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Emmanuel Macron, el candidato 'liberal' de Francia que aspira alcanzar el Elíseo

Macron se postula a la Presidencia de Francia con su partido "En marcha" tras dimitir como ministro de Economía.

Macron se postula a la Presidencia de Francia con su partido "En marcha" tras dimitir como ministro de Economía.

En apenas dos años al frente del Ministerio de Economía, Emmanuel Macron se ha convertido en una referencia para el liberalismo francés -dentro del estatismo dominante que existe en el país vecino-, más querido por los empresarios que por los sindicatos, aunque al dejar el Gobierno parece aspirar más alto: el Palacio del Elíseo se antoja, tarde o temprano, como su objetivo.

A la salida del joven Macron (38 años) del Ejecutivo socialista solo faltaba ponerle fecha. La polémica ha dominado buena parte de su periplo en el ministerio, desde donde aireó de forma repetida sus divergencias con la línea gubernamental y no dudó en enfrentarse dialécticamente con el primer ministro, Manuel Valls, mientras su valedor, François Hollande, callaba.

Es probable que su primer empeño nada más dejar las filas del Gobierno sea trabajar por no ser percibido como el traidor Bruto que apuñala a un Hollande en horas muy bajas. Solo se podrá adivinar si finalmente concurre a las elecciones presidenciales de la próxima primavera a la luz de los movimientos del resto de candidatos de la izquierda, y sobre todo de su gran valedor, Hollande, que aún no ha anunciado si aspirará a la reelección, informa Efe.

Hasta entonces, el ambicioso Macron se entregará en cuerpo y alma al movimiento político que creó el pasado abril, "En marcha", en un aldabonazo que marcó su voluntad de cabalgar solo, al margen del Partido Socialista, al que dejó de estar afiliado en 2009. Más allá de su departamento desde que fuese designado como su titular en agosto de 2014, el rostro del joven político se ha convertido en uno de los más reconocibles de la escena pública francesa, donde genera reacciones encontradas.

Donde unos ven al niño mimado de los empresarios, empeñado en llevar a los socialistas por el camino del neoliberalismo, sus defensores perciben a un hombre sin prejuicios, con voluntad modernizadora y la osadía para enfrentarse a un país esclerotizado. Las óptimas relaciones de Macron con el mundo financiero son un hecho que su biografía no esconde. Hijo de dos médicos de Amiens (norte del país), Macron se formó en el gran vivero galo de cargos públicos, la ENA (Escuela Nacional de Administración), donde coincidió con una promoción que hoy ya copa importantes puestos en el Estado.

Tras completar sus estudios, comenzó a trabajar como inspector de finanzas, antes de desembarcar en la empresa privada de la mano de la banca de negocios Rothschild en 2008. Su pecado original, no haber sido nunca elegido para un cargo en unos comicios, le privó de convertirse en ministro del Presupuesto en el primer Gobierno Valls. Decepcionado, decidió regresar a Rothschild, del que llegó a ser socio, un perfil que le granjeó críticas de la parte del ala izquierdista del socialismo.

Y que también le hizo muy rico: su papel en la operación de compra por Nestlé de una filial de la farmacéutica Pfizer, valorada en 9.000 millones de euros, le convirtió en millonario. Macron compaginó su trabajo en la banca con la colaboración con el entonces candidato Hollande, quien le encargó las relaciones con los empresarios.

Una vez en el Elíseo, le designó consejero económico, un puesto al que muchos otorgan más poder que al ministro de Economía, adonde llegaría hace justo dos años para reemplazar a Arnaud Montebourg, representante del ala izquierda de los socialistas. En Bercy, sede del ministerio, dejará como mayor legado la ley que lleva su nombre, un texto que contiene una tímida liberalización y cuyas disposiciones principales estipulan la ampliación de 5 a 12 los domingos al año en que los comercios pueden abrir en las zonas turísticas y la desregulación de profesiones como la de notario.

Avezado músico (ganó premios como pianista en el conservatorio de Amiens) y lector de filosofía, su ubicuidad en los medios franceses se amplió al "papel couché" por el perfil de su esposa, Brigitte Trogneuxm, antigua profesora suya en el instituto y 24 años mayor que él. Macron siente que le ha llegado la hora de volar solo, sin perder nunca de vista el Elíseo, pero consciente de que el tiempo todavía juega a su favor.

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