El número total de afiliados a la Seguridad Social ascendió a casi 17,5 millones de personas en febrero, lo que supone 74.000 más que en el mes previo. Una parte importante de este incremento obedece a la estacionalidad del empleo, dado que en febrero la actividad es relativamente superior a la de enero. Si se corrige la estacionalidad, el crecimiento se sitúa en 54.000 afiliados. En base porcentual, es de un 0,3% frente al 0,35% de enero.
Este menor crecimiento estaba en cierta manera previsto con los datos del mes pasado, dado el elevado peso que tuvo entonces tanto la construcción residencial, el volátil sector primario o, dentro de los servicios, el vinculado con el sector público. Como veremos más adelante únicamente el tercer factor ha mantenido su tendencia durante febrero.
Por sectores, la principal diferencia respecto a enero es el nulo crecimiento laboral en la agricultura y la menor aportación tanto de la industria como de la construcción. Por el contrario, el crecimiento en el sector servicios se acelera ligeramente, lo que compensa en parte la evolución menos favorable del resto de sectores.
La creación de empleo, por tanto, vuelve a descansar, sobre todo, en los servicios. En cierta medida, enero fue anómalo, ya que los servicios contribuyeron con poco más de la mitad del empleo neto, mientras que en febrero ha supuesto tres cuartas partes del total, en línea con el promedio de los dos últimos años. Entre el resto de sectores, la construcción se sitúa como el siguiente en creación neta de empleo, por delante de la industria.
En cuanto al sector servicios, las actividades vinculadas con el empleo público, como la administración o la educación, contribuyen con cerca de la mitad de su crecimiento. Si en 2015 y 2016, las actividades más dinámicas eran las más relacionadas con el consumo, como es el caso del comercio o la hostelería, las vinculadas con el sector público han tomado el relevo en los primeros meses de 2017.
De esta forma, en enero y febrero de 2017, el crecimiento neto de las contrataciones relacionadas con el sector público es notablemente superior al promedio de los tres últimos años -periodo en que el crecimiento del empleo ha tomado más fuerza-, por lo que, previsiblemente, el actual ritmo registrado en esas actividades no sea sostenible.
Con todo lo anterior, y a falta del mes de marzo, el empleo cerrará con un crecimiento del 0,89% en el primer trimestre, misma tasa que en la última parte de 2016, y que es más del doble de la media histórica desde 1982, primer año del que se tienen datos de afiliaciones.
Esta notable creación de empleo avanza, junto a los indicadores de actividad PMI, un crecimiento del PIB del 0,8%. De cumplirse esta previsión, el crecimiento de la economía en el primer trimestre de 2017 sería una décima superior a la del último de 2016.
Asimismo, y bajo la hipótesis de que el actual ritmo de empleo apenas se desacelere, las afiliaciones podrían superar la cota de los 18 millones de personas el próximo abril. Esto significaría que habrían transcurrido, exactamente, dos años para que el mercado recuperara un millón de puestos de trabajo destruidos durante la crisis. Más lejos queda recuperar el máximo histórico de 19,5 millones de afiliaciones registrados antes del estallido de la burbuja.
En resumen, siguen sin observarse indicios de que la actividad económica se esté ralentizando en el arranque de 2017. El crecimiento del empleo en enero y febrero puede estar señalando que las previsiones iniciales de PIB para el presente ejercicio, tanto de los organismos oficiales -Comisión Europea, OCDE o FMI estiman un 2,3%, mientras que el Banco de España o Gobierno avanzan un 2,5%- como de los analistas privados -el consenso Panel Funcas se sitúa en el 2,4%-, podrían ser revisadas al alza hasta un nivel más próximo al 3%.
La esperada desaceleración por cuenta de una menor intensidad de los vientos de cola -bajo precio del petróleo, bajos tipos de interés, etc.- no tiene reflejo, al menos por el momento, en el empleo ni, probablemente, tampoco en el PIB.
Continúa la reducción del paro
Empleo y paro suelen ser las dos caras de una misma moneda, por lo que el fuerte crecimiento del empleo coincide con un mayor descenso del desempleo. En el mes de febrero, este descenso ha sido del 0,8% corregido de estacionalidad, algo inferior al del mes pasado (-1%), pero en línea con la media del último año.
La serie trimestral, sin la volatilidad del dato mensual, muestra un progresivo descenso del paro, soportado, principalmente, por los antiguos empleados en el sector servicios. El hecho de que el sector servicios esté creando una proporción de empleo superior al peso de sus antiguos trabajadores en paro, significa que está sirviendo como reciclaje para parados que previamente habían trabajado en la construcción o en la industria.
En este sentido, que una parte importante del empleo en servicios se concentre en la hostelería o en el comercio tiene su parte positiva, dado que no precisa de trabajadores con mucha cualificación y facilita, por tanto, su reciclaje.
La caída estimada del paro en el primer trimestre es del 2,6%. De confirmarse en el mes de marzo este registro, supondría un descenso récord desde 1999, junto al del tercer trimestre de 2016. Dicho lo cual, el actual nivel de paro -que asciende a 3,8 millones- es todavía un 66% superior al promedio de los doce años previos al estallido de la crisis. Queda, por tanto, mucho camino por recorrer.