de su permanencia y claridad, garantizan los tres derechos fundamentales del ser humano: vida, propiedad y libertad.

Después de las elecciones, en México se habla mucho sobre el respeto a las "instituciones", pero no hay realmente una idea clara de ese concepto entre la mayoría de los ciudadanos ni de su importancia para el crecimiento económico.

Douglass North, premio Nobel de economía en 1993, en su libro Instituciones, cambio institucional y desempeño económico señala que "uno de los beneficios de las instituciones consiste en reducir la incertidumbre, estableciendo una estructura estable (pero no necesariamente eficiente) para las interacciones humanas". North afirma que las instituciones son fundamentales para reducir los costes de las empresas.

Las instituciones jurídicas, sostén del desarrollo económico, según la tesis principal de mi libro El derecho como base del crecimiento económico, son un conjunto de normas permanentes que garantizan derechos a los ciudadanos y limitan la conducta de los gobernantes. No bastan leyes que garanticen una elección libre, sino que deben tener una validez permanente y normen la conducta de los encargados de organizar y calificar el proceso electoral.

Las instituciones implican organismos gubernamentales cuyas actuaciones y resoluciones están previstas, lo que significa que las reglas del juego no son arbitrarias ni cambiantes a criterio de uno de los equipos o del mismo árbitro. No todas las instituciones ayudan al desarrollo; hay algunas que por exceso de reglamentaciones lo obstaculizan. Las instituciones que ayudan al crecimiento son aquellas que, además de su permanencia y claridad, garantizan los tres derechos fundamentales del ser humano: vida, propiedad y libertad.

En México hemos avanzado hacia la institucionalización de la vida política. Actualmente contamos con un ejército institucional, más allá de la sumisión a caudillos, como los que prevalecieron en el siglo XIX y a principios del siglo XX. También contamos con un poder judicial institucional, donde los jueces tienen que resolver y sentenciar basados en leyes permanentes y no a su arbitrio, por recomendaciones o presiones. Pero existe el peligro de regresar al pasado caudillista y anárquico si grupos políticos continúan ignorando el orden institucional cuando las instituciones no resuelven a su modo, como son los casos de grupos radicales en Oaxaca y de quienes rodean al ex candidato presidencial perredista.

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