Los españoles no se fían de las promesas de sus políticos. Al menos en lo que respecta a sus pensiones y a la sostenibilidad a futuro del sistema público. Por eso, más de la mitad pide que se establezca un complemento de capitalización (ahorro individual) dentro del sistema público de pensiones. Es el modelo más habitual en los países ricos de la UE y, aunque ningún partido se atreve a ponerlo encima de la mesa, parece que es una alternativa razonable para buena parte de sus electores.
Durante años, todos los partidos, a derecha e izquierda, han asegurado a los trabajadores que el modelo de reparto que está vigente era "sólido" y "sostenible", que "garantizaba" que podrían mantener su nivel de vida una vez que se jubilasen. Ahora, los españoles ya saben que no es así. Las noticias sobre el pobre estado de la hucha de las pensiones han puesto sobre la mesa un debate inevitable que los políticos han tratado de evitar. Que se vacíe el Fondo de Reserva no implica que se vayan a dejar de pagar las pensiones. Pero sí es un indicador claro de que el sistema es tan "sostenible" como nos habían vendido.
Al hablar de los problemas de la Seguridad Social, siempre se ponía un horizonte temporal lejano (2035-2040), como si hasta entonces no hubiera que hacer nada. Y no es cierto. En 2035 comenzará lo más complicado, dos décadas en las que la población de más de 65 años se disparará y no habrá un relevo demográfico a los trabajadores que se jubilen. Esto, además, no tiene vuelta de hoja: los jubilados de 2040 ya están trabajando y su relevo debería haber nacido ya... si no lo ha hecho, ya no se puede hacer nada.
Por eso, no es extraño que, quien más quien menos, muchos trabajadores tengan la mosca detrás de la oreja. Hace unos días, el Instituto Aviva (una iniciativa de la compañía de seguros del mismo nombre) publicaba los resultados de su III Estudio Ahorro, jubilación y riesgo, correspondiente al año 2016: de acuerdo a sus cifras, los españoles sienten que hay poca información, muchas dudas sobre el futuro y pocas certezas. Con todo esto sobre la mesa, suena lógico que comience a demandarse un nuevo modelo, que no sea simplemente un parche del vigente.
La pensión que no conocemos
El informe se realizó tomando como base una encuesta realizada a "2.045 individuos de 18 años en adelante, seleccionados de forma proporcional a las cuotas de población española (INE Avance del Padrón a 1 de enero de 2.015) en función del sexo, grupo de edad y Comunidad Autónoma". Se les hicieron diferentes preguntas relacionadas con su jubilación.
Un capítulo importante giraba entorno a la información disponible:
- A la pregunta de si "con el nuevo factor de sostenibilidad la revalorización de las pensiones dependerá de la esperanza de vida", el 49% afirmó que SÍ, el 19% que NO y un 30% "No sabe".
- "Sé cómo calcular mi pensión pública de jubilación y los parámetros a tener en cuenta": menos del 30% de los encuestados dieron una respuesta afirmativa. Un 72% no conoce las claves que determinarán cuál será su pensión pública.
- Futura pensión: 963 euros fue la media de las respuestas obtenidas.
Estas tres preguntas nos indican un enorme desconocimiento en un tema muy importante. Lo primero que hay que decir es que el nuevo factor de sosteniblidad (FS) que entrará en vigor en 2019 no afectará a la revalorización anual (para eso está el índice de revalorización que sustituyó al IPC) sino al cálculo de la primera pensión. El FS supondrá un descuento en el momento de la jubilación (y sí, será en función de la esperanza de vida) que se consolidará para el resto de la vida del beneficiario (ver aquí una explicación más detallada).
En cualquier caso, lo que denotan las respuestas es que no sabemos demasiado respecto a nuestra pensión. Ni lo que implican las últimas reformas, ni cómo se calculan las prestaciones, ¡ni siquiera cómo son esas prestaciones! La pensión media de jubilación de los nuevos pensionistas ascendió en 2015 a 1.342 euros al mes, casi 400 euros más de lo que los encuestados por Aviva creen.
Y una cuestión relevante: el desconocimiento sobre el sistema o la creencia de que la pensión será más baja cada año que pase no ayudan a la sostenibilidad del mismo. Si se extiende la percepción (por otro lado, bastante cierta) de que en el futuro no habrá mucha diferencia entre pensión máxima y mínima o entre cotizar 40 años o hacerlo 15, también crecen los incentivos para no salirse del sistema (trabajo en negro), cotizar lo menos posible (autónomo) o, directamente, para no trabajar.
Por cierto, hasta el 92% de los encuestados exige al Gobierno que comunique por escrito a cada ciudadano sobre la estimación de la pensión que le corresponderá. ¿Recuerdan la famosa carta que se prometió que llegaría a todos los mayores de 50 años, como en Suecia? Pues ahí sigue, durmiendo el sueño de los justos.
La pensión que no queremos
La encuesta también pregunta a los trabajadores actuales por sus preferencias de cara a su futura jubilación. Aquí también hay algunos datos muy relevantes.
- "Estaría a favor de que aumente la edad de jubilación según crezca la esperanza de vida": sólo el 38% dice que Sí, que está a favor. Curiosamente, son los mayores de 55 años (un 48%) los que más dispuestos se muestran a ampliar la edad legal.
- Eso sí, estamos resignados a que esto ocurra. El 78% de los encuestados cree que la edad de jubilación seguirá subiendo por encima de los 67 años, el nuevo límite legal.
- "Me gustaría seguir trabajando a jornada completa después de la edad de jubilación porque me quiero sentir activo": Apenas un 30% de los encuestados respondió afirmativamente, con un 70% que no querría verse en esta situación.
Es decir, que no queremos que suba la edad de jubilación, aunque pensamos que lo hará. Y tampoco nos apetece trabajar en un empleo normal, de ocho horas al día, una vez que lleguemos a los 65-67 años.
Las opciones que sí nos planteamos
A pesar de lo que hemos visto en las anteriores preguntas, los españoles asumen que habrá que hacer cambios y no están cerrados a todas las alternativas.
- "Me gustaría acceder a una jubilación flexible, compatibilizando la pensión con un trabajo a media jornada": dos de cada tres trabajadores, el 66% de los encuestados, está a favor de esta opción.
- "Tendré que trabajar más allá de la edad de jubilación para financiar mi retiro": el 63% acepta que éste es el futuro más probable. ¿Deseable? Pues según cómo se mire. Ya hemos visto que los españoles no quieren una jornada convencional de ocho horas, pero a la media jornada y a otras opciones más flexibles que les permitan seguir activos sí que están abiertos.
- "¿Con qué edad crees que te vas a jubilar?": Es curioso, pero apenas un 28% dice como edad probable de jubilación 68 o más años. La última reforma dice que la edad legal será 67 a partir de 2027 y casi todos los estudios apuntan que habrá que aumentar ese límite. En Alemania ya se habla abiertamente de 70 años (o incluso más a mitad de siglo), pero los españoles o no se lo creen o no quieren creérselo.
Esto quiere decir que no nos cerramos a trabajar más allá de la jubilación, especialmente si existe flexibilidad en la forma de plantear esta alternativa. Eso sí, los españoles somos optimistas respecto a cuál será la edad legal de retiro que nos tocará. La mayoría la situamos por debajo de los 67 años que, recordemos, ya están aprobados.
El ahorro que queremos, pero no hacemos
- "Nos podrías decir si ahorras para la jubilación": menos del 40% de los españoles tiene algún tipo de activo destinado a completar su pensión. Es uno de los porcentajes más bajos de la UE.
- "Creo que debería ser obligatorio que las empresas ofrezcan un plan de pensiones complementario a todos sus empleados": 76% de síes y 24% de noes.
- "Un porcentaje del salario se debería destinar a ahorro para jubilación de manera obligatoria": 61% de síes y 39% de noes.
Estas dos últimas preguntas son quizás las que más llaman la atención. En los medios de comunicación españoles y en los programas de los partidos políticos es tabú hablar de ahorro privado o capitalización de las pensiones. Aunque, como apuntamos anteriormente, es el modelo más habitual en el resto de Europa, en nuestro país no está encima de la mesa, ni siquiera como parte del debate.
Sin embargo, cuando se les pregunta a los trabajadores, no sólo no les asusta esta opción, sino que se muestran de acuerdo en incluirla dentro del sistema público. En Dinamarca, Holanda o Suecia, entre otros, los sistemas de ahorro privados obligatorios o semi-obligatorios llevan años actuando como complemento del sistema de reparto (el vigente en España). Hay muchas alternativas: planes de empresa, acuerdos sectoriales, cuentas de ahorro privadas... Pero todas tienen una cosa en común en común: cada trabajador tiene su propia bolsa de ahorro que va llenando poco a poco a lo largo de su carrera laboral y que está invertida en activos según su preferencia de riesgo. Por cierto, los tres países mencionados anteriormente no sólo están entre los ejemplos más citados por nuestros políticos cuando hablan de sus modelos a seguir... además, tienen los sistemas de pensiones más sólidos del mundo y con una tasa de sustitución (sumando la parte de reparto y la de capitalización) más elevada. Una tasa de sustitución, además, que no se verá afectada por los mismos problemas que la española, porque buena parte de la pensión depende del ahorro de cada individuo y no sólo de la demografía y las cotizaciones.
En cualquier caso, hay algunos matices importantes que hacer . Los españoles ahorramos poco, pero nos gustaría que el Estado nos obligase a hacerlo. Y la forma preferida es a través de "un plan de pensiones complementario" que la empresa estaría obligada a ofrecer. Como decimos, es una opción y es relativamente habitual en otros países europeos. Pero cuidado, quizás haya quien piense que eso no tendría coste o que sería el empresario el que tendría que pagarlo. No es cierto: éste plan sería otro coste laboral e impactaría en el sueldo del empleado. No hay nada gratis y ahorrar para la jubilación implica dejar de consumir parte de la renta en el presente. Pensar lo contrario es como hacerse trampas al solitario.