Desde hace ya varios años, el Gobierno de Mariano Rajoy ha centrado su estrategia política en vender la recuperación económica observada tras la llegada de los populares al poder Ejecutivo. No obstante, el discurso del optimismo tardó en calar y, especialmente en 2014 y 2015, los buenos datos macroeconómicos eran contestados casi al instante por una oposición política que no reconocía mejora alguna.
Poco a poco, la percepción ha ido mejorando y los españoles han ido cambiando su punto de vista. Así lo acredita el Indicador de Confianza del Consumidor (ICC), elaborado mensualmente por el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS). Su última entrega, que corresponde al pasado mes de junio, confirma la progresiva mejora de las expectativas económicas de los españoles.
La siguiente gráfica muestra que la desconfianza económica tocó fondo en 2012. Desde esa fecha, se ha registrado una mejora progresiva que solo se vio interrumpida en la primera mitad de 2016, coincidiendo precisamente con la crisis política que enfrentó España durante el pasado ejercicio. Desde entonces, la senda del ICC ha vuelto a ser ascendente, si bien aún no se han recuperado los máximos observados a comienzos de 2016.
Tanto si hablamos de la situación de la economía española como si nos referimos a los hogares o al empleo, el clima de opinión certifica una mejora progresiva que nos coloca en niveles cercanos a los observados en 2005 y 2006, antes del estallido de la Gran Recesión.
Atrás quedan los fuertes deterioros del ICC que se observaban en los peores momentos de la crisis, cuando se llegaron a dar caídas de entre el 50 y el 60 por ciento en el indicador de confianza de los consumidores.
Sin duda, los datos del ICC son buenos argumentos para Moncloa, que fía buena parte de su estrategia electoral a la consolidación de la intensa creación de empleo registrada en los últimos años. El tiempo dirá si los datos serán suficientes para convencer a los votantes.