Esta vez sí. Que sí. De verdad. Ahora no habrá sorpresas. Palabrita del niño Jesús. A Cristóbal Montoro, este jueves por la mañana en el Congreso, sólo le ha faltado prometerlo con la mano encima de la Constitución o la Biblia. El ministro de Hacienda y Función Pública acudía, a petición propia, a la Comisión de Hacienda de la Cámara Baja, con el objetivo de hacer un resumen de cuál será la política presupuestaria y fiscal del Gobierno de Mariano Rajoy para la próxima legislatura. Y ha dedicado buena parte de su intervención al déficit público y a los objetivos pactados con Bruselas. Unos objetivos que, hay que recordarlo, no se han cumplido ni una sola vez desde que llegó al Ministerio en 2012. Hasta ahora… o eso es lo que asegura el ministro.
Montoro se ha puesto hoy la gorra del estricto guardián de las cuentas públicas, al menos en su discurso. Ha recordado que el déficit ha pasado del 9,3% registrado en 2011, cuando el PP llegó al Gobierno, al 4,6% con el que espera cerrar este año. Y ha afirmado que para el año que viene está convencido de que la cifra bajará al 3,1%. Eso sí, para convencer a los diputados asistentes no ha ofrecido mucho más que su palabra. Porque ni una sola medida nueva se ha puesto sobre la mesa.
De acuerdo a la versión del ministro, los 16.000 millones de euros de reducción del déficit, que serían necesarios para pasar del 4,6% de 2016 al 3,1% de este año que ahora comienza, se conseguirán sólo con la subida del Impuesto de Sociedades pactada a finales del pasado año con el PSOE (y que los empresarios han anunciado que recurrirán por ir contra la seguridad jurídica) y con los efectos del crecimiento económico que se espera para los próximos meses. Todo el ajuste se fía a la mejora de la coyuntura.
No hablamos de una cifra menor. De hecho, el propio ministro ha reconocido que este año que ahora comienza será el "más difícil de la legislatura" en lo que hace referencia al ajuste de las cuentas públicas. Hay que recordar que el déficit de las administraciones españolas pasó del 7% en 2013, 6% en 2014, 5,1% en 2015 y 4,6% (con suerte) en 2016. Pues bien, ahora el ministro asegura que recortaremos el equivalente a un punto y medio del PIB en un solo ejercicio. Y lo conseguiremos, si nos creemos a Montoro, sin recortes de gasto ni subidas de impuestos, sólo con el incremento de recaudación asociado a la mayor actividad económica.
En este sentido, hay que recordar que el 4,6% del que presume el Gobierno no era el objetivo de déficit para 2016. El pasado año, España lo comenzó con un objetivo del 2,8% y luego se pactó con Bruselas subirlo al 3,6%. Pues bien, ni uno ni otro. Si no hay sorpresas, nos quedaremos en el 4,6%... y por poco, según las estimaciones de la Airef. Eso sí, según el ministro es la última vez que esto ocurre. A partir de este ejercicio, ni una décima por encima de lo acordado con nuestros socios.
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Como ya hemos apuntado, en cuanto a novedades, la comparecencia de Montoro no ha ofrecido demasiado a lo que agarrarse:
- Déficit para 2017: Montoro asegura que conseguiremos una reducción de "16.000 millones de euros" en 2017, la cifra comprometida con Bruselas. "2018 será más fácil", ha apuntado. Incluso, ha asegurado que en 2018 España "saldrá del procedimiento de déficit excesivo" o lo que es lo mismo, que bajaremos del 3%, tras una década incumpliendo con el Pacto de Estabilidad y Crecimiento. En este sentido, hay que recordar que los objetivos pactados con la UE para los próximos años son del 4,6% del PIB en 2016, 3,1% en 2017, 2,2% en 2018.
- Aumento del gasto: Montoro ha reconocido que el discurso de austeridad con el que el Gobierno llegó en 2012 (se haya cumplido o no ese discurso) ya es parte del pasado. A pesar de la necesidad de reducir el déficit en 1,5 puntos del PIB, el ministro no prevé ninguna reducción del gasto. Si acaso, se conforma con que "nuestro gasto público se incremente a menor ritmo que la actividad económica, para que el gasto/PIB descienda".
- Multas para los morosos: quizás lo más novedoso de la comparecencia ha llegado en este punto. Montoro ha apuntado que se plantea penalizar fiscalmente a las grandes empresas que incumplan con la normativa sobre morosidad y paguen a sus proveedores con un plazo superior al legal. "No es aceptable que con una ley de Morosidad vigente" las grandes empresas puedan "forzar condiciones de financiación a pequeñas empresas", ha asegurado. Para resolverlo, apuesta por trasladar al sector privado lo ya vigente en el sector público: "El Gobierno sí puede actuar en esta materia, por ejemplo, utilizando penalizaciones en materia tributaria".
- Recaudación: en lo que hace referencia a los ingresos tributarios, Montoro se ha mostrado confiado en que seguirán creciendo, como en los últimos ejercicios. No sólo eso, sino que también ha avanzado que la recaudación de 2016 ya está en los niveles pre-crisis (año 2007) tanto en IRPF como en IVA. Y en Impuesto de Sociedades, también se logrará un fuerte incremento en los ingresos, con la subida (aunque el ministro asegura que no es tal) aprobada a finales del pasado año. A lo largo de toda su comparecencia y también en la respuesta a las preguntas de los grupos, Montoro ha repetido una y otra vez que todo el peso de las nuevas medidas tributarias caerá sobre las grandes empresas. En el argumentario fiscal del Gobierno, el primer punto es éste: no hay subidas de impuestos... y, si las hay, las pagarán sólo las grandes empresas (por cierto, un punto en el que todos los grupos han coincidido: de izquierda a derecha del arco parlamentario, los partidos se unen para pedir que las compañías paguen más impuestos).
De esta manera, el Gobierno prevé que la recaudación procedente del IRPF y del IVA en 2016 sume cerca de 135.000 millones de euros (por encima de lo ingresado en 2007). De esta forma, Montoro apuesta a que cuando se cierren las cuentas del pasado año, se podrá certificar una recaudación del IRPF superior a los 72.000 millones, mientras que el IVA rozará los 73.000 millones, cuando en 2007 se había quedado en menos de 56.000 millones. Con estas cifras, el ministro se ha mostrado optimista e incluso ha llegado a decir que su intención es bajar el IRPF a lo largo de la legislatura.
- Financiación autonómica: se esperaba algún anuncio en impuestos (y no lo ha habido) y también en financiación autonómica y local, una materia en la que el Gobierno y el PSOE han llegado a varios acuerdos en los últimos días. Pues bien, tampoco aquí Montoro ha presentado novedades. El ministro se ha limitado a asegurar que otro de los grandes proyectos de la legislatura "es la reforma de la financiación de CCAA y local". Se ha comprometido a "renovarla, remozarla, actualizarla, reinventarla", con el objetivo de que incluso "los más críticos" con el modelo actual "se encuentren bien" con el nuevo.
Aquí, Montoro ha vuelto a tirar de optimismo y ha defendido que "es una oportunidad hacerlo ahora", tanto por razones económicas como políticas: "No es lo mismo acometer una reforma de la financiación autonómica y local con un déficit pavoroso que con las administraciones locales en superávit y las CCAA por debajo del 1% y con una senda de 0% para 2019. También es una oportunidad en términos políticos. No se puede auspiciar una nueva financiación contra el criterio" de los gobiernos autonómicos. Eso sí, "o nos ponemos de acuerdo o no hay sistema de financiación", ha advertido.