El sistema público de pensiones necesita una reforma. En esto parece haber un extraño consenso en la sociedad española. Lo que no está tan claro es qué tipo de reforma. Las propuestas se suceden. Aunque la mayoría, más que una reforma en profundidad, lo que piden es aplicar retoques al actual modelo.
El Círculo de Empresarios acaba de publicar un informe con el que pretende impulsar una reforma del sistema de pensiones "que asegure la cohesión y el equilibrio intergeneracional". La agrupación espera que el documento ayude a "reformular el sistema, adaptándolo a la realidad social, demográfica y económica del país", con el objetivo de "garantizar pensiones dignas a los pensionistas actuales y futuros".
En este sentido, el informe apunta que es necesario caminar hacia "un sistema mixto, de reparto y capitalización", ya que un modelo así será "más transparente, más justo, más equitativo y más sostenible". Aquí hay una novedad: el Círculo retoma parcialmente la idea de la capitalización de las pensiones, una propuesta que esta organización ya defendió en los años 90 de la mano de José Piñera. Este sistema se basa en el ahorro privado del trabajador, que recibe parte de sus cotizaciones sociales en una cuenta personal que luego invierte durante su vida activa, según el perfil de riesgo deseado. De esta manera, el planteamiento del Círculo se articula en torno a dos grandes ejes: un modelo público de reparto que garantice unas pensiones mínimas a todos y una pata de ahorro privado que permita a cada trabajador disfrutar de las ventajas de la inversión y el ahorro (y que es suyo y de sus familiares, pase lo que pase).
Según el documento del Círculo, hay dos grandes razones para dar este paso:
- En primer lugar, está la evolución demográfica de nuestro país: la tasa de fecundidad es del 1,32, frente al 1,7 de la OCDE o al 2,1 que sería preciso para asegurar el reemplazo generacional. A esto hay que sumarle la extensión de la esperanza de vida hasta los 83 años (y seguirá subiendo en las próximas décadas), una estupenda noticia que, no obstante, implica más pagos a los jubilados y complica la supervivencia del actual sistema de pensiones.
- En segundo lugar está la evolución del empleo y la productividad. En 2030, nuestra población activa se habrá reducido casi un 7%.
Como apuntábamos ayer, con el actual modelo, la tasa de sustitución de las pensiones públicas pasará del 80% de la actualidad a apenas el 60% en 2030 y poco más del 50% en 2040-50. Así el pensionista del año 2040 cobrará una prestación equivalente a la mitad de su sueldo. Y la pregunta es: ¿cómo complementar esta pensión para alcanzar unos ingresos similares a los de su vida laboral? Y la respuesta que se da el Círculo es con ahorro privado proveniente de este modelo de capitalización. Por cierto, un modelo muy habitual en el resto de Europa y en otros países ricos. Además, no hay una única forma de plantearse esta alternativa: se puede hacer con un modelo como el holandés, con un sistema de ahorro obligatorio para todos los trabajadores, como esquemas voluntarios, ligados a planes de empresa o sectoriales… Sin ir más lejos, en Holanda disfrutan de la mayor tasa de sustitución de la UE con un sistema en el que la mayor parte de la pensión depende del ahorro que cada trabajador ha ido acumulando en su vida activa.
La solución del Círculo
Con esta idea en la cabeza, el Círculo propone dos reformas en una. La primera, a corto plazo, busca resolver la actual situación de insostenibilidad financiera de la Seguridad Social, que desde hace años tiene ingresos inferiores a sus gastos (un agujero que, además, es creciente). La segunda reforma ataca los problemas del largo plazo y se enfrenta a los retos demográficos que España afrontará en un futuro mucho más cercano del que nos imaginamos.
De esta manera, a corto y medio plazo, el Círculo aboga por adoptar las siguientes medidas que afectan al gasto del actual sistema:
- Cuentas nocionales: es el modelo que ya existe en Suecia o Italia. Estas cuentas reflejan la aportación del trabajador al sistema de pensiones. No es una bolsa de ahorro (en realidad, las cotizaciones se usan para pagar las pensiones, como en España) pero aporta mucha claridad. El trabajador va viendo cuánto ha puesto y sabe que cuando se jubile, le tocará recibir esa cantidad (se calcula cuánto le queda de esperanza de vida y cuánto ha cotizado y en función de eso se fija la pensión). También permite mucha flexibilidad: cada uno decide cuándo se jubila y cuánto trabaja en función de lo que haya cotizado y de lo que le quede de pensión.
- Incrementar los años de cálculo. La base reguladora se calcularía tomando toda la vida laboral como referencia, a la manera de Austria, Finlandia, Portugal o Suecia. Ésta es una propuesta clásica y es cierto que introduce un elemento de justicia en el sistema, porque no incrementa el peso de los últimos años respecto a los primeros. Pero cuidado, a corto plazo supone un recorte de las pensiones para la mayoría de los trabajadores, todos los que cobren más con 60 años que con 20.
- Desincentivar las jubilaciones anticipadas. La idea es facilitar que los españoles sigan ocupados una vez cumplan los 67 años. La idea es la misma que con las cuentas nocionales: que haya más información y que cada uno se jubile cuando quiera.
En lo tocante a los ingresos, se plantean las siguientes reformas:
- Financiar las pensiones no contributivas vía Presupuestos Generales del Estado.
- Elevar los máximos de la base de cotización, así como la limitación de la pensión máxima.
- Reformar el mercado laboral, con una simplificación que nos llevaría a tres tipos de contratos.
- Rebaja de los impuestos al ahorro, especialmente en el caso de los planes de pensiones.
La segunda parte de la propuesta del Círculo tiene que ver con el largo plazo. Aquí es donde los autores proponen incluir el modelo de capitalización, no tanto porque haya que esperar mucho a la aprobación del mismo, como porque cuanto antes de haga, antes se notarán sus efectos:
- Transformar progresivamente el actual sistema de reparto en uno mixto basado en tres soportes (reparto, capitalización obligatoria y capitalización voluntaria), como en Suecia. Los autores explican que "el primer soporte estaría orientado a garantizar un nivel de vida mínimo con unas pensiones básicas. Su funcionamiento sería el de un sistema público de pensiones de reparto con cuentas nocionales, complementado con las pensiones no contributivas. El segundo soporte sería un sistema de capitalización obligatorio al que contribuirían empleadores y trabajadores. El tercer soporte correspondería al actual sistema de aportaciones voluntarias a planes y fondos de pensiones. Se trataría de impulsarlo mediante un tratamiento fiscal más incentivador que el actual".
- El sistema ha de aspirar "a un equilibrio entre la libertad, para que cada persona tome las decisiones que afectarán a su futuro a través de su capacidad actual de ahorro, y justicia, atendiendo a aquellas personas en las que esa capacidad es muy limitada o inexistente".
- La puesta en marcha de este nuevo sistema de pensiones debe ir acompañada "de un periodo de transición". En este sentido, el Círculo toma como referencia la reforma acometida en Suecia a comienzos de los años 90 y que sumó una parte de capitalización al sistema público de reparto que existía hasta ese momento.