En los próximos meses se podrá comprobar si se produce o no una mejora en las cuentas públicas, pero los datos disponibles hasta julio no son favorables. El saldo del Gobierno Central (Estado) es una buena referencia sobre la evolución futura del déficit. Así, incluso corrigiendo el impacto presupuestario que genera la liquidación del sistema de financiación autonómica, el agujero fiscal acumulado hasta julio aumenta con respecto al del año pasado, tal y como refleja el siguiente gráfico -empeora si la línea se sitúa por debajo de cero-.
De cara al final del año, existen factores que, probablemente, contribuyan a la reducción del déficit como, por ejemplo, la recuperación del pago fraccionado en el Impuesto de Sociedades o el adelanto al 20 de julio del cierre del Presupuesto de gastos de 2016, cuya aplicación podría tener un impacto relevante sobre el gasto discrecional. Casi un tercio del gasto público puede considerarse discrecional y, por tanto, objeto de ajuste a partir de agosto, entre los que destacan los consumos intermedios o la inversión.
A su vez, el gasto público puede dividirse entre aquél que impacta en el PIB y el que no lo hace. Dentro del primero, se puede diferenciar entre gasto e inversión pública, que también se contabiliza en el PIB como una de las dos partes de la inversión en construcción -la otra es la obra residencial-, mientras que el segundo se compone de transferencias como pensiones o prestaciones por desempleo que no generan renta.
Las medidas de ajuste tendrán un mayor efecto en las partidas de gasto que computan en el PIB. Aproximadamente, la mitad del gasto e inversión que computa en el PIB puede considerarse como potencialmente afectado por dicho ajuste. Entre las partidas de gasto que afectan al PIB, pero que no es discrecional, al menos en el año en curso, destacan los salarios públicos.
En definitiva, sin contar el saldo de la Administración Local, cuya publicación es posterior, tanto los datos consolidados hasta mayo como las cifras de ejecución del Gobierno Central y la Seguridad Social disponibles hasta julio muestran un sustancial deterioro de las cuentas públicas en la primera mitad del año, incompatible, una vez más, con el cumplimiento de los objetivos de déficit comprometidos con Bruselas (4,6% en 2016).
Por otro lado, las medidas de ajuste en el gasto que serán previsiblemente visibles desde el mes de agosto impactarán en la contención del gasto y, por lo tanto, en una mejor evolución del déficit, pero también en el crecimiento del PIB en el segundo semestre del año.