En un artículo anterior se analizó el impacto de la inversión extranjera directa (IED) en la economía española. En concreto, su potencial impacto por sectores en el empleo y el PIB. Pero la IED también se puede analizar desde el ángulo inverso: la actividad de las filiales de multinacionales españolas en el exterior. En relación a otros países europeos, ¿cuál es la situación de las multinacionales españolas?
Medido por el número de filiales, España ocupa la séptima posición de Europa, pese a contar con el quinto PIB más grande de la UE. Tanto las cuatro principales potencias europeas (Francia con cerca de 40.000 filiales, Alemania ligeramente por debajo de 30.000, Italia algo por encima de 20.000 y Reino Unido con casi 20.000) como Suecia y Dinamarca (16.000 y 10.000 filiales, respectivamente) superan las algo más de 5.000 filiales en el extranjero que contabilizan las empresas españolas.
Entre los primeros países, destaca el caso del Reino Unido, con un descenso del 26% en 2014 –último dato disponible– que es generalizado por destino, pero cuya caída es especialmente notable en aquellas economías que no pertenecen a la UE, al explicar un 62% del descenso total. Entre estos países, destacan la menor presencia en Estados Unidos, China, Canadá, Rusia o Hong Kong.
Pero, si en vez de por el número de filiales, las multinacionales se ordenan por los ingresos que generan, la posición de las españolas asciende del séptimo al sexto puesto, adelantando en este caso a las empresas de Dinamarca.
El ranking lo lideran las empresas alemanas con una cifra de negocio de 2 billones de euros, seguidas de las francesas con 1,5, las británicas con algo más de 1 billón, las italianas con 500.000 millones, las empresas de Suecia con algo más de 300.000 y a continuación las multinacionales españolas con cerca de 300.000 millones de de facturación en 2014.
Entre los primeros países del ranking, las compañías alemanas se sitúan a la cabeza al tener una dimensión media superior a la de las francesas –73 millones de facturación media por empresa frente a 39–, mientras que las británicas se sitúan en tierra de nadie, cuando en 2012 estaban al nivel de las francesas. Entre 2012 a 2014, su facturación agregada bajó un 22%, repartiéndose el impacto prácticamente al 50% entre la UE y el resto de destinos. Dentro de los destino fuera de la UE, destacan los descensos de la facturación en Estados Unidos y Suiza, que explican más de la mitad de la caída.
Otra particularidad de las empresas de Reino Unido es el peso de los destinos offshore, como las islas Jersey o Man, en sus inversiones exteriores. En 2014, representaban el 14% del total, casi el triple que en 2010. El importante peso del sector financiero en Reino Unido explicaría este elevado peso.
Pero si las empresas españolas no destacan por su presencia en el exterior, su crecimiento durante los últimos años en el top 10 de países, sí es más relevante. Desde 2010 a 2014, el número de empresas españolas con presencia en el exterior ha crecido en promedio un 4,9%, similar al de Francia, pero superior al de Alemania o Italia. En ese top 10, el crecimiento únicamente es superior entre las empresas noruegas. La presencia exterior de la empresa española es, por tanto, reducida, pero creciente, hasta el punto de que ha registrado el mayor avance entre las grandes potencias de la UE desde 2010.
Por otro lado, si bien la presencia de las empresas españolas crece más que en la mayoría de las principales economías, su impacto económico en los países donde desarrollan su actividad crece menos. En concreto, el incremento promedio del 4% se sitúa por debajo del promedio (rango +5% y 6%) del top 10 y únicamente supera al de las empresas británicas.
Destaca, además, el descenso en la facturación media de la empresa española. Sin poder analizar el efecto composición, el argumento de que se están incorporando empresas de un menor tamaño no acaba de cuadrar con el menor crecimiento en los destinos de Francia y Portugal. Es más probable que pueda haber impactado el efecto tipo de cambio. Si se excluye a Argentina, cuya divisa contra el euro se depreció cerca de la mitad entre 2010 y 2014, el crecimiento de los ingresos sería del 5,1%, más en línea con el del resto de países.