La historia de la distribución de la renta en el mundo siempre ha despertado interés desde cualquier posición ideológica. Desde aquellos que consideran la igualdad como una situación a la que es preferible llegar pase lo que pase, hasta los que piensan que una mayor igualdad debe estar condicionada a una mejora en los estándares de vida, al menos para la mayor parte de la población.
En la actualidad la desigualdad de renta en el mundo está en cotas muy elevadas.En el año 2013 rondaba los 65 puntos, casi el doble que la desigualdad registrada en España en 2015. Pero más relevante que el dato en sí es la evolución que éste ha tenido en el pasado. En 1820, pese a que el 94% de la población viviese con menos de 2 dólares al día, la desigualdad de renta en el mundo era inmensamente menor a la actual como muestra el gráfico siguiente. Este divide la desigualdad mundial en dos partes: la desigualdad entre países y la desigualdad dentro de cada país. La suma de ambos da como resultado el índice de Gini a nivel mundial.
En 1820 el Gini se situaba en 42 puntos, pero esta situación cambió rápidamente. En el año 1910 había aumentado de forma muy pronunciada hasta llegar a los 67 puntos, más incluso que en la actualidad. Ahora bien, ¿por qué la desigualdad aumentó tanto en ese periodo? ¿Acaso todos los países se volvieron más desiguales dentro de sus fronteras?
Esto cuadraría con el mito de que la revolución industrial tornó a los países cada vez más desiguales.Sin embargo es falso tanto para las sociedades que se industrializaron (el Gini en Gran Bretaña cayó 10 puntos en ese periodo, según Lindert (2000), como para explicar el aumento de la desigualdad en el mundo. Como muestra el gráfico anterior: la desigualdad dentro de cada país se mantuvo constante, lo que produjo el aumento fue una mayor disparidad de renta entre países. Este proceso de aumento de la desigualdad se intensificó desde 1910 a 1992. De hecho en ese periodo la desigualdad dentro de cada país descendió pero el Gini siguió aumentando sin pausa hasta 1992.
En este primer periodo de subida de la desigualdad hay que preguntarse si alguien perdió en este proceso. ¿La desigualdad aumentó porque la revolución industrial empobreció países enteros empeorando su relación con respecto a otros? Todo lo contrario, la desigualdad aumentó porque se produjo un enriquecimiento acelerado de los países occidentales fruto de la revolución industrial. No hubo perdedores en el proceso, con lo que difícilmente se puede argumentar que este aumento de la desigualdad mundial fue algo pernicioso para el mundo.
Se invierte la tendencia
La siguiente pregunta lógica es: ¿qué pasó desde 1992 en adelante? La tendencia se invirtió en todos los sentidos, tal como indica la siguiente imagen. La desigualdad comenzó a descender por primera vez desde hace más de un siglo a una velocidad mayor al incremento previo. Esta bajada estuvo motivada por un proceso de homogenización de renta entre países generado en gran medida por la salida de la extrema pobreza de la población de Asia. Tan fuerte ha sido este proceso que, aunque la desigualdad dentro de cada país ha aumentado (en China el aumento ha sido muy acusado, por ejemplo), la caída de la desigualdad entre países ha sido lo bastante grande como para compensar este proceso y reducir la desigualdad global de unos 80 puntos a 65.
En lo que coinciden ambos periodos es en que la desigualdad no ha variado porque alguien pierda, sino porque un grupo de países ha experimentado un crecimiento mayor al resto. En la primera etapa (1820-1990) fueron los países occidentales y en la segunda (1990-2013) los países asiáticos. Por otro lado, las previsiones siguen siendo esperanzadoras puesto que se prevé que la desigualdad continúe su imparable descenso en las décadas venideras, proceso que vendría de nuevo acompañado de un incremento decisivo de la renta en el mundo. En concreto, se prevé que el índice de Gini puede volver a caer otros 4 puntos en 2030-35 y que el ingreso mediano real se puede duplicar de 2.000 a 4.000 dólares.
En resumen, la desigualdad que la Revolución Industrial impulsó en el pasado, la globalización la está corrigiendo mediante un enriquecimiento masivo del tramo inferior de la distribución de la renta mundial. La conclusión que debemos extraer de esto es que cualquier cambio en la desigualdad debe ser analizado en cuanto a quién gana y quién pierde: un incremento de la desigualdad es perfectamente asumible si con ello se ha logrado mejorar las condiciones de vida de toda la población.