Cuando a Nicolas Sarkozy le preguntaron por la posibilidad de que François Fillon se presentase a las primarias de la derecha francesa, el expresidente se tomó a broma su candidatura y presentó al ex primer ministro como un político poco relevante. El paso del tiempo fue debilitando la candidatura de Sarkozy y apuntalando la de Fillon, que fue ganando adeptos conforme avanzó el proceso de Los Republicanos, la nueva marca electoral de la vieja UMP.
En una sociedad tan inmovilista como la francesa, la posible elección popular de Fillon como aspirante al Elíseo se antoja, cuando menos, sorprende. Podría decirse que Fillon es todo lo liberal que puede ser un candidato a la presidencia francesa. No hablamos, claro está, de la reencarnación de Margaret Thatcher, como afirman sus críticos, pero tampoco de un dirigente galo cualquiera. "Me quieren etiquetar como defensor de la economía liberal, yo sencillamente diría que soy un hombre pragmático", ha declarado.
Fillon fue la voz más reformista de la Era Sarkozy y llegó a declarar abiertamente que la República francesa está "quebrada". ¿Por qué no logró aplicar reformas de calado cuando estuvo al mando del gobierno? Sus defensores culpan al estallido de la Gran Recesión, al arrollador liderazgo de Sarkozy o a la presión de los sindicatos. Ahora, Fillon dice haber aprendido la lección y presenta un programa que podría resultar moderado en otros países pero que se antoja radical para los estándares franceses.
Y es que el favorito a la nominación presidencial de Los Republicanos quiere "relanzar la economía" con reformas de calado que se alejan del tono moderado y ambiguo de muchas de las propuestas de sus rivales en las primarias. Entre ellas, destaca su anuncio de bajar en 100.000 millones el gasto público o su plan para bajar en 50.000 millones los impuestos.
Las promesas de Fillon
En el plano fiscal, François Fillon reconoce que aumentará en 12.000 millones el gasto en seguridad, defensa y justicia. Sin embargo, su plan anuncia que el gasto anual se habrá reducido en 100.000 millones cuando su Presidencia haya concluido. Fillon ya empezó a revisar el gasto público en 2007, cuando lanzó una auditoría del sector público que fue interrumpida por la presión de los sectores más moderados de su partido. Ahora, el ex primer ministro promete retomar aquella iniciativa y anuncia medidas drásticas como la reducción de la plantilla de empleados públicos en 500.000 efectivos.
En lo tocante a los impuestos, Fillon quiere bajar en 40.000 millones los impuestos que soportan las empresas y también anuncia 10.000 millones de alivio fiscal para las familias. Su programa denuncia que "la Administración Hollande ha subido significativamente los impuestos de las clases medias" y subraya que "solamente rebajando la presión fiscal lograremos que las empresas sean más competitivas y las familias tengan más poder adquisitivo".
Fillon ha anunciado que, si llega a la Presidencia, impulsará una primera rebaja de impuestos a finales de 2017, con la entrada en vigor de medidas que ahorrarían 25.000 millones en las cotizaciones sociales que pagan las empresas. A esto se sumaría un posterior recorte del tipo general del Impuesto de Sociedades, que quiere llevar hasta el 25%.
El dirigente republicano también anuncia recortes de la fiscalidad que soportan los hogares que incluirían 3.800 millones menos por la vía de deducciones en el Impuesto sobre la Renta y 5.000 millones menos en el tramo de las cotizaciones sociales. Pero el paquete de reformas tributarias también incluiría la eliminación del Impuesto de Patrimonio (5.500 millones de euros) y la reducción de otros tributos como el Impuesto de Sucesiones o la Tasa de Transacciones Inmobiliarias.
El programa de Fillon también incluye una reforma del IVA, que subiría su tramo general en dos puntos aunque vería también reducidos algunos de sus tramos menores. El mandatario ha señalado que le preocupa la estabilidad fiscal y que, de no adoptar estas medidas recaudatorias, sus propuestas no lograrían llevar a Francia hacia el superávit presupuestario.
En cualquier caso, el grueso del ajuste anunciado recaería sobre el sector público, de manera que Fillon promete que el peso del gasto estatal sobre el PIB habrá bajado del 57% al 49% entre los años 2017 y 2022. Además, el aspirante a la nominación republicana también anticipa que la aplicación de su programa llevará el déficit del 4,7% del PIB planteado para 2017 a un escenario de equilibrio presupuestario en 2022. Sus medidas también frenarían la escalada de la deuda pública, que caería del 100% al 95% del PIB durante su mandato.
Fin a las 35 horas semanales
Fillon quiere favorecer el crecimiento empresarial cambiando la catalogación de las empresas. Hoy, una empresa mediana es aquella que tiene más de 10 trabajadores y una sociedad grande es la que emplea a más de 50. El republicano quiere que los nuevos umbrales sean, respectivamente, de 50 y 100 empleados. Esto supondría un notable ahorro en costes regulatorios, operativos, fiscales…
Su programa incluye el aumento de la jornada laboral a 39 horas, cambiando las leyes laborales del sector privado y elevando de manera automática las condiciones de trabajo de los empleados públicos. Además, Fillon habla abiertamente de "promover un cambio cultural que favorezca el emprendimiento, la adaptabilidad, la innovación y la asunción de riesgos", un discurso muy distinto a lo que escuchamos a menudo en los debates políticos de nuestro país vecino.