¡Viva el capitalismo! ¡Viva la libertad! Estos fueron los dos brindis más repetidos el pasado viernes en el Concert Noble de Bruselas. Como ya es tradición, el último fin de semana de febrero el Center for the New Europe (CNE) organizó el Capitalist Ball. El evento se ha vuelto tan conocido que liberales del mundo entero viajan a la capital de Bélgica para celebrar la existencia del sistema socio-económico que promueve las relaciones libres y pacíficas entre los seres humanos y que ha permitido increíbles cotas de progreso material desde su aparición. La lista de espera de quienes no consiguen una de las 350 plazas y aguardan con la esperanza de que alguien cancele su participación se ha vuelto interminable. Parece que cada año hay más defensores del capitalismo dispuestos a festejar los logros de su sistema.
La imagen en todas las botellas de champán de un joven elegante de tez blanca, nariz pronunciada, pelo negro y mirada profunda indicaba que esta edición estaba dedicada al gran economista francés del siglo XIX, Frederic Bastiat. Bastiat supo expresar mejor que nadie la naturaleza contrafactual de la ciencia económica recogida magistralmente en su ensayo "Lo que se ve y lo que no se ve". Los liberales suelen dedicar enormes esfuerzos a demostrar que los aparentes logros del intervencionismo esconden e implican la imposible realización de mayores logros a través de la libertad. Sin embargo, son muy pocos los esfuerzos que dedicamos a explicar los maravillosos logros que cada día se consiguen gracias al sistema capitalista y que la inmensa mayoría de la gente toma por descontados sin preocuparse por entender cuál es el marco institucional que los permite. Para defender el capitalismo en ese plano positivo en vez de hacerlo criticando los sistemas liberticidas alternativos intervino Johan Norberg, el flamante nuevo miembro del CNE. El joven historiador sueco narró con pasión algunos de los maravillosos logros de los seres humanos gracias a su participación en el capitalismo global.
Durante unos minutos Norberg logró que los asistentes vibraran y se quitaran el sombrero ante lo que el sistema económico de la libertad ha permitido y sigue posibilitando día tras día. La simple idea de una cena con más de 300 invitados, banda de swing y elegantes trajes y vestidos es inimaginable sin su existencia. De hecho, sin el capitalismo sería impensable que la inmensa mayoría de los asistentes estuviese con vida. Y es que si la esperanza de vida estaba situada hace dos siglos en 25 años, hoy, gracias al capitalismo, ronda ya los 80 en los países en los que este sistema sobrevive entre ataques socialistas y conservadores. Y qué decir de la calidad de esa vida más larga, de la posibilidad de volar de un extremo al otro del planeta, de la maravilla que representa poder hablar con personas que se encuentran a cientos o miles de kilómetros de distancia, del milagro de poder transmitir y compartir todo tipo de información a través de Internet, de la posibilidad de sustituir un órgano enfermo por uno sano, del continuo descubrimiento de nuevos medicamentos, del disfrute de cada vez más tiempo de ocio, de la creación de máquinas que realizan los trabajos más ingratos para la consecución de los más elevados fines, o de la producción de grandes cantidades de energía artificial que permite al hombre dedicar su escaso tiempo al uso de su inteligencia para combinar la materia y esa energía en más y mejores bienes para la satisfacción de las necesidades más valoradas. Nada de eso sería posible sin el capitalismo y qué menos que dedicar un día a brindar por su larga existencia.
El Capitalist Ball es además una ocasión para olvidarnos de los políticos, del intervencionismo, del socialismo, del conservadurismo, de los derrotistas, de los pesimistas, de los aguafiestas y hasta de los liberales acomplejados. El día del capitalismo es la celebración del invento humano fundamentado en las leyes naturales de cooperación social que reporta frutos de incalculable valor a las sociedades de seres humanos que participan de la globalización de la libertad. Tratemos de convertir cada día del año en el día del capitalismo y mostrar al mundo las maravillas que posibilita el sistema económico y político de hombres libres. Por un mundo libre y próspero, ¡viva el capitalismo!