Has probado de todo, pero nada funciona, ni el método Kakebo, ni la tradicional hucha, ni tener dos cuentas corrientes… Da igual lo que hagas, eres incapaz de ahorrar todo lo que te gustaría al mes y así es complicado conseguir tus objetivos. Si es tu caso, es muy fácil que estés siendo víctima de una de las tres trampas típicas del ahorro.
Para empezar, la primera trampa puede que ni siquiera sea culpa tuya. Seguro que tú también lo has pensado alguna vez: todo el mundo conspira para que no ahorres. ¡Pues es verdad! El banco cambia las condiciones de su cuenta y te impone comisiones que antes no tenías, los supermercados usan trucos para conseguir que compres lo que no quieres, el seguro te ha subido aunque no has dado ningún parte y tus amigos no paran de proponerte planes irrechazables. De hecho, hasta te presionan cuando quieres quedarte en casa un sábado.
Tampoco ayuda la fórmula tradicional de ahorro que has visto toda tu vida en casa: ahorrar a final de mes. Esta es la segunda trampa del ahorro. Este método no funciona porque va contra tu naturaleza humana, que hará que te gastes todo el dinero que tengas en la cuenta. ¡Y en realidad todo el que tengas a mano!
Si tienes tu dinero a mano siempre encontrarás fórmulas para gastártelo simplemente porque está ahí. Seguro que a ti también te ha pasado alguna vez salir con tus amigos a cenar con un presupuesto cerrado y dinero para el taxi de vuelta y tener que volverte andando a casa porque has terminado gastando todo lo que tenías en la cartera. Lo que quieres ahorrar es como el dinero del taxi: si está en tu cartera, también volará si esperas al final de la noche.
La tercera trampa del ahorro corre a cargo de los gastos hormiga. La mayoría de las personas se pierde en las pequeñas cosas y deja de lado las grandes. Somos capaces de pasarnos horas buscando fórmulas para ahorrar con la lavadora, pero después dejamos de lado los trucos con los que ahorrar 5.000 euros al año en menos de 5 minutos. Esto mismo se aplica al tiempo que dedicas a comparar precios en el supermercado o a cómo te empeñas en apurar hasta los límites la pasta de dientes, cuando así no ahorrarás ni dos céntimos, aunque sí te llevarán los demonios al ver que la pasta tarda en salir.
Toda esa energía que destinas a los pequeños gastos no vuelve y, como ya deberías saber, la fuerza de voluntad del ser humano es limitada. Haz que todos tus esfuerzos cuenten. Aprende aquí el truco infalible para ahorrar todos los meses lo que te gustaría.