Doctor en Economía por la Universidad Católica de La Plata, el profesor Martín Krause es uno de los liberales más influyentes de Argentina. Imparte cursos en la Universidad de Buenos Aires, la Universidad Francisco-Mallorquín o el centro OMMA-Ayau. Libre Mercado se ha reunido con Krause durante la cumbre sobre competencia fiscal que Goethals Consulting organizó en Panamá. ¿El objetivo? Saber más sobre el impacto del populismo en la riqueza de los ciudadanos latinoamericanos. Todo un aviso a navegantes, teniendo en cuenta todo lo que estamos viviendo a este lado del Atlántico.
De entrada, Krause lanza una advertencia: "parecía que el populismo era una enfermedad latinoamericana pero ahora vemos que muchos países desarrollados que se creían inmunes se están contagiando del virus". ¿Qué supone esto? "El populismo es inseparable de la demagogia, de los liderazgos carismáticos, de la manipulación de la opinión pública, del ejercicio autoritario de los poderes democráticos, del discurso de la confrontación y la división, del continuo llamado a reforzar el poder del Estado", señala.
Según el profesor argentino, que además es miembro de la Mont Pelerin Society, "la economía del populismo siempre está orientada al consumo. Normalmente, lleva aparejada una subida del gasto público, un aumento de los impuestos a las fuerzas productivas, un repunte del endeudamiento y una agenda de expansión monetaria. El ciclo termina en la inflación, que motiva a su vez más controles y regulaciones".
Krause habla con conocimiento de causa, pues ha estudiado en profundidad los fenómenos de inflación que ha sufrido América Latina. "Panamá ha logrado evitar ese drama, precisamente porque no tiene banco central. Pero el resto de la región ha sufrido notablemente, a raíz del aumento descontrolado de los precios. En el verano de 1989, la inflación en Argentina rozaba una tasa mensual del 200%. Más duro aún fue el mayo de 1987 en Nicaragua: los precios aumentaron un 261%.
Pero hay casos aún peores: el verano de 1990 en Perú, con subidas del 400% en los precios; la inflación boliviana de 1985; el aumento mensual de los precios del 83% que vivió Chile en 1973… Aunque la palma se la lleva Venezuela, que en 2016 sufrió una hiperinflación del 800%. No es difícil imaginar lo que supone vivir en una situación así. Y lo peor de todo es que las estadísticas oficiales son falsas, de manera que se afirma que 100.000 bolívares deberían ser 10.000 dólares, cuando en realidad son apenas 30 dólares en el mercado negro", zanja el profesor.
Como antídoto contra el populismo y sus recetas económicas, Krause tiene claro que es fundamental desarrollar una sociedad de propietarios, siguiendo el ejemplo de Chile con su sistema de pensiones de capitalización: "el sistema se ha expandido poco a poco y ya llega a Perú, Colombia o México. Además, hay pilares de ahorro en los sistemas de pensiones de otros países de la región como Uruguay, Bolivia, El Salvador, Costa Rica, República Dominicana… El extremo opuesto es Argentina, donde se expropiaron las cuentas de ahorro de los trabajadores pero el resultado de este populismo del siglo XXI ha vuelto a ser un hundimiento económico, como antaño".
El gran obstáculo para reformar las pensiones en América Latina es la informalidad: "la mitad de la población latinoamericana está en la economía sumergida o en la pobreza, de manera que su acceso a productos de ahorro financiero es muy limitado, por no decir nulo. Apenas un 16% de la población tiene ahorros, frente al 50% de la OCDE o el 40% de las economías emergentes de Asia. Por eso, vemos que el 33% de los pagos de pensiones va a mano de personas que no han contribuido a ningún sistema. Y esto genera incentivos perversos, porque se recibe una pensión sin haber cotizado".
"Como es tan complicado tener un empleo, generar riqueza y consolidar un pequeño patrimonio, muchos latinoamericanos emigran a países más desarrollados. Allí sí tienen la oportunidad de crecer en el mercado de trabajo y esquivar las políticas confiscatorias. Y parte de ese ahorro generado fuera fluye después de vuelta a América Latina.
Las remesas enviadas por inmigrantes haitianos a los familiares que siguen viviendo en la isla suponen el 22% del PIB. En Honduras son el 18% del PIB, en El Salvador suponen el 17% del PIB, en Guatemala y Nicaragua su peso es del 10% del PIB…", concluye Krause.