Hace escasos meses, en esta casa analizábamos la propuesta que barajaba el Banco Central Europeo (BCE) de eliminación de los billetes de 500 euros, usando prácticamente un único argumento: ser herramienta eficaz de lucha contra el fraude fiscal. Lo que parecía una utopía o un deseo carente de respaldo real, se ha convertido en una realidad en la India.
De golpe y porrazo, el primer ministro, Narendra Modi, anunció mediante comunicado oficial y una hora después su ministro de Economía, Shaktikanta Das, en rueda de prensa, la prohibición en la noche del 9 al 10 de noviembre de la circulación de los billetes de más alta denominación de su sistema monetario: los de 500 y 1.000 rupias. Al igual que en ocasiones anteriores y siguiendo el argumentario anteriormente esgrimido, el primer ministro Modi justificó la medida amparándose en que estos billetes se usaban para defraudar al Fisco y financiar el terrorismo.
La medida ha generado un efecto en cadena de rechazo por parte de los empresarios y los ahorradores que ven amenazada una vez más la seguridad jurídica. Por mucho que se empeñe el poder, una acción de estas características no es ni mucho menos inocua y altera de forma significativa la normalidad de las transacciones monetarias y financieras. Incluso su propio Banco Central ha advertido de las consecuencias negativas que esto puede tener para una economía que continúa con un crecimiento robusto y una inflación controlada.
India es un país "modelo" en materia monetaria. A lo largo de los siglos, los indios han sufrido más de un experimento monetario que les ha llevado a situaciones tanto de hiperinflación como a deflaciones profundas. A este respecto, uno de los mejores analistas de estos experimentos fue un joven John Maynard Keynes, el cual, recién graduado en el King's College de Londres, se marchó durante dos años (de 1906 a 1908) de funcionario al Gobierno Colonial británico en la India antes de volver a Cambridge con su "padre" en la Economía, Arthur Pigou, y con un puesto de profesor que financió de su bolsillo el autor de los "Principios de Economía", Alfred Marshall.
De aquellas vivencias en plena construcción del sistema bancario de la entonces colonia inglesa, Lord Keynes publicó en 1913 un memorando de construcción y asentamiento de las finanzas en la India denominado "Indian Currency and Finance". En aquel momento, Lord Keynes no defendía tanto un sistema de moneda de curso legal forzoso (por supuesto, en el marco del Patrón Oro) como una exigencia explícita a la banca local de capitalización y reservas.
Al mismo tiempo, Keynes exigía al Gobierno colonial y a la Comisión del Parlamento Británico para la India (de la cual formó parte nada más publicar el libro) el reconocimiento de un régimen monetario abierto, pero en el cual fueran integrándose todos los ciudadanos y controlado por un Banco Central.
Mucho ha cambiado la India desde entonces y más aún cuando se declaró la independencia en 1947 y la posterior creación en 1952 del actual Banco de la Reserva de la India. Sin embargo, los problemas monetarios siguen siendo de facto los mismos. Aún hoy, una buena parte de la población india sigue utilizando como dinero el oro (también la plata) para contratar y liquidar transacciones, colocando a India como el mayor consumidor de oro del mundo (más de 1.000 toneladas anuales), sólo desbancado desde hace un año por China. Más aún si cabe es su uso en la temporada de bodas y acontecimientos familiares que arranca a principios de septiembre y que en estos días se cierra antes de que llegue el invierno.
El mayor consumidor de oro
De forma estacional, la demanda de oro se dispara y se marcan los precios más altos del oro tanto en joyería como en orfebrería de todo el año. En esta ocasión, a la temporada de bodas en las que el oro es un elemento imprescindible de valor y afecto, se une la retirada de la circulación de los billetes de 500 y 1.000 rupias. Gracias a la combinación de estos factores, el precio del oro en India se ha disparado hasta máximos de 21 meses, vendiendo una onza de oro con una prima de 6 dólares por encima del precio oficial, el cual es ya de por sí más alto que en el resto del mundo por las restricciones que siguen pesando sobre la importación de oro en el país.
La situación es aún más severa en el mercado negro. Varios traders que operan en el mercado indio comentan que por 10 gramos de oro (es la unidad más comerciada, algo menos de un tercio de onza) se han llegado a pagar hasta 50.000 rupias frente a las 30.000 que marca el precio oficial. Aquí hay dos aspectos relevantes: por un lado, los comerciantes están buscando cobertura en el oro frente a posibles nuevas medidas en materia monetaria -incluso se sospecha que se pudiera llegar a prohibir de forma temporal la importación de oro- y, por otro lado, los billetes de 500 y 1.000 rupias están siendo intercambiados en el mercado a un precio superior al que marca su valor facial.
La ilegalidad, en cualquier mercado, se cotiza cara. Y eso es lo que está sucediendo en India con los billetes de alta denominación que han sido retirados de la circulación. Ésta era una consecuencia previsible, pero el miedo a una escasez de oro y el rechazo de la ciudadanía al papel moneda (manifestado en sendos procesos inflacionarios en los últimos 20 años) están poniéndose en precio en un mercado muy amplio, pero con referencias muy dispersas.
He aquí las intenciones ocultas de esta medida:
- Imponer el sistema monetario de dinero papel-electrónico, poniendo trabas a las transacciones tradicionales con oro y, poco a poco, ir impidiendo su uso en aras de un mayor control de la sociedad tanto en materia financiera como fiscal.
- Acabar con la corrupción política tras un estudio del Centro de Estudios Sociológicos indio que indicaba que la última campaña electoral fue financiada en su mayor parte por dinero negro con un coste por encima del estimado oficialmente de 24 millones de rupias.
Aunque la cuestión de la corrupción política sea importante, la verdadera preocupación del Gobierno de Modi es que sigue escapando a su control una muy buena parte de las transacciones diarias que se realizan en forma de oro. Sin embargo, con este movimiento, no sólo no tendrá más control, sino que, probablemente, se producirá un incremento notable del "mercado negro" donde los billetes, ahora ilegales, y el oro valdrán más de lo que marcan sus precios oficiales.
Javier Santacruz es economista socio de China Capital y profesor de IEB