La información que trimestralmente proporciona el INE a través de la Encuesta de Población Activa (EPA) permite hacerse una idea sobre qué actividades garantizan más o menos encontrar un empleo. La EPA ofrece datos por sector y, con un mayor detalle, por rama de actividad, siempre que el desempleado lleve menos de un año buscando empleo, pues en caso contrario la estadística ya no contabiliza su actividad económica.
Por ejemplo, una visión más general por sector muestra que los desempleados que buscan trabajo en la construcción y, especialmente, en el sector primario -agricultura, ganadería o pesca- soportan una tasa de paro superior a los de la industria y los servicios. En los primeros casos, y con datos del segundo trimestre de 2016, dicha tasa es del 14% y del 25%, respectivamente, y en los segundos tan solo del 7% y del 9%.
Es llamativo el caso de la agricultura, dado que su tasa de paro supera a la media española -situada en el 20%-, pese a que sólo se contabiliza el sector si la búsqueda de empleo es menor a un año. Por su parte, en la construcción destaca la fuerte reducción de la tasa de paro desde el inicio de la fase de recuperación económica.
La mayor tasa de paro en la construcción y en la agricultura coincide con un promedio de permanencia en el mismo trabajo menor, lo cual refleja una mayor temporalidad. Es significativo que ambos sectores tengan las más altas tasa de paro, pero, a su vez, el promedio de permanencia en el paro sea también menor. Se trata de dos ejemplos en los que se produce una continua transición entre un contrato temporal y el paro, algo característico del mercado laboral español.
En el caso de los servicios, se incluye una amplia gama de ramas de actividad. Así, por ejemplo, se incluyen actividades como la hostelería, donde el paro es del 16%, superando al de la construcción y sólo inferior al que sufre el sector agrario, mientras que en las finanzas y en la educación el paro es de apenas el 3%. Estas dos actividades gozan prácticamente de pleno empleo y su tasa de paro podría considerarse como friccional -tiempo que se tarda en encontrar un trabajo acorde a sus cualificaciones y gustos-.
En los casos de las finanzas y la educación la tasa de paro se ha situado, con indepenendencia de la coyuntura económica, en el entorno del 5%, reduciéndose en las finanzas el número de parados a la mitad desde el inicio de la recuperación y sin aparente efecto, al menos por el momento, de los planes de reestructuración en la banca -mucho de ellos, aplicados a base de prejubilaciones-. En el caso de la educación, la tasa de paro repuntó más con la crisis y su descenso ha sido inferior -un 25%- al de la banca por el impacto del recorte de empleo público de 2012.
Por el contrario, la tasa de paro en la hostelería ha sido sensiblemente superior -recordemos que no incluye desempleados con más de un año en el paro-, llegando a superar el umbral del 20%.
Del anterior gráfico es también llamativo el incremento de la tasa de paro en la Administración Pública, especialmente si se analiza conjuntamente con el tiempo de permanencia en el empleo, que para los trabajadores con menos de seis años en su trabajo el periodo medio es de apenas 4 meses, el menor de las ramas de actividad.
Sin embargo, el porcentaje de empleados en la Administración Pública con seis años o más años en el puesto es del 68%, el mayor por actividad. Es decir, convive una elevada proporción de funcionarios con una larga carrera con otros eventuales con contratos de corta duración.
Si el desempleo en la Administración Pública muestra la peor cara, la industria manufacturera, en el que el impulso exportador en las industrias de la alimentación y del automóvil desempeñan un papel fundamental, ofrece la mejor noticia con un descenso de la tasa de paro a la mitad desde 2012.
En definitiva, encontrar empleo en el campo o como camarero o en un hotel es relativamente más complicado. En el otro extremo, encontrarlo en la educación y en las finanzas es más sencillo. En el caso de la Administración Pública, la tasa de paro, lejos de reducirse, crece pese a la reactivación económica, mientras que buscar empleo en las manufacturas es una tarea menos complicada tras el inicio de la recuperación.