En todo hay matices, incluso en el torrente de bobadas que todas las voces políticas y sindicales han perpetrado a cuenta de la decisión de Altadis de cerrar sus fábricas en Sevilla y Cádiz. Creo que la palma se la lleva la CGT. Daré dos muestras.
José Díaz, secretario general de Andalucía de Acción Sindical de la CGT, se comprometió a apoyar las movilizaciones convocadas por los demás sindicatos, pero aclaró que no confía demasiado en ellos, los ve así como debiluchos y contemporizadores, dispuestos a traicionar los verdaderos principios: “mantener el empleo y repartir mejor los beneficios empresariales”. Hombre, don José, podría detenerse usted a pensar en si esos dos objetivos no son incompatibles. En efecto, si suponemos, como cabe suponer, que según usted repartir “mejor” los beneficios es que los reparta algún otro que no sea la empresa, entonces debemos concluir que usted cree de verdad que eso fomenta la prosperidad y el empleo.
Puestos a creer, otro sindicalista de la CGT, don Francisco Zugástegui, afirmó: “Nadie está legitimado para provocar sufrimiento social”. Esto es, sólo el capitalismo y la gestión libre de las empresas hacen sufrir a la sociedad. Intervenir en el capitalismo o aniquilarlo no causa sufrimiento “social” alguno.
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