Hace unos días se temía que la OPEP no pudiera hacer frente a la demanda de petróleo a corto plazo. Los precios han saltado a niveles nunca vistos y todo hace pensar que mantendrán el tipo aunque la capacidad productiva se esfuerce por adaptarse poco a poco a las nuevas circunstancias. Éstas vienen determinadas fundamentalmente por el acelerado crecimiento de los gigantes asiáticos. La dependencia energética de España rebasa los límites de lo razonable, y la principal fuente importada es el petróleo. Hasta el momento hemos salvado el cuello gracias al ventajoso tipo de cambio euro-dólar, pero eso no durará siempre, y el impacto de un pequeño cambio de esa variable en una economía con problemas de competitividad puede ser brutal. La alternativa de abastecimiento exterior es el gas natural, que nos hace dependientes de nuestros suministradores del norte de África, y cuyos precios están ligados a los del petróleo. Nuestra capacidad de producción interior se limita fundamentalmente a la energía hidroeléctrica, que no puede desarrollarse ilimitadamente, y a la nuclear, que nos hemos negado. Los juguetitos solares, eólicos y demás no pueden suponer más que un parche subvencionado, en el mejor de los casos. Los reactores de fusión tardarán aún décadas en estar operativos.
Rubén Osuna
El problema energético
Unan a la valoración general del problema las consecuencias de todo tipo que tendría actualmente una crisis económica en nuestro país y tendrán ante sí un panorama realmente preocupante
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