L. D.- El Mundo publica este miércoles el resto de la lista de clientes de Gescartera, la sociedad de Antonio Camacho en la que se han evaporado más de 18.000 millones de pesetas.
Entre las conclusiones que se pueden extraer de la primera parte de la lista de inversores, que El Mundo publicó este martes, está que entre los 250 primeros inverores, se encuentran varias personas que también se han sumado a alguna de las partes personadas en el llamado caso Gescartera, que se instruye en la Audiencia Nacional.
Ello implica que, al contrario de lo que podría pensarse si se toma de referencia los mayores importes confiados a la agencia, ni emplearon los mecanismos ofrecidos por Camacho para oscurecer el dinero ni obtuvieron rentabilidades por encima del mercado, otra de las ofertas que los imputados en esta causa habrían planteado a algunos clientes escogidos. Es decir, la gran mayoría de personas que figuran en la lista publicada en los últimos días por el rotativo madrileño, se consideran estafados.
Otro dato que resulta sorprendente, es que la lista completa, que arroja un número cercano a los 2.000 inversores, destaca la presencia de casi 280 con saldos mínimos –inferiores a 50.000 pesetas– y entre ellos, algunos con 2.000 pesetas justas, 1.000 pesetas, 830 pesetas. Incluso con tres y dos. Algo que deberá investigar la justicia.
Expertos bursátiles han apuntado dos posibles explicaciones al mismo: por un lado, engrosar el número de clientes; por otro, puede tratarse de incorporar pequeñísimos inversores con los que completar el número de 100 que ha de tener, por ley, una SIMCAV. Estas son sociedades de inversión colectiva con un trato fiscal muy favorable que utilizan personas con un cierto nivel patrimonial.
En este caso, más de 100 clientes de Gescartera aparecen en el listado incluso con saldos deudores. Es decir, que, en teoría, deberían dinero a la agencia de Camacho. Destaca el padre Antonio Bonilla, que en el documento interno figura con un saldo en su contra cercano a los 450 millones de pesetas.
Esto podría tener explicación en un sistema que ideó Camacho bautizado como el porrazo según el cual apuntaba las plusvalías obtenidas por ciertas operaciones a determinados clientes escogidos y las minusvalías a otros. Ninguno de los perjudicados, lo sabría.
Por último, en el listado publicado por El Mundo y en otros documentos internos de Gescartera se deduce la existencia de 389 clientes con saldo cero. Es decir, que la agencia no les debe ni ellos le deben a ésta. La interpretación más lógica es que cancelaron previamente su relación con Gescartera y ésta no los borró de sus listados.
El dato relevante, en este caso, y el que puede levantar sospechas es el momento en que cortaron sus lazos con la agencia, sobre todo si lo hicieron en vísperas de la intervención de la CNMV. Ello induciría a sospechar que se beneficiaron de un chivatazo. En estas circunstancias de saldo cero se encuentran dos compañías vinculadas al empresario Enrique Sarasola, como Ibermer y Cuetin. Ambas utilizadas en negocios que han acabado en los tribunales.
Respecto a los chivatazos, el diario alicantino Información ha confirmado que existieron, lo que hace más sangrante la situación de la inmensa mayoría de los inversores. El rotativo ha revelado que la empresa Gestora de Negocios de Levante, uno de los principales inversores –con 485 millones de pesetas–, recibió el aviso de que las cosas no marchaban, pudiendo retirar a tiempo su dinero.
Entre las conclusiones que se pueden extraer de la primera parte de la lista de inversores, que El Mundo publicó este martes, está que entre los 250 primeros inverores, se encuentran varias personas que también se han sumado a alguna de las partes personadas en el llamado caso Gescartera, que se instruye en la Audiencia Nacional.
Ello implica que, al contrario de lo que podría pensarse si se toma de referencia los mayores importes confiados a la agencia, ni emplearon los mecanismos ofrecidos por Camacho para oscurecer el dinero ni obtuvieron rentabilidades por encima del mercado, otra de las ofertas que los imputados en esta causa habrían planteado a algunos clientes escogidos. Es decir, la gran mayoría de personas que figuran en la lista publicada en los últimos días por el rotativo madrileño, se consideran estafados.
Otro dato que resulta sorprendente, es que la lista completa, que arroja un número cercano a los 2.000 inversores, destaca la presencia de casi 280 con saldos mínimos –inferiores a 50.000 pesetas– y entre ellos, algunos con 2.000 pesetas justas, 1.000 pesetas, 830 pesetas. Incluso con tres y dos. Algo que deberá investigar la justicia.
Expertos bursátiles han apuntado dos posibles explicaciones al mismo: por un lado, engrosar el número de clientes; por otro, puede tratarse de incorporar pequeñísimos inversores con los que completar el número de 100 que ha de tener, por ley, una SIMCAV. Estas son sociedades de inversión colectiva con un trato fiscal muy favorable que utilizan personas con un cierto nivel patrimonial.
En este caso, más de 100 clientes de Gescartera aparecen en el listado incluso con saldos deudores. Es decir, que, en teoría, deberían dinero a la agencia de Camacho. Destaca el padre Antonio Bonilla, que en el documento interno figura con un saldo en su contra cercano a los 450 millones de pesetas.
Esto podría tener explicación en un sistema que ideó Camacho bautizado como el porrazo según el cual apuntaba las plusvalías obtenidas por ciertas operaciones a determinados clientes escogidos y las minusvalías a otros. Ninguno de los perjudicados, lo sabría.
Por último, en el listado publicado por El Mundo y en otros documentos internos de Gescartera se deduce la existencia de 389 clientes con saldo cero. Es decir, que la agencia no les debe ni ellos le deben a ésta. La interpretación más lógica es que cancelaron previamente su relación con Gescartera y ésta no los borró de sus listados.
El dato relevante, en este caso, y el que puede levantar sospechas es el momento en que cortaron sus lazos con la agencia, sobre todo si lo hicieron en vísperas de la intervención de la CNMV. Ello induciría a sospechar que se beneficiaron de un chivatazo. En estas circunstancias de saldo cero se encuentran dos compañías vinculadas al empresario Enrique Sarasola, como Ibermer y Cuetin. Ambas utilizadas en negocios que han acabado en los tribunales.
Respecto a los chivatazos, el diario alicantino Información ha confirmado que existieron, lo que hace más sangrante la situación de la inmensa mayoría de los inversores. El rotativo ha revelado que la empresa Gestora de Negocios de Levante, uno de los principales inversores –con 485 millones de pesetas–, recibió el aviso de que las cosas no marchaban, pudiendo retirar a tiempo su dinero.