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Rigoberto Stewart

Neomercantilismo en América Latina

El "país" exporta un determinado producto porque esa es la mejor forma de satisfacer su necesidad de consumo de muchos otros bienes que son importados. Cuanto mayores sean las importaciones por unidad exportada, más rica será la sociedad y el país entero.

La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) instó a la región a aprovechar las oportunidades que ofrecen los mercados de China e India, según informe recién publicado en Chile: "China e India, que sumados contribuyen con más del 30% del producto interno bruto mundial, ofrecen a los países de América Latina y el Caribe mercados de gran potencialidad para sus productos de exportación, tanto de bienes como servicios, lo que ha sido poco explotado hasta ahora por la región". El documento destaca, en particular, el comercio con China, ya que las exportaciones a ese país superaron los 19.000 millones de dólares en el 2005.

No se podía esperar otra cosa de la CEPAL, organismo neomercantilista que, al igual que el grueso de los políticos, analistas y economistas latinoamericanos, no ha podido asimilar un concepto fundamental para el bienestar y desarrollo de la región: las exportaciones no son un fin en sí mismas, sino el medio que nos permite lograr lo que en realidad mejora nuestro bienestar: las importaciones.

¿Por qué exportar? En el sistema de mercado, Juan exporta bananas porque esa es la mejor forma de obtener otros bienes y servicios que desea consumir: leche, carne, huevos, arroz, ropa, electricidad. Si él sabe que con X cantidad de recursos produce una tonelada de arroz, pero que con los mismos recursos produce bananas para exportar a cambio de 50 toneladas de arroz importado, se dedicará a las bananas. Su objetivo no es exportar bananas; cuantas menos bananas tenga que exportar por cada tonelada de arroz que recibe del exterior, mejor. Es decir, cuanto mayor sean las importaciones por unidad exportada, mayores serán las ganancias y el bienestar del individuo.

Ahora, lo que se aplica a Juan no varía cuando se trata de la suma de individuos convertida en región o país. El "país" exporta un determinado producto porque esa es la mejor forma de satisfacer su necesidad de consumo de muchos otros bienes que son importados. Cuanto mayores sean las importaciones por unidad exportada, más rica será la sociedad y el país entero. América Latina se beneficiará de las exportaciones a China e India solo si con ellas logra ingentes importaciones; es decir, solo si se traducen en más bienes y servicios para el consumo, en comparación con la situación previa a tales exportaciones.

¿Y las importaciones? Mal, muy mal. Al igual que los mercantilistas de los siglos XVI y XVII, cuyas políticas para incrementar la riqueza (amasar oro y plata) y el poder de la nación consistían en el estímulo de las exportaciones y el desaliento de las importaciones, la CEPAL y los neomercantilistas que gobiernan en Latinoamérica no creen en las importaciones. En julio, el presidente de Costa Rica, Oscar Arias, declaró: "Por 20 años el incremento de nuestras exportaciones y la atracción de inversión extranjera han sido una parte fundamental de nuestro modelo de desarrollo. Eso no debe cambiar." Daniel Ortega, quien lidera las encuestas en Nicaragua, dice: "Mi gobierno aprovechará las oportunidades que nos abrió el DR-CAFTA y lo que no podamos vender ahí lo venderemos en América del Sur". Según Marco Vinicio Ruiz, el actual titular del ministerio de Comercio Exterior (Comex) de Costa Rica "una de las prioridades del Comex es fomentar la inversión extranjera... como vía para generar mayor crecimiento económico, empleo y bienestar social".

¡Exportar, vender, exportar! Si tomamos en cuenta el hecho de que la inversión extranjera es equivalente a exportaciones, puesto que con ella se pueden importar, debemos concluir que los neomercantilistas liderados por la CEPAL piensan como los mercantilistas de antaño que exportar –cualquier cosa y a cualquier costo– es favorable, mientras que importar es negativo: craso error.

Para que las exportaciones generen empleo productivo (en Latinoamérica abunda el empleo improductivo), los productos y servicios exportados deben ser los apropiados y la importación debe ser absolutamente libre. Sin libre importación, los países (sus habitantes) terminan produciendo, exportando e importando los bienes equivocados; su estructura de exportación e importación no es la que genera la máxima riqueza para los habitantes.

El caso del azúcar es buen ejemplo de ese error. Casi todos los países latinoamericanos son productores y exportadores de azúcar. Pero el producir azúcar no ha sido la mejor forma de satisfacer las necesidades de consumo, puesto que en el mercado mundial el azúcar siempre ha sido más barato que en los mercados internos. La exportación de azúcar tampoco ha sido la mejor forma de solucionar las necesidades de consumo de los bienes importados, ya que la exportación de azúcar es subsidiada por los altos precios que pagan los consumidores locales.

Las exportaciones son como la subida a un árbol y las importaciones el descenso con las frutas. Por recomendación de la CEPAL, América Latina parece un inmenso zoológico, con cientos de millones de personas atrapadas mentalmente en la copa de los árboles, sin poder bajar con los frutos. Es hora de emitirle un certificado de defunción a la CEPAL.

En Libre Mercado

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