Mientras la Unión Europea sigue hablando de armonizar el Impuesto de Sociedades, la mayoría de países desarrollados está optando por desmarcarse de estas propuestas y anunciar nuevas rebajas de los impuestos exigidos a las empresas.
Esta intensificación de la competencia fiscal tiene a Irlanda como epicentro. El Tigre Celta impone una tasa general del 12,5% y ofrece un tipo reducido del 6,25% a las empresas que derivan sus ingresos de patentes desarrolladas y registradas en suelo irlandés. Otro factor determinante a la hora de impulsar la competencia tributaria es la victoria de Donald Trump en las Elecciones Presidenciales de Estados Unidos. El candidato republicano defendió durante su campaña a la Casa Blanca la rebaja del Impuesto de Sociedades al 15% y gurús como Arthur Laffer anticipan que este importante recorte fiscal para las empresas será una realidad antes de 2018.
Al calor del éxito irlandés y de la apuesta estadounidense, no son pocos los países en los que se plantean nuevas rebajas del Impuesto de Sociedades. Es el caso de grandes potencias como Japón, Reino Unido, Francia o Italia, pero también de Bélgica, Eslovaquia, Polonia, Noruega, Finlandia, Australia, Hungría, Estonia, Letonia…
Pero ninguno de estos países ha avanzado tanto como Israel a la hora de configurar un nuevo marco fiscal favorable a las empresas. Como ha explicado en las últimas semanas el ministerio de Economía, Israel está preparándose para una reforma de sus normas tributarias que dejará la fiscalidad societaria en niveles muy favorables.
El encargado de vender estos cambios impositivos es Amit Lang, director general del ministerio de Economía israelí. A lo largo de un road show por Estados Unidos en el que ha mantenido encuentros con empresas de primer nivel, Lang ha explicado que el objetivo de la Administración Netanyahu es que cada vez más empresas se animen a trasladar su base de operaciones a su país.
Nuevos tipos del 4%, 6% y 12%
En la actualidad, según recoge Bloomberg, hay 270 multinacionales que mantienen oficinas de I+D en Israel. Para que esas cifras sigan creciendo, el Impuesto de Sociedades va a quedar fijado en el 25%, pero se van a generalizar dos regímenes especiales que hasta ahora se aplicaban de manera más limitada.
Así, aquellas empresas grandes que registren unas ventas superiores a los 2.500 millones de dólares podrán beneficiarse de una tasa reducida del 6% en el Impuesto de Sociedades, mientras que la mayoría de las compañías de pequeño y mediano tamaño se podrá acoger a un gravamen especial del 12%.
A esto hay que sumarle otra reforma en el código fiscal que reducirá sustancialmente el impuesto que grava el reparto de dividendos. Hasta ahora, la tasa aplicada era del 20%. Sin embargo, los planes anunciados por Amit Lang en su gira por Estados Unidos apuntan a un nuevo tipo del 4%.
Además, se creará un nuevo chárter en el que entrarán aquellas iniciativas empresariales que sean declaradas de interés especial. Bajo este marco, se aplicarán tipos de entre el 5% y el 8%, dependiendo de la ciudad en que se desarrollen estos proyectos. La duración de este paquete será de al menos diez años, garantizando por ley que la fiscalidad nunca supere esos umbrales.
Todo preparado para que entre en vigor en 2017
Hace medio año, el Plan Económico del gobierno de Netanyahu contemplaba estos cambios fiscales. El Ejecutivo israelí diseñó el nuevo paquete con la mente puesta en las recomendaciones de armonización fiscal que quieren impulsar los técnicos de la Unión Europea y la OCDE.
¿Y qué va a hacer Israel para cuadrar el círculo y asegurar la plena compatibilidad de su nuevo marco fiscal con las exigentes normas que proponen los entusiastas de la armonización impositiva? La clave radica en mantener un tipo general compatible con la media de las economías desarrolladas (25%) y adoptar los gravámenes reducidos (de entre el 4% y el 12%) que se aplicarán vía deducciones y siempre que las compañías cumplan una serie de requisitos (principalmente, al igual que hace Irlanda, ligando el pago de impuestos a las actividades de I+D)