Suiza, Singapur y Estados Unidos repiten como las tres economías más competitivas del mundo en el índice que elabora anualmente el Foro Económico Mundial. El estudio, que acaba de publicarse, incluye en el "top 10" a Países Bajos, Alemania, Suecia, Reino Unido, Japón, Hong Kong y Finlandia, mientras que España queda relegada al puesto 32, detrás de República Checa y por delante de Chile.
España ha mejorado de manera modesta su posición en el informe, pasando del puesto 36 en el año 2012 al número 32 registrado este 2016. No hablamos, en cualquier caso, de un cambio muy notable ya que la nota conseguida, en una escala que va de 1 a 7, apenas ha pasado de 4,6 a 4,7 puntos durante este periodo.
Francia ocupa el puesto 21 del ranking, mientras que Portugal se encarama al número 46, dos escalones por debajo del 44 en el que se encuentra Italia. Grecia se queda en el número 86, justo por detrás de Ucrania. En América Latina, los líderes son Chile, Panamá, México, Costa Rica y Colombia, mientras que Venezuela, Bolivia, Paraguay, El Salvador y Argentina aparecen a la cola.
Analizando la nota obtenida por España
Si desagregamos la nota de España según las diferentes categorías del estudio, comprobamos con claridad cuáles son los pilares que funcionan mejor y peor en nuestra economía. Alcanzamos el puesto 55 en instituciones, el 12 en infraestructuras, el 86 en entorno macroeconómico, el 30 en sanidad y educación, el 31 en formación superior, el 54 en eficiencia del mercado de productos, el 69 en ámbito laboral, el 71 en sector financiero, el 25 en preparación tecnológica, el 16 en tamaño del mercado, el 29 en sofisticación empresarial y el 38 en innovación.
Buceando en las profundidades del ranking dedicado a las instituciones, encontramos que España cae al puesto 106 en la subcategoría que mide la eficiencia o despilfarro del gasto público y se queda en el puesto 91 en el punto que mide si un país combate con eficiencia el desvío de fondos públicos. Apenas logramos el puesto 100 en el índice dedicado a la confianza de la sociedad en los políticos. Además, caemos al número 113 en la calidad de la regulación y al 78 en la facilidad del sistema judicial para resolver disputas de manera eficiencia.
Tampoco salimos bien parados en la protección de los derechos de propiedad (puesto 47) o en el ámbito del resguardo de la propiedad intelectual (puesto 41). La medición sobre pagos irregulares y sobornos nos deja en el puesto 43 y el estudio de la independencia judicial, en el 65. Además, caemos al 68 en la lista que mide la ausencia de sectarismo político en la toma de decisiones públicas.
En los elementos que componen el pilar macroeconómico, la deuda nos relega al puesto 126 y el déficit nos deja en el número 98. En la categoría de estudio dedicada al mercado laboral, vemos que el marco de contratación y despido se queda en el puesto 110, el impacto de los impuestos en los incentivos al trabajo nos deja en el número 103 y la dificultad de vincular salarios a productividad nos relega al puesto 102. Además, en el apartado financiero, preocupa la dificultad de las empresas para acceder al crédito (puesto 88) y la falta de adaptación del sector bancario a las necesidades del sector privado (puesto 83).