Cada mes, las estadísticas de empleo que comunica el ministerio de Trabajo apunta que alrededor del 90% de los contratos firmados durante los últimos treinta días son de duración temporal. Las voces más críticas con la reforma laboral no dudan en utilizar estas cifras para afirmar que la modificación del mercado de trabajo introducida en 2012 ha llevado a la "precarización" del empleo.
Sin embargo, las series largas sobre el mercado de trabajo que han publicado el propio ministerio y la escuela de negocios IESE nos cuentan una historia muy distinta. En realidad, si evaluamos los últimos treinta años podemos comprobar que, bajo los gobiernos de Felipe González, José María Aznar, José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy, la temporalidad siempre se ha movido en el entorno del 90% del total de nuevos contratos firmados.
Como muestra la siguiente gráfica, en los años de Felipe González se vieron tasas comprendidas entre el 91% y el 95%, mientras que en la Era Aznar se registraron niveles cercanos al 91%. Con Zapatero en La Moncloa, este porcentaje creció hasta el entorno del 93%, niveles similar al que se ha registrado en los años de gobierno de Rajoy.
Lo que está claro es que la aprobación de la reforma laboral en 2012 no ha supuesto un antes y un después en cuanto a la temporalidad. En realidad, tanto en los cuatro últimos años como en el período que va de 1985 a 2012, el mercado de trabajo ha presentado siempre un nivel de temporalidad similar en los nuevos contratos anunciados mes a mes. La media en los treinta últimos años ha sido del 92%.
De hecho, si restringimos el campo de estudio al período que va de 2008 a 2016 podemos ver que la temporalidad ha supuesto siempre entre el 91% y el 94% de los nuevos contratos firmados. Así lo refleja la siguiente gráfica.
Pero, ¿significa esto que la inmensa mayoría de los ocupados españoles tiene un contrato de duración definida? En absoluto. Los números del INE son claros: tres de cada cuatro trabajadores tiene un empleo indefinido, De hecho, si evaluamos los quince últimos años vemos que, a raíz de la destrucción de empleo en los años de la crisis, el porcentaje de empleo indefinido sobre el total ha crecido del 65-70% al 75%.
¿Cómo se explica, entonces, que mes a mes escuchemos que la mayoría de los contratos firmados son temporales y que, al mismo tiempo, el grueso del empleo sea indefinido? La clave radica en el hecho de que el empleo fijo, por el mero hecho de serlo, no supone la firma reiterada de contratos, mientras que la ocupación con duración definida sí exige firmar acuerdos laborales con más frecuencia.
Así, si España fuese un país con apenas cuatro trabajadores ocupados, lo que veríamos es lo siguiente: tres de esos empleados no suscribe contrato alguno, ya que su empleo es indefinido, mientras que uno de esos cuatro sí firma varios contratos a lo largo del año, debido a que sus relaciones laborales tienen fecha de caducidad. Así, suponiendo que ese cuarto trabajador firma dos contratos de seis meses a lo largo del año, veríamos que "el 100% de los contratos firmados son temporales" a pesar de que "el 75% de los asalariados tiene un contrato de duración indefinida".
Según los datos oficiales que ha comunicado el ministerio de Empleo, los contratos de menos de tres meses de duración han sido firmados por apenas un 4% del total de asalariados, mientras que el número de trabajadores con un empleo de menos de un mes de duración suponen menos del 1% de toda la fuerza laboral ocupada. Por tanto, solo un 5% de los trabajadores tiene contratos de corta duración.