En dos artículos anteriores se analizaron las rentas del capital desde dos ámbitos: qué son (ver aquí) y cuáles son los factores que explican su evolución (ver aquí). En ambos artículos se subrayaban diversos aspectos a considerar a la hora de comparar las rentas del capital y del trabajo. Considerados todos esos aspectos, se observa que las rentas del capital han evolucionado de menara más favorable que las del trabajo. Ahora bien, es posible que la pregunta no sea tanto por qué han crecido más las primeras, sino si éstas son elevadas o no dentro del entorno europeo.
Según Eurostat, las empresas no financieras españolas destinaron 4 de cada 100 euros de su facturación a retribuir a sus accionistas en 2015. Es decir, una renta del capital del 4% de su volumen de negocio, al mismo nivel que las húngaras o griegas, por debajo de las portuguesas o italianas (ambas con un 6%), francesas o británicas (ambas con 8%), y muy por debajo de las empresas alemanas (9%) o suecas (12%).
En comparación con otras economías europeas, las empresas españolas destinan una mayor proporción de sus ventas a las compras de bienes y servicios -suponen un 61% del total de las ventas frente al 60% en el resto de países-, por lo que, pese a destinar una proporción ligeramente menor a sueldos y salarios -22% vs 23%- obtienen una rentabilidad operativa inferior.
Si además se tiene en cuenta que realizan unas mayores inversiones -10% vs 9%- y pagan más intereses -1,4% vs 0,7%-, el resultado es una rentabilidad para sus accionistas vía dividendo inferior -4% de las españolas frente al 7% de la media comunitaria-.
Esta menor retribución al accionista no es un caso excepcional en 2015, sino que se repite año tras año. De hecho, representa la mitad del promedio de Alemania, Francia, Reino Unido e Italia, e incluso llegó a ser apenas una cuarta parte en 2007. El cierre parcial en los últimos diez años es el único aspecto positivo de esta comparativa.
Ahora bien, ¿por qué los accionistas españoles reciben una retribución del capital inferior? Existen al menos tres explicaciones:
1. Estructura por actividades económicas: la economía española es menos productiva que la media europea. A su vez, dicha productividad tiene un efecto composición que se traduce en que aquellas actividades menos productivas tienen un mayor peso en España que en el resto de la eurozona, mientras que aquéllas más productivas tienen un menor peso.
Por ejemplo, en el comercio minorista, donde la productividad es aproximadamente la mitad del total de la economía, el peso en el empleo español es del 11%, dos puntos más que en el resto de la eurozona. Algo similar ocurre en otras actividades de baja productividad, como son el ocio y la cultura o la hostelería.
Lo contrario sucede en actividades de alto valor añadido, como es el caso de la industria manufacturera, donde la productividad es un 20% superior al del total de la economía y donde el peso del empleo en España es del 12%, cuatro puntos menos que en el resto de la eurozona.
2. Menor dimensión de la empresa española: la importancia de las microempresas dentro de la demografía empresarial en España es mayor que en el resto de la Unión Europea. Mientras que en España hay algo menos de un 5% de pequeñas empresas y un 1% de medianas empresas, en el resto de la UE su peso sube hasta el 6% y el 1%, respectivamente. El resto, hasta el 100%, lo completan las microempresas -entre uno y nueve empleados-, que suponen algo menos del 95% y del 92%, respectivamente, según Eurostat.
Existe cierta correlación entre el tamaño de la empresa y su productividad por diversos factores, como son el acceso entre las empresas de mayor dimensión a más mercados, su capacidad para negociar mejor los costes de las compras o la existencia de economías de escala -por ejemplo, una menor base de costes fijos dado un determinado nivel de ingresos-.
La economía española tiene una mayor proporción de microempresas y, además, éstas son en promedio un 30% menos rentables que en el resto de Europa, mientras que dicho diferencial es del 10% entre las de mayor dimensión, llegándose incluso a igualar entre las medianas empresas -entre 50 y 249 trabajadores-.
3. Sesgo por rentabilidad: las empresas españolas más rentables lo son comparativamente más que las europeas y viceversa. Entre las principales economías de la eurozona y dentro de las empresas menos rentables, únicamente las italianas obtienen una rentabilidad inferior, según la base de datos europea Bach.
Como el margen que obtienen entre sus ventas y sus compras es menor, se dedica además una menor proporción al pago de salarios, en especial en las españolas e italianas. Por el contrario, entre las empresas más rentables, las españolas superan a las alemanas y francesas y pueden destinar una mayor parte de ese margen operativo a salarios.
Menor rentabilidad para el accionista español
En definitiva, las rentas del capital que perciben los accionistas de las empresas españolas son relativamente inferiores al de la media europea. Entre los motivos, destaca el mayor nivel de deuda empresarial, que provoca una mayor carga financiera, unas mayores inversiones y un menor nivel de rentabilidad.
A su vez, existen distintos factores que explican la baja rentabilidad de las empresas españolas, como son el mayor peso de empresas dedicadas a actividades de baja productividad y el mayor peso de las empresas de menor tamaño en la economía española, así como la baja rentabilidad de las empresas menos eficientes. Estos tres factores, que inciden entre sí -por ejemplo, hay correlación entre menor dimensión y rentabilidad o entre la hostelería y la empresa de menor tamaño-, hacen que las rentas del capital que obtienen los accionistas no sean comparables a la media europea.