España no es un país muy dado a unanimidades. Pero si hay algo en lo que coinciden a izquierdas y derechas, en Madrid y en Barcelona, la casta y la gente, es que el chivo expiatorio de esta crisis será el sector bancario. El malvado oficial de la recesión se sienta en la cabecera del consejo de administración de una entidad financiera del IBEX.
Pero incluso los malvados de película tienen su propia versión de los hechos. Y la gran banca española ha explicado la suya la pasada semana. Ni rescate, ni ayudas públicas, ni fraude masivo en las hipotecas. Los ejecutivos españoles están un poco hartos de que se les culpe de todo excepto de la muerte de Manolete. Y por primera vez en años han dado un paso adelante. Pequeñito, no se crean. Con matices y a media voz. Casi pidiendo perdón. Pero ha sonado a reivindicación de su trabajo y de su sector. Con dos mensajes principales: 1. en España no ha habido rescate a los bancos, sino a las cajas; y 2. si hay algo que ha funcionado bien en nuestro país desde hace décadas ha sido la ley hipotecaria… cuidado con los experimentos.
La chispa que ha encendido la mecha del enfado de los banqueros ha sido la sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea sobre las cláusulas suelo. Ya en anteriores presentaciones de resultados habían protestado por el injusto trato que, en su opinión, reciben por parte de prensa y políticos. Pero ahora han explotado. El Gobierno amenaza con una nueva Ley Hipotecaria y el sector se teme lo peor. Por eso, quien más quien menos, casi todos han aprovechado la presentación de resultados de 2016 para poner los puntos sobre las íes. Al menos, sus puntos sobre sus íes. Como no es muy habitual, ha llamado la atención.
¿Rescate? Sí, a las cajas polítizadas
El primer motivo de queja tiene que ver con el relato de una crisis que se ha resuelto dejando caer al hombre corriente para "rescatar a la banca". Desde Ana Botín a Francisco González, todos los interpelados han respondido lo mismo: sanear los balances de sus entidades no le ha costado ni un euro al contribuyente español. Lo que se ha tenido que salvar han sido las cajas de ahorro, banca pública en manos de políticos que las llevaron al desastre.
No sólo eso, han repetido unos y otros. Es que además los bancos han tenido que desembolsar entre "20.000 y 30.000 millones de euros" para contribuir al rescate de las cajas a través del Fondo de Garantía de Depósitos. "Se habla de bancos y banqueros y hay que hablar de cajas y cajeros", aseguraba Francisco González el miércoles en Madrid. María Dolores Dancausa, de Bankinter, apuntaba en la misma dirección: "El sector financiero se ha equivocado. Se hicieron cosas mal. Pero hay que diferenciar, porque fueron las cajas las que tuvieron problemas". Y Botín o Jordi Gual, de Caixabank, vinieron a decir más o menos lo mismo: en lo que respecta a sus entidades, no sólo no han visto un duro, sino que sacar del pozo a las cajas les ha salido por un pico.
Esto es importante, no sólo por lo que tiene de reivindicación del papel de los bancos, sino por las alternativas que se ponen sobre la mesa en estos días. Hay partidos políticos que hablan de crear una banca pública potente, piden que se mantenga Bankia o BMN en manos del Estado y culpan a la codicia de los banqueros del desastre acaecido a partir de 2010-11. Por eso, en el sector recuerdan que han sido las entidades en manos de los partidos las que quebraron, las que peores prácticas comerciales cometieron y las que han terminado en los tribunales por un motivo u otro.
Los experimentos, con gaseosa
Sin embargo, no ha sido el agravio comparativo con las cajas lo que ha generado más protestas. De hecho, esta parte casi se da por descontada. No parece que en el sector tengan muchas esperanzas de que su imagen pública mejore, al menos en el corto plazo. Lo que ha provocado la reacción de las entidades ha sido el anuncio del Gobierno de que habrá una nueva ley hipotecaria. Y su coincidencia en el tiempo con la sentencia del TJUE sobre las cláusulas suelo. Porque lo que se transmite a la opinión pública es que hay que reformar la norma porque la que está vigente ahora mismo es un regalo a la banca a costa del consumidor. Y por ahí no pasan. Los siete grandes han protestado. Cada uno a su manera, pero todos con un denominador común, el recurso a unas cifras que dicen que España es el segundo país de la Eurozona con más porcentaje de personas viviendo en una vivienda de su propiedad (más del 80%) y uno de los países en los que estos créditos se conceden con mejores condiciones, un punto por debajo de la media europea.
Santander – Ana Botín: "El mercado hipotecario ha funcionado bien. El 83% de los españoles tiene su casa en propiedad. [En estos años] el conjunto del sector ha realizado 100.000 operaciones de reestructuración de deudas. El coste del préstamo hipotecario en España está un punto por debajo de la media europea".
BBVA – Francisco González: ""Los consumidores se pueden ver perjudicados, cuando teníamos un sistema hipotecario que funcionaba muy bien. Conseguir un crédito hipotecario en nuestro país ha sido baratísimo; más barato que la media europea y también ha permitido a más gente convertirse en propietarios. Y se está demonizando al sistema hipotecario todos los días. A partir de ahora, puede cambiar desde el punto de vista de costos: lo natural es que los futuros clientes se encuentren con unas hipotecas que se van a encarecer".
Caixabank – Jordi Gual: "La actual Ley Hipotecaria ha sido buena y ha funcionado muy bien. Cualquier modificación legislativa que aporte mayor claridad y seguridad jurídica será bienvenida".
Bankia – José Ignacio Goirigolzarri: "No puede ser que cualquier problema lo aguante la cuenta de resultados de la banca. Mejoremos lo que haya que mejorar, pero no nos olvidemos de las cosas buenas del mercado hipotecario español. Ha permitido un acceso a la vivienda de más del 80%, frente al 61% de media de la UE, 59% de Francia y 44% de Alemania. La cuota anual media para una familia española por su hipoteca es un 20% inferior a la que paga una familia alemana".
Popular – Ángel Ron: "Debemos dejar actuar a la Justicia y nuestro anhelo es que sea justa con todos, también con el sector financiero. En un pretendido afán de atender el interés del consumidor como interés jurídico, se está poniendo en riesgo la seguridad jurídica".
Sabadell – Josep Oliu: "Gracias a la ley hipotecaria España se ha desarrollado, los españoles tienen su piso, han podido ahorrar y tienen un grado de seguridad jurídica muy elevado. No se puede pretender cambiar las leyes ante casos concretos. Hay problemas sociales que no son consecuencia de la ley hipotecaria. Intentemos solucionar los problemas sociales, pero no hace falta cambiar la ley hipotecaria".
Bankinter – María Dolores Dancausa: "No se pueden alterar las reglas de juego a mitad de partido, eso es muy peligroso. Y hay que tener mucho cuidado porque puede retraer a muchas personas a invertir [en el sector financiero]".
Es llamativa tanta unanimidad entre los que, al fin y al cabo, no dejan de ser rivales. Pero tanto en las declaraciones públicas como en el off the record, todo el sector coincide en un mensaje: si de algo puede presumir España es de su Ley Hipotecaria y de lo bien que ha funcionado en el último medio siglo, ayudando a ahorrar y construyendo un país de pequeños propietarios que viven en sus casas.
Y hablan no sólo mirando al pasado, sino también al futuro. Una hipoteca es un producto muy complejo para el consumidor que lo firma, pero también para la entidad prestamista. Hablamos de un crédito con un plazo que no vencerá hasta dentro de 3-4 décadas. Un período de tiempo en el que puede pasar de todo. No hay más que pensar en cómo ha cambiado la vida para un español que se hipotecase a 30 años en 1985. ¿Cuántos tipos de interés diferentes ha visto? ¿Alguien podía imaginar en aquel año la aparición del euro? Si ni siquiera estábamos en la UE todavía.
Pues bien, por eso, en el sector hay dos palabras mágicas que todo el mundo repite: "Seguridad jurídica". El miedo a que la dirección marcada en la sentencia judicial sobre las cláusulas suelo se generalice es palpable. Si un apartado como éste, que fija un tipo de interés mínimo, se considera demasiado complicado de entender para el consumidor, ¿qué tipo de cláusula puede incluirse en un contrato que no sea susceptible de recurso dentro de un lustro o en la próxima crisis? Se teme que un Gobierno en minoría legisle al rebufo de las sentencias judiciales y empujado por una oposición beligerante. ¿Y luego qué? Porque la respuesta del mercado puede llegar muy rápido, en forma de menos hipotecas, sobre todo para aquellas familias de menos ingresos, y tipos más elevados. Y ese 80% de propietarios puede quedar como un recuerdo de otra época.
Las cláusulas, caso a caso
Las cláusulas suelo también están detrás del tercer tema estrella en las ruedas de prensa de los últimos días. Porque todos, los que tienen esas cláusulas y los que no, se han tenido que pronunciar sobre las sentencias judiciales, sus consecuencias y su actitud ante las mismas. Aquí la banca se ha dividido. Por un lado van Bankia y BMN, las dos entidades en manos del Estado, que es su accionista mayoritario a través del Frob. Ambas han decidido pagar todas las reclamaciones de cláusulas suelo y olvidarse de los tribunales. No lo hacen porque crean que se comercializaron mal (en ningún momento Goirigolzarri insinuó algo así en la rueda de prensa de Bankia), sino por una cuestión de coste/beneficio: creen que perderían muchos casos y no les sale rentable pagar el coste de los abogados para ganar unos pocos recursos.
Pero los bancos privados pelearán. Y lo harán porque creen que les costará menos ir a juicio que pagar a todos los afectados: por ejemplo, Caixabank calcula que si todos los afectados reclamasen y ganasen, perdería 1.250 millones, pero sólo ha provisionado 625 millones, porque cree que en muchos casos las cláusulas estuvieron bien comercializadas. Y lo mismo BBVA o Sabadell tampoco pagarán por defecto. Oliu, por ejemplo, aseguró que sus cláusulas son "legales y transparentes".
En esta cuestión hay al menos dos frentes abiertos muy interesantes. El primero tiene que ver con la reivindicación de sus prácticas comerciales incluso en un momento de reveses en los juzgados. Los bancos creen que la comercialización de las hipotecas se ajustó a derecho y cumple con los requisitos fijados por el Tribunal Supremo. Saben que perderán (esto no lo dicen en público, claro) algunos casos, pero quieren dar la batalla. Entre otras cosas porque sienten que tienen la razón de su parte y se están cambiando las reglas del juego a mitad de partida.
Pero además, hay una segunda derivada que tiene que ver con la actitud de las dos entidades en manos del Estado. La sensación entre sus rivales es que se aprovechan de su posición para dar unas condiciones que no otorgarían si tuvieran que responder ante sus accionistas. El más contundente fue Francisco González: "A mí también me gustaría ser Papá Noel y hacer regalos todas las mañanas, pero no podemos porque tenemos un millón de accionistas privados a los que debemos proteger". Mientras, Goirigolzarri asegura que su decisión es técnica y que sólo buscan proteger a sus accionistas. En esto no habrá acuerdo. Pero en lo fundamental, las grandes entidades españolas sí han mostrado un frente común. Ni rescate, ni ayudas públicas ni fraude masivo: quizás por primera vez desde que comenzó la crisis, la banca saca las uñas en defensa de su imagen.