España fue el país de la OCDE en el que más aumentó en términos relativos la deuda pública bruta entre 2007 y 2015, por delante incluso de Eslovenia, Portugal y Grecia, y también fue en 2016 el farolillo rojo por el déficit. Estos son algunos de los datos contenidos en el estudio anual sobre las administraciones públicas publicado este jueves por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), que hizo notar una mejora de las cuentas públicas desde los años más duros de la crisis.
La deuda (según la concepción del Sistema de Contabilidad Nacional y no del Tratado de Maastricht) pasó en España del 41,73% del producto interior bruto (PIB) de 2007 al 116,85% en 2015, lo que significó 75,12 puntos porcentuales de PIB suplementarios. El incremento en esos ocho años fue de 73 puntos en Eslovenia, de 71,1 en Portugal y de 68,8 puntos en Grecia. Estos dos últimos países tuvieron que ser rescatados por sus socios europeos para evitar la bancarrota.
En cualquier caso, entre los miembros del conocido como el "Club de los países desarrollados" los niveles de deuda llegaron en 2015 a un máximo del 221,8 % del PIB en Japón, del 181,6% en Grecia, del 157,5% en Italia y del 149,2% en Portugal. España se quedó ese año (el último para el que existen datos armonizados de todos) en séptima posición con ese 116,85% (117,23% en 2016) por debajo también de Bélgica y Francia, pero por encima de la media del 112% en la OCDE (donde había sido del 73% en 2007).
Los Estados con menos carga de deuda eran Estonia (13% del PIB), Chile (24,5%), Turquía (27,4%) y Luxemburgo (30,7%). Entre 2007 y 2015 el agujero de las cuentas públicas sólo disminuyó en Noruega (16,7 puntos porcentuales), Suiza (5,2 puntos) e Israel (2,1 puntos).
Déficit
Por lo que se refiere al déficit, en la OCDE se pasó de un 8,4% de media en 2009, cuando más se hacía sentir el impacto de la crisis financiera, al 2,8% en 2015. España, que hasta 2015 había estado en segunda posición por la cola sólo por encima de Grecia, se convirtió en 2016 en el farolillo rojo con un saldo negativo del 4,5% del PIB.
Grecia, que había alcanzado un déficit del 15,1% del PIB en 2009 y todavía un 5,9% en 2015, a fuerza de ajustes invirtió su situación y en 2016 obtuvo un superávit del 0,7%. Todavía muy lejos de Islandia, donde la diferencia entre lo recaudado y lo gastado representó un 17,2% del PIB.
Si se observan los cambios en la estructura del gasto público, en el caso de España el elemento más sobresaliente durante la crisis fue el incremento del peso relativo de la protección social (6,2 puntos porcentuales más entre 2007 y 2015, hasta representar el 39,1% del total, por encima de la media del 32,6% en la OCDE). Fue el segundo incremento más pronunciado de los Estados miembros, únicamente por detrás del de Letonia (7,6 puntos suplementarios hasta el 31%).
La otra partida en la que hubo un alza muy significativa en España en esos ocho años (2,2 puntos suplementarios hasta el 14,9% del gasto público) fue la de los servicios públicos generales, que incluye el servicio de la deuda (los intereses). Eso se hizo en detrimento sobre todo de los asuntos económicos (3,3 puntos porcentuales menos al 10%), y el ocio, la cultura y la religión (1,5 puntos menos al 2,6%).