La confluencia del buenismo de raíz socialista y el populismo de inspiración marxista ha derivado en una izquierda que, ante la opinión pública española, parecería ser poseedora de una presunta "superioridad moral". Frente a los oscuros intereses que se le imputan a quienes simpatizan con opciones de centro o de derechas, el progresismo se presenta como la única opción política verdaderamente legítima.
Sin embargo, ahora que el discurso de la izquierda gravita en torno a las ideas fuerza de Podemos y sus grupos afines, no está de más llamar la atención sobre las profundas contradicciones que encierran sus argumentos más recurrentes.
"Precariedad laboral": haz lo que digo…
Pensemos, por ejemplo, en las quejas habituales de la izquierda sobre la"precariedad de los trabajadores".El discurso políticamente correcto que quiere imponer la izquierda en este campo viene a decir que los empresarios españoles deben ser regulados hasta la extenuación porque sus verdaderas intenciones en materia laboral se acercan a la esclavitud. Los lamentos han alcanzado un punto tan histriónico que se habla incluso de "explotación" en la España de 2016.
Tiene gracia, sin embargo, que quienes suscriben estas afirmaciones arrastran un dudoso historial en lo tocante al trato que brindan a sus empleados. El caso más reciente es el de Pablo Echenique, acusado de pagar "en negro" a su asistente en los años 2012 y 2015. Otro caso anterior es el de Pablo Iglesias, que ha sido acusado de pagar en negro los sueldos de 25 euros por jornada que asignaba en su programa de televisión La Tuerka.
Otro autoproclamado defensor de los trabajadores que podría ser cuestionado a raíz de su historial profesional es Carlos Sánchez Mato, cuyo pasado como directivo de la empresa Herlobe fue desvelado por Percival Manglano, quien recordó que dicha firma "hizo un ERE que supuso el despido de mucha gente". Más flagrante aún es el caso del marido de Manuela Carmena, acusado de contratar como "falsos autónomos" a sus trabajadores. Y, por si no fuese suficiente, ahí están los "trabajos basura" que ofrece el Ayuntamiento de Madrid.
La falsa superioridad de sus "modelos"
Un segundo elemento habitual en el argumentario podemita tiene que ver con la supuesta superioridad de sus modelos económicos preferidos. En primera instancia, Pablo Iglesias y los suyos sacaban pecho a la hora de poner a Venezuela como ejemplo de progreso y desarrollo, si bien el desastre socioeconómico del país latinoamericano es ya tan evidente que los paladines de la nueva izquierda española han buscado nuevos "referentes".
A continuación llegó Grecia. En 2015, el nuevo gobierno de Syriza recibió el aplauso entusiasta de los podemitas hasta que el nefasto liderazgo de Alexis Tsipras y Yanis Varufakis condujo a la república helena a la quiebra, el corralito bancario y el tercer rescate de la troika. Desde entonces, las visitas a Atenas y el hermanamiento con Syriza parece haber quedado en un segundo plano…
Esta larga sucesión de fracasos y contradicciones no ha evitado que aparezcan nuevos "modelos" a los que apelar cada vez que sea necesario. Un ejemplo son los países nórdicos, un comodín que también acostumbra a usar la izquierda moderada cada vez que se cuestiona el declive de los modelos económicos basados en el intervencionismo. Sobre este punto, es cierto que Suecia, Dinamarca o Noruega fueron líderes mundiales a la hora de aplicar medidas socialistas… pero esos tiempos acabaron en la década de 1990 y, de hecho, estos tres países se sitúan hoy en los primeros puestos del Índice de Libertad Económica en el Mundo, tras décadas de reformas basadas en liberalizar la economía y huir del estatismo que proponen los podemitas.
Incluso cuando ponen ejemplos de "economía ecológica"nos encontramos con tremendas contradicciones. Por ejemplo, aunque Alberto Garzón se dice defensor del medio ambiente, no ha dudado en apoyar la decisión del gobierno ecuatoriano de perforar los puntos de mayor biodiversidad del Amazonas, culpando de este destrozo ecológico ¡al capitalismo!
La hipocresía ante el "fraude"
Tampoco faltan en los discursos de Podemos y sus acólitos las proclamas incendiarias sobre el "fraude". Sin embargo, esa línea crítica se esfuma cuando aparecen las acusaciones de "fraude" en torno a las"becas black". El primer escándalo de este tipo lo protagonizó Íñigo Errejón, acusado de cobrar de manera irregular 7.400 euros de la Universidad de Málaga. El segundo caso es más reciente y está relacionado con Irene Montero, que habría cobrado 3.400 euros de la Universidad Autónoma de Madrid mientras trabajaba para Podemos.
En el plano fiscal, otro dirigente de Podemos que también se ha visto involucrado en prácticas dudosas es Juan Carlos Monedero, que ha tenido problemas con Hacienda a raíz de un polémico contrato de asesoría al régimen venezolano valorado en más de 400.000 euros. Aquel escándalo vino de la mano de otro más cuando se reveló que el contrato de Monedero con la Complutense era incompatible con las maniobras del profesor, que ha terminado siendo sancionado con seis meses sin empleo y sueldo.
El doble discurso ante la riqueza
Otro pilar del argumentario podemita es el odio a los ricos, convertidos en el chivo expiatorio que explica la mayoría de problemas socioeconómicos de nuestro tiempo. Sin embargo, tal y como destapó Libre Mercado, el propio Pablo Iglesias ha entrado ya dentro del selecto club que agrupa al 1% de los trabajadores de mayores ingresos. De hecho, Iglesias fue tan agresivo en su planificación fiscal que logró disparar sus ingresos mientras reducía del 27% al 17% su tasa efectiva de impuestos…
Pero no son solo los ingresos de hoy: también ha generado cierta polémica el ancho patrimonio que han amasado otros dirigentes de Podemos. En las últimas semanas, la candidata de Podemos al gobierno del País Vasco, Pilar Zabala, ha sido criticada por mostrar en televisión su lujosa vivienda, valorada en más de un millón de euros. Con anterioridad, se criticó también el patrimonio de la familia de Carolina Bescansa, cuya dolce vita fue analizada con detalle por este diario.
¿"Democracia"? ¿Qué "democracia"?
Por último, no podemos olvidar las continuas referencias y apelaciones a la "democracia" y los"derechos humanos" que hacen Podemos y sus aliados. Llama la atención que estas palabras sean empleadas con tanta reiteración por parte de fuerzas políticas que defienden sistemáticamente a la dictadura cubana y a los regímenes bolivarianos. Sin duda, hablar de "democracia" y "derechos humanos" con semejantes alianzas se antoja disparatado.