Si miran al cielo, todavía puede verse el listón que Podemos le puso a los demás partidos cuando apareció en el panorama político español. Llegaban impolutos, limpios, sin pasado, como meros tertulianos. Exigían a los demás que fueran exquisitos y si no lo eran que abandonaran la política. Pedían dimisiones a cualquier burócrata que llegara un minuto tarde al puesto de trabajo o que se hubiera saltado algún semáforo en rojo. Hoy, en aquel listón azotado por los vientos, reminiscencia de tiempos mejores, monumento vestigial de un pasado esplendoroso, solamente se posan pájaros de mal agüero.
Estoy bastante enfadado con todo el asunto que ha rodeado al prestigioso diputado, senador y portavoz don Ramón Espinar Merino. Creo que todos los medios, incluido éste en el que me permiten escribir (algo que agradezco), han tenido un comportamiento totalmente vergonzoso y poco profesional.
Vamos a ver. Podemos podría parecer un partido político, con políticos normales haciendo política. Pero realmente es un grupo de gente, de pueblo llano, de enormes personas ayudando a otras enormes y humildes personas. ¿Alguien duda de ello? Solamente hay que fijarse en cómo visten y no en sus salarios y en su pasado para saber que estamos ante gente sencilla que sabe lo que es vivir en precario y llegar con dificultad a fin de mes. Como ciudadanos normales deberían ser tratados los podemitas. Es inaceptable que se expongan a la opinión pública las vidas de los líderes de Podemos o que sus actos sean examinados con lupa como si fueran políticos tradicionales.
¿De qué van los medios?
Era PRISA, que lo hace todo al dictado de Cebrián y de la banca, la que destapaba la compra y venta de un piso protegido por parte del muy honorable señor Espinar. Sí, estas revelaciones en estas fechas solamente benefician a la candidatura errejonista (o errejoniana) en las primarias que el partido va a celebrar en Madrid.
No hay más elecciones a la vista como para que interese a otros grupos que se publique ahora este tema. Grupos que, seguramente, de haber tenido esta información, la habrían guardado para el futuro. Esto no quiere decir que pensemos que hay miembros de Podemos filtrando intimidades de sus compañeros. La buena gente jamás haría algo así, algo tan retorcido, tan propio de la antigua política.
Como ya hiciera Monedero para explicar su prestigioso informe económico para el Banco del Alba, Espinar no dudó en convocar una rueda de prensa para aclararlo todo. Celebró este amistoso encuentro con los periodistas lo más rápido que pudo, tras reunir los papeles necesarios, de los que no enseñó ninguno. Lo primero que hace un buen podemita es salir a dar explicaciones. Esto hay que ponerlo en valor.
Espinar comenzaba dando los buenos días a todos (calidad humana) y reconociendo que iba a dar la rueda de prensa "en la medida de sus posibilidades" (¿podría ser de otra manera?) al estar "francamente golpeado y francamente dolido". Hicieron daño a Ramón, sinvergüenzas.
Espinar explicó que él se apuntó al Plan de Vivienda Joven de la Comunidad: "Tú vas a una oficina, que yo creo que está por Cuatro Caminos, y te apuntas". Estaba tan nervioso que ni recordaba dónde está. Según la Comunidad de Madrid no se acogió al Plan Joven, pero bueno. Un errorcillo. Espinar aseguraba que le concedieron la vivienda por sorteo tras apuntarse al plan al que no se apuntó. Realmente fue la cooperativa la que eligió a ciertos clientes discrecionalmente y sin ni siquiera la necesidad de estar empadronado en Alcobendas.
Ramón aseguró que el precio de venta se lo fijaron y que tuvo que deshacerse de ella porque no podía pagarla. "Según se escritura la vivienda, yo pongo el piso a la venta", dice don Ramón. "La forma de deshacerse de la vivienda es vendiéndola, no hay ninguna otra fórmula", añade. Según ha asegurado la propia cooperativa, el podemita podría haber renunciado a su compra en cualquier momento sin perder un euro. Así que sí había otra fórmula.
.@ahorapodemos
— Mercedes Romón (@mromvi) 3 de noviembre de 2016
Uyyyy, el presidente d la cooperativa d CCOO q construyó la vivienda de @RamonEspinar dice lo contrario ¿Será un infiltrado? pic.twitter.com/jZQBmrOGVH
Quiero detenerme en este punto, que me parece clave. En 2010, el señor Espinar tuvo la oportunidad de renunciar a su vivienda y pudo recuperar su dinero. Es decir, a todos los efectos compró la vivienda en 2010 voluntariamente. Inmediatamente después, a los pocos minutos, seguramente se dio cuenta de que no podía pagar el piso, así que lo puso en venta forzado por un estado de precariedad que sufren millones de jóvenes en toda Europa y en otros continentes menos importantes.
Fíjense en la bondad del chico que, pudiendo recuperar su dinero, consideró más apropiado cumplir con su palabra y quedarse con la vivienda para luego venderla a un precio más alto. Es decir, Espinar, que es un chico aplicado y esforzado, no eligió el camino fácil. Cuentan algunos medios, con malicia y retorcimiento, que Espinar solicitó a la Comunidad de Madrid vender la vivienda por 140.000 euros y que luego la vendió por el precio que le dio la gana.
Casualmente, este precio era 35.000 euros más alto que el precio solicitado. Pero podría haber sido más bajo. ¿Por qué no? Esto son circunstancias que se dan en el momento y que escapan al control del agobiado vendedor, que lo único que quiere es quitarse la vivienda de encima lo antes posible.
Alguno podría decir que comprar a un precio y vender a otro precio más alto puede considerarse especulación. Lo cierto es que todo esto corresponde a una tradición ancestral, una convención social de intentar sacar beneficio de la que Espinar es solamente víctima, como lo fue en su día Tania Sánchez. En último término, es el capitalismo el que nos empuja a la ambición y la avaricia desmedidas.
Fíjense, en su primera rueda de prensa sobre este caso, Espinar comentó que el precio de venta de la vivienda se lo había fijado la Comunidad de Madrid. En su segunda rueda de prensa, dos días después, aclara que la Comunidad "admite la venta al precio máximo permitido". Es decir, el precio no estaba fijado y la vivienda podría haberse vendido más barata, pero él la vende todo lo cara que puede.
ABC y la COPE (al servicio de la Iglesia y los malvados obispos) encontraron un anuncio en el que Ramón Espinar intentaba vender la vivienda por 186.000 euros "no negociables". Lo de "no negociables" los medios lo destacan como algo negativo. Pero vamos a ver, Espinar es un buen joven que no cree en el libre mercado, así que es perfectamente coherente que no quisiera establecer una negociación sobre el precio de su vivienda.
Quería venderla, lo más cara posible, eso es verdad, pero ante todo, venderla. Y, es más, al final no pudo obtener la mencionada cantidad y tuvo que rebajar el precio hasta los 176.000 euros, señal clara de que quería deshacerse de esa lacra de pladur a toda velocidad y a un precio justo. Algunos dicen que Espinar mintió en rueda de prensa. Falso. Dijo simplemente cosas que no coincidían con la verdad.
Los medios, además, en su infinita sinvergonzonería, han asegurado que Espinar ganó unos 30.000 euros con la operación. Pero no descuentan todos los gastos (impuestos, gestoría, desplazamientos, el café que te tomas con el comprador…) que implican estas operaciones. Podríamos decir que Espinar prácticamente perdió dinero con todo este asunto.
Se ha criticado que el senador podemita ni siquiera hubiera ocupado la vivienda. Nunca vivió en ella. No entiendo que eso sea algo malo. El joven y apuesto Ramón, minutos después de comprar el piso y sabiendo que no iba a poder pagarlo, llega a la conclusión de que es mejor no desgastar la vivienda. Tal vez, en su infinita bondad, no llega ni a verla por dentro. Nadie cuida así las cosas.
Pero todo lo critican nuestros medios de la casta. Según la SER, cuando Ramón compra la vivienda, está realizando un máster. Espinar asegura que con las ganancias que obtuvo se pagó un máster y un ordenador. Tampoco las cifras han despertado confianza, pues el máster parece que costaba tres mil euros, así que el ordenador debía de ser bastante bueno. Las redes sociales se rieron del asunto, pero no han pensado en la importancia de que un estudiante tenga un buen ordenador.
En su día, Monedero también le dio gran importancia al uso que había dado al dinero obtenido por hacer su prestigioso informe. "Me lo he gastado en hacer La Tuerka", decía el profesor. Está claro que una cosa es obtener beneficio de forma polémica e incoherente y otra cosa es gastártelo en algo ilícito o absurdo. No es lo mismo robar un banco y luego gastarte el dinero en droga que gastártelo en libros de Neruda. Y esto lo entiende todo el mundo.
Espinar se pagó un máster universitario para así estar más formado cuando diera su salto a la política. Es decir, gracias a que especuló y ganó un poco de dinero con la venta de su vivienda, hoy tenemos un cargo público mejor preparado para servir a los ciudadanos, para servirnos a nosotros. Deberíamos agradecer a Espinar, y hay que decirlo así, que se lucrara y obtuviera justas ganancias con su vivienda de protección oficial.
Una vida llena de dificultades
Cuando Espinar hizo toda esta operación inmobiliaria que algunos medios de la casta y opinólogos sin criterio han descrito como 'chanchullo' o 'pelotazo', Ramón ni siquiera era político. Ni siquiera existía Podemos (¿cómo podíamos vivir sin Podemos?), así que difícilmente se puede decir que aquel chico de 2010 y el Ramón Espinar del presente sean la misma persona.
Además, ambos individuos, eso sí, son de izquierdas, lo que ya nos adelanta una cierta tendencia hacia la bondad. En el caso de Espinar quedó sobradamente demostrada cuando renunció a su salario de senador. Sí, era un salario que legalmente no le correspondía, así que no renunció a nada, pero él hizo el gesto, como yo cuando Pablo Iglesias renunció a ser vicepresidente. Es verdad que Espinar tuvo su vivienda protegida más de tres meses vacía, por lo que, según dicen, debió ser multado. Fíjense, cuentan también que el padre de Espinar aprobó tres créditos a la cooperativa con la que luego se lucró su hijo.
Podría haber un uso de información privilegiada, se rumorea. Pero creo que es mezclarlo todo: el hijo no tiene la culpa de que el padre conceda créditos ni de que le deje dinero a su hijo para comprar la vivienda. Prácticamente el padre obliga al hijo a comprar una vivienda que no quiere, en una cooperativa a la que la caja en la que trabaja ha concedido varios créditos. Es todo confuso, lo admito. Pero dejemos las operaciones inmobiliarias sospechosas a un lado y centrémonos en lo importante: la vida humilde de Espinar.
Vemos este tuit de 2012 en el que un doliente Ramón se quejaba de su precariedad:
Porque estoy hasta las pelotas de que mi precariedad sea la abundancia de los ricos #razonesjovenes29m
— Ramón Espinar (@RamonEspinar) 19 de marzo de 2012
Espinar tiene toda la razón. ¿Por qué los ricos son ricos y nosotros no lo somos? ¿Qué hace esa gente con toda esa abundancia? Este otro tuit de 2013, borrado por Espinar por algún motivo, mostraba esa misma situación de vivir al límite:
Ramón pudo irse de Erasmus, pero sus hermanas quién sabe si pudieron hacerlo. Los recortes en educación profundizaron las dificultades en una familia necesitada que no podía permitirse mandar a sus hijos a conocer discotecas por toda Europa. Lo típico de familias "más pobres".
En 2014, el joven proletario oprimido escribía este otro orgulloso tuit:
Estamos hablando de familias de obreros que alguien sin definir ha querido matar. ¿Necesitamos más datos para conocer el drama que vivió Ramón? Sí, los necesitamos. Es cierto que cuando el podemita escribía estos tuits, su padre tenía un buen salario y se había pulido 180.000 euros con su tarjeta black. Todos conocemos la historia. Este señor se gastaba mil euros en una tarde en una tienda de ropa o quinientos euros en una cena en un buen restaurante. A ello hay que sumar que Ramón junior ya había comprado y vendido su piso con jugosa plusvalía, especialmente para alguien tan joven.
Es la vida normal de una familia obrera que sabe lo que es la precariedad. No queremos valorar si el padre protegía más a Ramón que a sus hermanas (las sin Erasmus), pero todo esto invita a pensar que los Espinar no sufrían grandes dificultades económicas. Pero no se dejen engañar, que el señor Espinar senior sacara quinientos euros en efectivo cada vez que pasaba por el cajero debería invitarnos a todos a una reflexión sobre una situación que no conocemos.
¿Qué incoherencia?
Espinar ha criticado en numerosas ocasiones la especulación inmobiliaria:
@iacocoba Eso hay q cambiarlo: pasar de concebir vivienda como inversión-pelotazo a pensarla como derecho. No todos ganan, pero es básico
— Ramón Espinar (@RamonEspinar) 11 de abril de 2014
En la Comisión Anticorrupción de la Asamblea de Madrid el portavoz en el Senado de Podemos decía muy serio hace un año que "el objetivo final de la vivienda pública no es venderla, es garantizar el derecho a la vivienda de la ciudadanía que no puede acceder en mercado libre".
En otra ocasión declaraba que "lo primero que hay que hacer es sacar al mercado las viviendas que están vacías" para con ello conseguir "que bajen de precio". La primera parte sí la cumplió sacando al mercado su vivienda vacía (aunque tardó un año en "llenarla"). Lo de bajar el precio no pudo ser.
La pasada primavera Espinar dejaba esta declaración en un acto podemita en Tres Cantos:
"La vivienda es un derecho fundamental que debe prevalecer sobre el derecho a especular " @RamonEspinar #trescantos
— Podemos Tres Cantos (@CPodemos3C) 23 de febrero de 2016
Como ha defendido Podemos en diversas ocasiones estos días, si Espinar hubiera querido especular, habría esperado unos años para vender su vivienda a precio de mercado y sin tener que solicitar permiso a nadie. Sí, tendría que haber esperado un par de décadas para poder hacerlo y es raro que cupiera esa posibilidad cuando vendió la vivienda a toda velocidad porque, según él, no podía pagarla. Lo lógico habría sido renunciar al piso, dejar que otra persona pudiera acceder al mismo y no hacer negocio. Pero lo que en definitiva yo no entiendo es que ahora un político no pueda hacer una cosa y decir la contraria.
Un tema menor
Espinar parece que ha mentido por un asunto del pasado y ha hecho negocio con viviendas (de protección, para colmo). Dentro de la ley, por supuesto. Algunos piden su dimisión. Pero no pedían lo mismo cuando el ministro Soria mintió por un asunto del pasado y miren, ahí sigue en su puesto como si nada. Ni hablamos del caso del popular Echenique.
Señores, no se queden en la superficie. Desde que Podemos está en los ayuntamientos, España ha pasado de ser un país asolado por la hambruna a ser un país donde los jóvenes normales y de familia obrera les piden a sus padres 60.000 euros para la entrada de un piso.
Vamos a terminar con el que para mí es el argumento definitivo en defensa de Espinar. Por algo lo ha retuiteado el propio senador podemita. Nos lo trae el socialista (eso dice él) José Antonio Pérez Tapias:
3 de noviembre de 2016: el problema de España es el piso de @RamonEspinar . ¡Patético!
— JA Pérez Tapias (@japtapias) 3 de noviembre de 2016
Pérez Tapias tiene toda la razón. Pero vamos a ver, usted está en su casa tranquilo, viendo la tele, leyendo Libertad Digital, disfrutando de un buen café o de la compañía de un hijo tonto. ¿A usted qué más le da si Espinar consiguió su vivienda en un sorteo, en un concurso o por sistema digital (a dedo)? ¿Qué más da por cuánto vendiera aquel piso o cuánto especulara con él? ¿Verdad que no le afecta? Pues dejémoslo estar.
Miren, yo voy a ir al cine esta tarde a ver la última de Tom Hanks. ¿Creen que voy a estar toda la película pensando en el piso de Espinar? Como si no hubiera más problemas en España, como el bajo rendimiento de Cristiano Ronaldo o la cobra de Bisbal a Chenoa. No fue una cobra, se lo digo yo. Y Cristiano, Balón de Oro. ¿Espinar? ¿Quién era ése?