"Los planteamientos teóricos del comunismo son incuestionables desde el punto de vista humano". El mensaje en cuestión proviene del libro de texto elaborado por la editorial McGraw-Hill para la asignatura de Economía. Y, como explicó Libre Mercado, este ejemplo de adoctrinamiento anticapitalista no es un caso aislado, sino que constituye uno de los muchos ejemplos que podemos encontrar.
Pero la manipulación no aparece únicamente en los manuales de Economía que se estudian en nuestros institutos. También nos encontramos con planteamientos muy discutibles en los documentos que sirven de base para la asignatura de Historia.
Así lo ponen de manifiesto José Luis García Delgado, Juan Carlos Jiménez y Manuel Martín Rodríguez, que han estudiado esta cuestión en un informe publicado por el Círculo de Empresarios y han detectado que el grueso de los manuales de Historia ignora por completo la contribución de los empresarios al desarrollo y el progreso de las naciones.
"En los libros de texto, el empresario nunca aparece considerado como un sujeto histórico o social, sino que es solo parte indeterminada de las élites burguesas o de los bloques dominantes. Más aún, las escasas alusiones a la actuación de los empresarios suelen poner el acento en su carácter defectivo, esto es, en su insuficiente o defectuosa participación en determinados procesos históricos de modernización", explican.
Vayamos uno por uno para comprender mejor la situación. McGraw-Hill publica un manual con "parcas referencias" en el que se habla, por ejemplo, del desarrollismo sin hacer alusión a la nueva clase empresarial que surgió en España a mediados del siglo pasado. SM, por su parte, hace escasas menciones al sector privado y, de hecho, cuando alude a las empresas lo hace para reprocharle, por ejemplo, "la lenta irrupción del ferrocarril" en el siglo XIX o "la mala gestión de las entidades financieras" en los años 70 del siglo XX.
Santillana, por su parte, habla del siglo XIX subrayando que "la debilidad de la economía española" se remite al "escaso dinamismo de los empresarios españoles". También hay reflexiones sobre la producción agrícola, campo en el que se reprocha "la mentalidad conservadora y poco propicia a la inversión" del tejido privado. Por el contrario, en el capítulo sobre el siglo XX, el manual no incluye "ni una sola línea que contemple explícitamente la contribución de empresas y empresarios al crecimiento".
La editorial Bruño, por su parte, "recurre en bastantes ocasiones al estereotipo del "bloque de poder" o "bloque social dominante", evitando referencias más explícitas al empresariado. Lo más próximo sería "la burguesía", de la que se dice que su actividad más clara son los negocios. De modo que parecería que hay una consigna de no hablar nunca de empresarios".
El libro de texto de Edelvives tampoco convence a los autores que lo han evaluado para el Círculo de Empresarios. El manual en cuestión afirma que, en los años de la Restauración, "la población española estaba dominada por los grandes propietarios, la aristocracia y la alta burguesía", junto a quienes se alineaba "la oligarquía industrial y financiera".
Además, hablando de la II Revolución Industrial, apunta que "hizo necesario un nuevo modelo de empresa de mayores dimensiones, que exigía una concepción del capitalismo más agresiva, tendente a la acumulación y concentración del poder económico". Más adelante, hablando de los años 80, se anota que "a petición de los empresarios, se flexibilizó el empleo al facilitar el despido".
Entre el olvido y la crítica
Akal, por su parte, habla del "atraso en la incorporación de España a la I Revolución Industrial" y apunta que "los capitalistas españoles, en vez de invertir en la industria, se dedicaron a la compra de deuda pública, la adquisición de tierras desamortizadas o la especulación en Bolsa. Solo en el norte y en Cataluña había un sector emprendedor de la burguesía que invertía en la industria".
Anaya sí habla, por ejemplo, del "espíritu de la iniciativa y del riesgo" que permitió el auge del textil catalán o de la importancia que tuvo "crear un mercado nacional" para transformar la economía española del siglo XIX". Pero, en los capítulos siguientes, "que van desde la Restauración hasta la Transición y la democracia, no vuelve a suscitarse cuestión alguna que obligue a hablar con mínima atención de empresas o de empresarios, ni siquiera al enumerar las causas de la expansión económica a partir de 1960".