Desde hace años, Bruselas estudia de forma rutinaria la competitividad de las distintas regiones que conforman los 28 países miembros de la Unión Europea. El objetivo es medir cuestiones como la calidad de las instituciones, la estabilidad macroeconómica, la capacidad de las infraestructuras, los indicadores de salud, el desempeño del sistema educativo, la eficiencia del mercado laboral, la adaptación tecnológica, los indicadores de innovación…
En el primero de estos pilares, el referido a las instituciones, tiene especial relevancia el problema de la corrupción. Para pulsar el sentir social sobre este tema, la Comisión Europea encarga un sondeo realizado a nivel europeo que luego se integra en el informe sobre competitividad de las regiones. De ese Eurobarómetro vienen, por tanto, las notas asignadas en el estudio definitivo.
España no tiene motivos para la satisfacción. El porcentaje de ciudadanos que cree que la corrupción es un problema muy extendido en las instituciones de nuestro país asciende al 95%. Por delante apenas figuran Grecia, Italia y República Checa, con porcentajes que van del 95 al 99%.
Aunque los porcentajes son igualmente elevados en otros países de la UE, los porcentajes son más bajos en Francia, Bélgica, Austria, Estonia, Reino Unido y Holanda (entre un 61 y un 68%). Más reducida es la percepción en Alemania (59%), Suecia (44%) o Luxemburgo (42%). Pero los países que salen mejor parados son Finlandia (29%) y Dinamarca (20%).
Pero hasta aquí solo hemos cubierto la variable nacional. ¿Qué ocurre con las instituciones regionales? ¿Son más o menos limpias que las instancias públicas de rango estatal? El Eurobarómetro hace también esta pregunta y España sale especialmente mal parada, ya que un 99% de los ciudadanos creen que, refiriéndonos simplemente a las comunidades autónomas y obviando el resto de capas de la Administración, se puede decir que hay un problema generalizado de corrupción.
El elevado porcentaje de España contrasta, por ejemplo, con el dato de Grecia, donde la percepción de corrupción es del 99% pero la referida a las comunidades se queda en el 68%, casi treinta puntos por debajo. Por otro lado, los mejores resultados son los que obtienen Estonia, Finlandia, Holanda y Luxemburgo, cuyas instalaciones regionales reciben porcentajes desfavorables que van del 37 al 58%.
De modo que, según el sondeo encargado por la Comisión Europea, los ciudadanos españoles creen que sus gobiernos regionales están infectados hasta arriba de corrupción, lo que sitúa a estas instancias como las menos limpias de toda la UE.