La crisis se solventará en España con una montaña de nueva deuda que habrá que pagar antes o después. Eso sí, no ha sido culpa de los españoles. No de todos, al menos. Han sido sus políticos los que han endeudado a los contribuyentes, mientras familias y empresas se apretaban el cinturón. El desequilibrio no puede ser más acentuado. En términos de deuda pública, somos uno de los países que más ha disparado sus números rojos. A cambio, la deuda privada es la segunda que más ha bajado en términos de PIB, sólo por detrás de la británica.
La semana pasada se publicaba el informe del FMI Fiscal Monitor de octubre de 2016: Debt Use It Wisely. Como vemos, el organismo dedicaba el número de otoño de este año a la evolución de la deuda en todo el mundo. Y sus conclusiones no son nada tranquilizadoras. No hay más que ver la frase con la que comenzaba el resumen ejecutivo:
La deuda global del sector no financiero —que abarca el gobierno general, los hogares y las empresas no financieras— se sitúan en la actualidad en un máximo histórico equivalente a 225% del PIB mundial. Dos tercios de esa deuda, es decir USD 100 billones, consta de pasivos del sector privado que, como lo documentan numerosos estudios, pueden entrañar enormes riesgos cuando alcancen niveles excesivos.
No es nada nuevo, pero cada año que pasa se hace más evidente que el mundo está dentro en una peligrosísima espiral, sobre todo en los países ricos. Las economías avanzadas han entrado en un círculo vicioso de bajo crecimiento, pocas reformas e incremento de la montaña de deuda sobre la que nos encontramos.
El siguiente gráfico es de otro informe, el que publicó McKinsey en febrero del pasado año: Debt and (not much) deleveraging. Como vemos, a nivel global, se ha disparado la deuda en todos los sectores. Hogares, gobiernos, sector financiero y empresas han incrementado sus números rojos desde el año 2000 y han seguido haciéndolo a partir de 2007. Eso sí, con una particularidad: tras el bofetón que supuso la Gran Recesión, el sector privado redujo el ritmo de crecimiento de la deuda. A cambio, los gobiernos disparaban la carga que soportan sus ciudadanos.
Pero esta es la foto general. Si miramos país a país, llegan los matices. Y en el caso de España, esos matices apuntan en una doble dirección. Como vemos en el siguiente gráfico, sacado del informe del FMI, en lo que hace referencia a la deuda del sector privado, somos los segundos que mejor lo hemos hecho. Sólo los británicos han reducido más su deuda respecto al PIB desde 2008. Esto habla de un esfuerzo muy importante de hogares y empresas, que han salido de la crisis ajustando gasto y desapalancándose.
Y mientras tanto, ¿qué han hecho nuestros políticos? Pues exactamente lo contrario: endeudarnos más de que ningún otro Gobierno del mundo. Según los datos del FMI, la deuda pública española ha pasado del 35% del PIB en 2007 al 100,1% con el que acabaremos este año. Son 65 puntos del PIB (lo que, en el caso español equivale a unos 700.000 millones de euros extra).
Entre las economías avanzadas, sólo en Grecia, la diferencia entre el nivel de deuda pública sobre el PIB entre 2007-16 es mayor. En el país heleno, han pasado del 103,1% al 183,4% del PIB en estos nueve años. Ni siquiera Portugal (del 68% al 128% del PIB), Italia (100% a 133%) o Irlanda (23,9% a 74,6%), los otros países rescatados de la Eurozona, han sufrido un incremento en la deuda pública similar.
Por último, tenemos la anterior tabla, también del informe de McKinsey. Los datos cambian un poco porque son a cierre de 2014 (los del FMI llegan a 2016), pero las conclusiones se mantienen. El caso de España es llamativo por la diferencia entre sector público, hogares y empresas. Habrá quien saque la conclusión de que los políticos son unos irresponsables, frente a la austeridad del sector privado. Pero hay que hacer dos matices muy importantes:
En primer lugar, esos políticos no han nacido de la nada, sino que han sido elegidos por los ciudadanos. De hecho, ningún partido político español ha exigido al Gobierno que recorte el gasto o controle el déficit o la deuda. Más bien al contrario. Los partidos españoles compiten por ver quién hace más promesas de gasto y la "austeridad" es un término negativo en el lenguaje político y de los medios de comunicación.
Por otro lado, lo que ocurre en España es que existe la curiosa creencia de que, como diría Carmen Calvo, "El dinero público no es de nadie"… y la deuda pública tampoco. Pero no es cierto. Quizás algunos contribuyentes piensen que la montaña de deuda que han generado los políticos desde 2007 sólo la pagarán esos mismos políticos o "los ricos", que en teoría son a los que van dirigidas todas las subidas de impuestos que se aprueban en España. No es cierto, la pagarán todos los contribuyentes. Por eso, el primer paso para cambiar las cosas sería que los votantes y los periodistas españoles reclamen a sus políticos que dejen de incrementar la deuda pública.
En el Reino Unido, por ejemplo, cualquier partido político que se presente a las elecciones con un programa de incremento del déficit o la deuda pública sabe que tiene los días contados. En los debates entre tories y laboristas, una de las obsesiones de estos últimos (con poco éxito) fue convencer a los votantes de que eran fiscalmente responsables. Luego, una vez en el poder, el Gobierno podrá hacer lo que quiera, pero al menos en la opinión pública británica, decir que se va a generar déficit y deuda se penaliza.
En España, por el contrario, una de las principales acusaciones que se le hace al Gobierno de Mariano Rajoy es que ha sido demasiado "austero". Los datos nos confirman que no ha sido así. Y a pesar de todo, ningún partido querrá presentarse a las próximas elecciones con promesas de menos gasto o control de las cuentas públicas. De hecho, quizás el único punto en el que todos coinciden es en pedir a Bruselas que suba los objetivos de déficit. De PP a Podemos pasando por Ciudadanos o PSOE, todos los partidos creen que la UE tiene que dejarnos gastar más. Como si ese déficit no hubiese que devolverlo o como si lo fueran a pagar unos marcianos.