Tener propiedades, pero no poder venderlas se puede convertir en un calvario. Esto es lo que le ocurrió a Emilia Dávila, una vecina de Mataró que , por culpa de unos okupas, se ha tenido que ir a vivir a un trastero. Hoy vive de la caridad y sus cuentas han sido embargadas, según La Vanguardia.
El origen de su fortuna proviene de una empresa textil que Miquel Nonell, su marido ya fallecido, creó hace ya algunos años, pero que la crisis llevó a la ruina. Sumida en la quiebra, la familia Nonell decidió poner a la venta su última propiedad, un recinto de 3.000 metros cuadrados en el paseo Cabanelles de Mataró, "pero antes de darnos cuenta ya habían entrado okupas, que forzaron una ventana". Ahora Emilia malvive en un trastero, angustiada, pendiente de un inminente desahucio. Aunque cuenta con posibles compradores interesados en hacerse con el inmueble, no puede venderlo porque se han instalado en él los okupas del ateneo popular La Trama.
Además, carece de fondos para el proceso de desalojo. "Los abogados nos piden más de 6.000 euros", asegura. A la espera de que se resuelva la situación, Emilia y sus hijos no pueden acceder a su propiedad y tampoco a sus cuentas bancarias. "En los servicios sociales dicen que no nos pueden atender porque tenemos propiedades", relata Emilia.
Además, la familia señala que Mataró es un pueblo pequeño y, como en todos los pueblos, la mayoría de las familias se conocen entre ellas. "Los okupas son hijos de antiguos compañeros de escuela como médicos, abogados y gente de bien, con hijos okupas que conducen coches de 30.000 euros, pero que nos tienen en la miseria".