La Oficina Federal de Estadística de Alemania acaba de hacer públicos los datos presupuestarios definitivos para el ejercicio 2016. De las cuentas se deduce que, por tercer año consecutivo, el país teutón registra un superávit fiscal. De hecho, el saldo favorable logrado en 2016 es el más alto desde la caída del comunismo y la reunificación nacional de 1990.
El gobierno de Merkel ha conseguido que los ingresos fiscales superen los gastos del conjunto de las Administraciones en casi 24.000 millones de euros. Esto supone un superávit del 0,8% del PIB que convierte a Alemania en uno de los pocos países de la UE que tiene sus cuentas en orden.
Si se desagregan los datos, podemos ver que un tercio del superávit proviene de la Seguridad Social, mientras que otro tercio viene del gobierno central que encabeza Merkel y el tercio restante se explica por el superávit de las Administraciones regionales y municipales.
La reforma laboral inauguró un círculo virtuoso
¿Cómo ha logrado Alemania un vuelco presupuestario tan potente? En primer lugar, merece la pena echar la vista atrás y recordar las cuatro reformas laborales que impulsó el gobierno del socialdemócrata Gerhard Schroeder. El eje común de estas modificaciones normativas fue la combinación de un mejor trato fiscal al empleo con un endurecimiento de los subsidios y ayudas concedidas a los desempleados. Jugando con el palo y la zanahoria, Alemania frenó la escalada del paro y empezó a crear empleo con intensidad. Este vuelco inauguró un círculo virtuoso que, vía creación de empleo, conduce a menos gasto público en políticas asistenciales y permite aumentar la recaudación al tiempo que la fiscalidad se reduce levemente.
Como vemos en la siguiente gráfica, el gigante teutón ha logrado dejar los niveles de paro por debajo del 5%, menos de la mitad de los niveles que se llegaron a dar hace ahora poco más de una década.
Esa creación de empleo ha reducido el stock de parados y ha facilitado un modelo de crecimiento moderado pero sostenido. En suma, el PIB alemán se comportó muy bien durante el pasado ejercicio y apuntó a un alza del 1,9%. Ampliando la perspectiva, podemos ver que, salvo en los años de la Gran Recesión, el PIB per cápita viene aumentando de manera regular.
Los datos de la Oficina Federal de Estadística confirman que la combinación de más empleo y más crecimiento le sienta bien al saldo presupuestario alemán. Sin aumento alguno en los tipos, el IRPF aumentó su recaudación en 2016 un 6,5%. Lo mismo sucedió con las cotizaciones, que crecieron un 4,6%.
Hay, eso sí, preocupación por el aumento del gasto en beneficios sociales. La llegada masiva de refugiados e inmigrantes ha empujado al alza estas partidas, con una subida del 6,2% en 2016. En este sentido, se espera que la canciller Merkel endurezca el acceso a estos subsidios, sobre todo teniendo en cuenta que se acercan las elecciones y que Alternativa para Alemania amenaza con restar votos a la derecha moderada de la CDU/CSU.