En 2015, la economía irlandesa esperaba una tasa de crecimiento cercana al 8%. Estas cifras colocaban al Tigre Celta muy por encima del resto de la Eurozona y confirmaban el éxito del modelo liberal que ha adoptado Irlanda desde hace años. Pero aquellas previsiones de crecimiento se quedaron en agua de borrajas cuando el Ministerio de Finanzas y la Oficina Estadística Central realizaron el cálculo oficial del ejercicio y determinaron que el PIB se había expandido un 26%.
Ya en el momento de comunicar las cifras, la prensa especializada advirtió que una parte del aumento se debía a la entrada de nuevas compañías multinacionales que han trasladado a la isla su operativa europea. Pero, incluso haciendo esa corrección, el PIB habría aumentado un 19%, de manera que Irlanda seguiría instalada en niveles de crecimiento desorbitados, no solo para la Eurozona sino para cualquier economía emergente.
A raíz de la controversia que generaron los datos de 2015, el Gobierno de Irlanda se puso manos a la obra y pidió a la Oficina Estadística Central que revisase la metodología de cálculo del PIB para aclarar las dudas que despertó el famoso dato del 26%. De momento, se han anunciado dos grandes cambios en la metodología, que afectan a la inclusión de nuevas firmas multinacionales y a las reglas de cálculo de la depreciación de activos.
4,9% en 2016, 3,6% en 2017
En cualquier caso, las cifras que maneja el Banco Central ya dejan claro que el crecimiento esperado para 2016 y 2017 no alcanzará cifras tan elevadas como en 2015. Para ser precisos, se espera que el PIB del Tigre Celta aumente un 4,9% en 2016 y un 3,6% en 2017. Por tanto, Irlanda sigue siendo una de las locomotoras del crecimiento económico europeo y, a pesar del impacto del Brexit, su modelo liberal sigue arrojando excelentes cifras de crecimiento.
De hecho, la tasa de paro ya se sitúa en el 7%, apenas un punto porcentual por encima del 6% que se registraba en 2008, antes del estallido de la Gran Recesión. La crisis llevó el desempleo hasta niveles del 15%, pero entre 2012 y 2016 hemos visto una progresiva reducción del paro y una intensa creación de empleo que ha permitido recuperar la práctica totalidad de los puestos de trabajo que se habían perdido en los peores momentos del crack.