Desde el año 2015, los analistas más escépticos con el "proceso independentista" han insistido en que la agenda de los secesionistas catalanes estaba condenada a perder fuerza, desinflándose como un suflé. No obstante, lo cierto es que dos años después, el pulso a las instituciones sigue en pie y la Generalidad anuncia un referéndum para el próximo 1 de octubre.
No obstante, aunque el desafío de la Administración Puigdemont sigue encima de la mesa, lo cierto es que la preocupación social por las cuestiones territoriales ha experimentado un pronunciado descenso durante el último año. Así lo refleja la II Oleada del Centro de Estudios de Opinión, organismo dependiente del propio gobierno autonómico catalán.
Según la última entrega de dicho barómetro, el porcentaje de catalanes que menciona las relaciones Cataluña-España como el principal problema de la actualidad alcanza un 20,6%. Se trata del nivel más bajo observado desde 2012, lo que podría apuntar que, ahora sí, el suflé está empezando a desinflarse.
Hace ahora cinco años, la preocupación por las relaciones Cataluña-España ascendía a un 12%. No obstante, en 2013 vemos que este porcentaje había crecido hasta el 23,5%. Este fuerte aumento interanual quedó apuntalado en 2014, con un nuevo repunte hasta el 23,9%.
Sí hubo un leve desgaste en el año 2015, con un pequeño descenso de la preocupación por este asunto, hasta llegar al 21,3%. Sin embargo, el pasado año 2016 vino marcado por una nueva subida de este porcentaje, que de hecho registró el nivel más alto de toda la serie estadística: un 27,3%.
Pero la cosa podría haber cambiado este año 2017. Y es que, según la II Oleada del Centro de Estudios de Opinión, la preocupación por las relaciones Cataluña-España ha caído hasta el 20,6%, un desplome cercano a los siete puntos porcentuales.
Aún más significativo, si cabe, es que este descenso se ha producido mientras las fuerzas independentistas vuelven a "pisar el acelerador" e insisten en su agenda rupturista. De modo que, a la espera de lo que ocurra en los próximos meses, los estudios demoscópicos sí podrían apuntar que, esta vez sí, el suflé está empezando a desinflarse.