L. D. / EFE.- Peralta explicó que la única razón para retirar el dinero en marzo de 1999 fue la inquietud que les produjo la inspección y negó que tomaran la decisión por consejo del organismo supervisor o por recomendaciones del representante de Gescartera en Valladolid Javier Valenzuela, como éste declaró hace unas semanas en la Comisión de Investigación. Pese a haber retirado el dinero, Peralta aseguró no sentirse "engañado" por Gescartera, negó haber sido su "cómplice" y afirmó que nunca desconfiaron de la entidad, hasta el punto de que volvieron a invertir 25 millones de pesetas en febrero del 2001.
A preguntas de los diputados, calificó de "afirmación gratuita" la realizada la semana pasada por el entonces encargado de supervisar el caso de Gescartera por parte de la CNMV, David Vives, quien aseguró que llegó a tener el convencimiento que el Arzobispado de Valladolid engañaba al organismo supervisor y daba las respuestas que querían los responsables de la sociedad. Peralta comentó que las respuestas dadas por el Arzobispado a los requerimientos de la CNMV fueron correctas y, en todo caso, los saldos que aportaba Gescartera "coincidían con mis cuentas".
Relató cómo, tras la primera visita de los inspectores de la CNMV la penúltima semana de marzo de 1999, se reunió en la sede de Gescartera en Madrid con Antonio Camacho, quien le devolvió su inversión de casi 1.105 millones de pesetas en un talón, que posteriormente endosó en el Banco Popular en Valladolid. Peralta comentó que los responsables de Gescartera en Valladolid, Javier Valenzuela y José María Tejerina, fueron los que entraron en contacto con el Arzobispado en marzo de 1996, aunque aseguró que previamente no los conocía de nada.
Desde esa fecha y hasta el 21 de enero de 1999 se hicieron entregas sobre todo en cheques al portador y cruzados por importes de 25 millones de pesetas y, en algunas ocasiones, en efectivo, aunque pequeñas cantidades. "Cada tres meses nos informaban de las inversiones, por escrito (...) durante el tiempo que hemos estado trabajando con ellos han sido puntuales y nos pagaban los dividendos con puntualidad. La relación en general era satisfactoria", añadió.
El primer año, explicó el ecónomo, invirtieron 500 millones de pesetas en Gescartera, aunque matizó que las entregas no se hacían de forma periódica, como afirmó la semana pasada Valenzuela. Peralta negó que sus inversiones en Gescartera fueran especulativas y detalló que, incluso, ofrecía menores rendimientos que otras inversiones, pues recibía una rentabilidad del 10 por ciento mientras la Bolsa y numerosos fondos de inversión daban intereses anuales superiores al 30 por ciento. "Invertí en Gescartera porque me parecía un sitio seguro", indicó Peralta, que añadió que nunca tuvo una queja de ellos.
A preguntas de los diputados, calificó de "afirmación gratuita" la realizada la semana pasada por el entonces encargado de supervisar el caso de Gescartera por parte de la CNMV, David Vives, quien aseguró que llegó a tener el convencimiento que el Arzobispado de Valladolid engañaba al organismo supervisor y daba las respuestas que querían los responsables de la sociedad. Peralta comentó que las respuestas dadas por el Arzobispado a los requerimientos de la CNMV fueron correctas y, en todo caso, los saldos que aportaba Gescartera "coincidían con mis cuentas".
Relató cómo, tras la primera visita de los inspectores de la CNMV la penúltima semana de marzo de 1999, se reunió en la sede de Gescartera en Madrid con Antonio Camacho, quien le devolvió su inversión de casi 1.105 millones de pesetas en un talón, que posteriormente endosó en el Banco Popular en Valladolid. Peralta comentó que los responsables de Gescartera en Valladolid, Javier Valenzuela y José María Tejerina, fueron los que entraron en contacto con el Arzobispado en marzo de 1996, aunque aseguró que previamente no los conocía de nada.
Desde esa fecha y hasta el 21 de enero de 1999 se hicieron entregas sobre todo en cheques al portador y cruzados por importes de 25 millones de pesetas y, en algunas ocasiones, en efectivo, aunque pequeñas cantidades. "Cada tres meses nos informaban de las inversiones, por escrito (...) durante el tiempo que hemos estado trabajando con ellos han sido puntuales y nos pagaban los dividendos con puntualidad. La relación en general era satisfactoria", añadió.
El primer año, explicó el ecónomo, invirtieron 500 millones de pesetas en Gescartera, aunque matizó que las entregas no se hacían de forma periódica, como afirmó la semana pasada Valenzuela. Peralta negó que sus inversiones en Gescartera fueran especulativas y detalló que, incluso, ofrecía menores rendimientos que otras inversiones, pues recibía una rentabilidad del 10 por ciento mientras la Bolsa y numerosos fondos de inversión daban intereses anuales superiores al 30 por ciento. "Invertí en Gescartera porque me parecía un sitio seguro", indicó Peralta, que añadió que nunca tuvo una queja de ellos.