El comisario europeo de Economía, Pierre Moscovici visitó España a finales de junio. Su paso por la Vieja Piel de Toro estaba motivado por la supervisión presupuestaria que ejerce Bruselas sobre aquellos países miembros que rebasan los umbrales de déficit público fijados por las instituciones comunitarias. Pero, al margen de estas tareas de coordinación, el paso de Moscovici cobró especial relevancia por su encuentro con Pedro Sánchez.
El secretario general del PSOE trasladó a Moscovici su decisión de abstenerse en la votación sobre el tratado CETA, un pacto diseñado para facilitar el comercio entre España y Canadá. Según ha trascendido, Sánchez justificó su abstención hablando de la "división interna" de su partido, pero el comisario europeo no le compró el mensaje. De hecho, antes de abandonar la reunión, Moscovici aconsejó a Sánchez que "tenga cuidado" para "no acabar como el Partido Socialista en Francia".
El caso es que la decisión de Ferraz no va a pasar inadvertida en determinados ambientes empresariales. Por descontado, buena parte de las élites corporativas del país ven con recelo el giro radical que está dando el partido del puño y la rosa, pero al margen de esa oposición genérica al proceder de Sánchez hay otra más concreta, referida específicamente al CETA.
Y es que, de acuerdo con los datos de la Comisión Europea, hay 5.449 empresas españolas que exportan a Canadá y que se van a ver beneficiadas por la firma del tratado CETA. No hablamos solo de sociedades de gran tamaño; de hecho, el 91% de las compañías españolas que venden sus productos y servicios en Canadá son pymes.
Sectores beneficiados
La firma del acuerdo comercial UE-Canadá beneficiará especialmente al ámbito farmacéutico, así como al sector de la maquinaria y los productos eléctricos. También salen bien parados con la aprobación del CETA otros segmentos de actividad como el textil, el calzado, la automoción o la alimentación.
De acuerdo con la documentación que ha aportado la Comisión Europea, España es uno de los principales exportadores de aceitunas al país norteamericano. Al respecto, el CETA incluye la protección de 23 productos con indicación de denominación geográfica, beneficiando no solo a los productores de aceitunas, sino también al queso manchego, el embutido de Huelva o el turrón de Alicante.
Un caso paradigmático, presentado por la Comisión Europea como ejemplo de lo que supone el CETA, es el de Bodegas Aranleón. Hablamos de una explotación vinícola con sede en la Comunidad Valenciana. Esta firma exporta a Canadá una de cada cuatro botellas producidas, unas 100.000 cada año. Con la firma del tratado entre ambos bloques económicos, Aranleón pagará menos impuestos arancelarios y, además, podrá sortear al fin una serie de medidas restrictivas que, hasta ahora, venían introduciendo las provincias canadienses.