Primero fue Panamá, luego llegó Suiza, lo siguiente fue Luxemburgo y ahora salen a la luz los llamados Papeles de Malta, en los que aparecen los nombres de diversas personalidades públicas de nuestro país. Pero, ¿por qué esta pequeña isla resulta tan atractiva para los grandes patrimonios españoles? ¿Qué ventajas ofrece desde el punto de vista impositivo?
La clave radica en el Impuesto de Sociedades del país mediterráneo. Si nos fijamos en el tipo general, nos encontramos con un gravamen del 35 por ciento, que supera holgadamente la media de la OCDE, fijada en el 25 por ciento, o de la UE, actualmente en el 23 por ciento. No obstante, las guías fiscales de la consultora Deloitte detallan el complejo modelo de deducciones que, en la práctica, deja el tipo efectivo en niveles mucho más bajos.
De entrada, Malta no cobra impuesto a los dividendos, a las rentas del capital, a los royalties… Esto supone una importante ventaja frente a los elevados tipos que se observan en el resto de países europeos. Pero, además, las leyes tributarias de Malta permiten que los accionistas que no viven en la isla soliciten una bonificación que reduce un 85 por ciento el pago del Impuesto de Sociedades. De manera que, en vez de pagar el 35 por ciento que fija el tipo general, el pago efectivo a Hacienda termina en el entorno del 5 por ciento gracias al reembolso que permiten las leyes de Malta.
Con una población que no llega al medio millón de habitantes, el registro de empresas Malta cuenta con más de 50.000 sociedades limitadas que, de acuerdo con las normas vigentes, permiten constituir la empresa en menos de 24 horas, asumiendo un depósito simbólico de apenas 1.200 euros. Además, el imperio de la ley se maneja con la mirada puesta en los países anglosajones, de modo que existe una cultura decommon law que resulta especialmente atractiva a la hora de brindar seguridad jurídica.
'Guerra fiscal' en Europa
Aunque los dirigentes políticos españoles suelen hablar del Impuesto de Sociedades con la mirada puesta en la armonización de estándares, lo cierto es que no pocos países europeos han optado por seguir el camino opuesto y, lejos de unificar tipos, han apostado por relanzar la competencia tributaria. Malta es uno de los casos más significativos, pero hay muchos otros.
De entrada, Irlanda mantiene un tipo general del Impuesto de Sociedades fijado en el 12,5 por ciento, pero además permite pagar un 50 por ciento menos (es decir, un 6,25 por ciento) cuando los ingresos se derivan de patentes desarrolladas y registradas en la isla. Más bajo aún es el tipo general vigente en Hungría, que viene de anunciar la rebaja del Impuesto de Sociedades al 9 por ciento. Otro país en el que se están fijando los inversores y empresarios europeos es Reino Unido, que tiene previsto recortar al 17 por ciento el Impuesto de Sociedades.
Pero el ejemplo clásico es el de Suiza, que ha cambiado recientemente su modelo tributario para crear una nueva normativa orientada a rebajar el Impuesto de Sociedades al tiempo que se acerca el criterio de bases imponibles a los dictámenes de la Comisión Europea. Tras las últimas reformas adoptadas, el tipo efectivo rondará el 14 por ciento.