Dan Mitchell es uno de los mayores expertos del mundo en asuntos fiscales. Ha pasado por instituciones liberales como la Fundación Heritage o el Instituto CATO, en el que trabaja desde hace años. Libre Mercado se ha reunido con él en Panamá, durante la cumbre de Goethals Consulting dedicada a la defensa y la promoción de la competencia fiscal. A continuación, el resultado de la conversación.
En el marco del proyecto europeo se insiste en la importancia de la armonización. Vd. niega la mayor y ha rescatado los trabajos de numerosos economistas de primer nivel que defienden lo contrario.
Si revisas un poco la literatura económica e incluso política, encuentras que algunas de las mentes más brillantes del Viejo Continente sostienen que Europa se enriqueció gracias a la competencia entre sus numerosas jurisdicciones. Monarquías, principados y muchas otras formas divisiones políticas compitieron a lo largo de los siglos para atraer riqueza y consolidar su poder político. Ocurrió todo lo contrario en China, donde el imperio cayó en desgracia por su excesivo centralismo económico y político.
Los mejores pensadores de Europa han defendido la competencia institucional como vía para el crecimiento de Europa. Lord Acton defendía que "la distribución de poder entre numerosos Estados es un excelente mecanismo para fortalecer la democracia". Max Weber sostenía que "la competencia entre los Estados Nación europeos condujo al desarrollo del capitalismo occidental moderno". También Montesquieu, Smith, Turgot, Gibbon, Hume, Kant, Acton… fueron por esta vía.
Pero, además, seguimos encontrándonos con esa forma de ver las cosas cuando consideramos la visión que tienen algunos de los mejores economistas de las últimas décadas. George Stigler decía que "la competencia entre distintas comunidades nos brinda una oportunidad para elegir qué tipo de gobiernos queremos". Gery Becker sostenía que "la competencia entre naciones no induce un círculo vicioso sino un círculo virtuoso que limita el poder de los políticos y beneficia a la mayoría de la población".
Milton Friedman apuntaba que "poner a competir a los gobiernos es tan necesario como hacerlo con las empresas o los trabajadores". Y se me ocurren muchos otros economistas de máximo nivel que han insistido en la importancia de la competencia fiscal. Vernon Smith, James Buchanan, Edward Prescott, Edmund Phelps, Douglass North, Friedrich Hayek…
-Parece que en Bruselas no conocen a ninguno de los excelentes pensadores que Vd. ha citado…
-Al final, la lucha contra la soberanía fiscal la están impulsando políticos que quieren recaudar más dinero. Enmascaran sus pretensiones con argumentos que afirman que acabar con la competencia fiscal será ‘bueno para el crecimiento’ o acabará con ‘prácticas ilegales’. Y la tragedia es que estos modelos impositivos insisten una y otra vez en gravar el capital.
-¿Cómo deberían ser los sistemas tributarios?
-Imagine que tenemos que ir a recoger manzanas. Podemos subirnos a una escalera y coger las manzanas una por una. También podemos coger un hacha, tumbar el árbol y recoger todas las manzanas de golpe. Lo primero es más laborioso, pero no supone un golpe a nuestras plantaciones. Lo segundo es más rápido, pero no deja de ser pan para hoy y hambre para mañana. Pero, lamentablemente, los sistemas tributarios que tenemos hoy son los del hachazo al árbol. Se suben los impuestos compasivamente, sin pensar que se están minando los fundamentales del crecimiento a medio y largo plazo.
-Hemos vivido la crisis griega, pero ¿acaso no van muchos países europeos por el mismo camino?
-No solo Europa, también Estados Unidos tiene un panorama fiscal muy complejo si tenemos en cuenta las proyecciones de deuda que ha hecho el Banco Internacional de Pagos. Francia, por ejemplo, puede irse a una deuda del 400% del PIB si no introduce medidas de calado en las próximas décadas. Alemania está algo mejor, pero igual evoluciona hacia una deuda del 300% del PIB. En Japón tienen la situación más alarmante de todas, con una proyección de endeudamiento que podría llegar al 600% del PIB en apenas veinte años.
-Las reglas del euro no están funcionando…
-Es que no se cumplen. En el caso de España, la OCDE estima que reducir la deuda al 30% del PIB supondría una reducción estructural y permanente del gasto público equivalente al 9% del PIB. Eso significa que hay que consolidar tanto los presupuestos que deberíamos renunciar a uno de cada cuatro euros de gasto público.
-Al menos la competencia fiscal obliga a abordar esas reformas por la vía del gasto y no solo por la de los impuestos.
-Hemos vivido tres décadas de progresiva mejora en el clima fiscal. En la OCDE, el tramo superior del Impuesto sobre la Renta ha pasado del 68 al 42 por ciento, mientras que el tipo general del Impuesto de Sociedades se ha reducido del 48 al 24 por ciento. Además, se han aprobado nuevas normas y tratados que reducen la doble imposición sobre las rentas del capital. Y, aunque España se ha quedado atrás, en muchos países han desaparecido impuestos como el de Sucesiones o el de Patrimonio. Además, el número de jurisdicciones con un modelo de flat tax o impuesto de tipo único ha pasado de tres a treinta, multiplicándose por diez. Todo por el miedo a perder la gallina de los huevos de oro, que es un sector privado con más opciones que nunca para llevarse sus rentas a otros países.
-Hablemos de Trump y del Brexit. ¿Cómo valora ambos acontecimientos?
-Trump ha introducido el caos en el sistema político, pero eso significa que se abren oportunidades para consolidar cambios interesantes. En el plano de la competencia fiscal, puede ayudar a retirar fondos a la OCDE, lo que reduciría los recursos de dicha organización, convertida en los últimos años en una auténtica ‘policía fiscal del mundo’. También creo que Trump plantea rebajas fiscales interesantes, como la de llevar el Impuesto de Sociedades desde el 39 hasta el 15 o 20 por ciento.
En cuanto al Brexit, yo estaba a favor desde una postura pro-mercado. Me gusta la idea de la UE con libertad de comercio y de circulación de bienes, servicios, personas… pero las corrientes centralistas de Bruselas están acabando con todo eso. Y por eso creo que es bueno que se haya dado el Brexit y espero que esa salida desencadene una ronda de rebajas fiscales. De hecho, si Trump baja impuestos en Estados Unidos y Reino Unido baja impuestos para adaptarse a su nueva situación, la UE lo tendrá muy difícil para seguir armonizando y acabará entendiendo que debe bajar impuestos.
-España está mucho mejor hoy que hace algunos años. ¿Cómo valora nuestra recuperación?
-Irlanda y España han hecho reformas con mejor resultado que Italia, Portugal o Grecia. Me gusta que España haya reducido el peso del gasto público, pero hace falta mucho más. Existen tensiones de largo plazo que deben ser abordadas cuanto antes, porque el Estado del bienestar conduce a España y Europa hacia una explosión de deuda si no se hacen reformas. Y Estados Unidos no está mucho mejor, por eso sigo con atención lo que ocurre al otro lado del Atlántico.