Tras su toma del poder, el régimen nacional socialista de Adolf Hitler empezó a llevar a la economía alemana por un camino de creciente intervencionismo. Las tesis de ideológos como Werner Sombart o Hjalmar Schacht, que se convirtió en ministro de Economía en 1934, apuntaban hacia una economía cada vez más controlada.
El fuerte aumento del PIB, que se duplicó entre 1932 y 1937, y lacaída del paro, cuya incidencia cayó de 6 a 1 millón de trabajadores, parecían validar estas tesis. Sin embargo, como recuerda J.P. Floru en Heavens on Earth, ese 'boom' inicial no era sostenible. De hecho, la deuda aumentó hasta alcanzar los 38.000 millones de marcos y el mercado laboral empezó a enfriarse, motivando las leyes laborales de 1938 que prohibieron los despidos sin autorización de las autoridades. Un año después, en 1939, se aprobaron medidas de racionamiento y se reforzaron los controles de precios. A esto se sumaban años de subidas fiscales a las rentas medias y altas, así como distintas normas que aumentaron los impuestos cobrados a las empresas.
La derrota de Hitler dio paso a un nuevo escenario en el que Alemania estaba dividida en dos mitades. Al Oeste, las zonas administradas por las democracias aliadas de Occidente. Al Este, la nueva República Democrática Alemana, controlada por la Unión Soviética hasta la caída del Muro de Berlín, en 1989.
Ludwig Erhard, figura clave de la reconstrucción alemana
J.P. Floru destaca en su libro la importancia del político democristiano Ludwig Erhard, que ocupó el ministerio de Economía entre 1949 y 1963 para después servir como canciller federal entre 1963 y 1966. Erhard defendió, desde antes de su entrada en política, lo que él llamaba la "economía social de libre mercado". ¿Suponía la etiqueta social una moderación de los postulados liberales tradicionales? En absoluto. Según Erhard, "una economía es más social cuando es más libre".
Las principales ideas que quería incorporar Erhard al debate público pasaban por la reducción de la inflación, la libertad monetaria, la estabilidad fiscal y la apertura comercial. Sus referentes intelectuales eran filósofos y pensadores de la talla de Adam Smith, John Locke, Ludwig von Mises, Friedrich Hayek o Karl Popper. De hecho, en 1950, se sumó a la Mont Pelerin Society, un selecto club intelectual liberal fundado por Mises, Hayek, Popper y otros liberales de la talla de George Stigler o Milton Friedman.
Erhard no lo tenía fácil a la hora de defender sus ideas. Por ejemplo, el líder democristiano Konrad Adenauer firmó en 1947 un manifiesto que abogaba por nacionalizar industrias y establecer un marco económico marcadamente intervencionista. Sin embargo, el prestigio de Erhard fue suficiente para tumbar estas presiones, hasta el punto de que en 1948 fue nombrado Director de Asuntos Económicos con el consenso de los tres grandes partidos: democristianos, socioliberales y socialdemócratas.
Una de sus primeras decisiones fue abolir los controles de precios y el racionamiento de alimentos. Luego, cuando Erhard se convirtió en ministro, llegaron las medidas de privatización y liberalización encaminadas a reducir el conglomerado público empresarial y a relanzar el sector privado. A esto se sumaron rebajas fiscales para las empresas y los trabajadores.
El Plan Marshall, en perspectiva
En ocasiones, se desmerecen los logros de las reformas liberales de Ludwig Erhard apelando al Plan Marshall como el verdadero factor que lanzó la recuperación económica del país teutón. Sin embargo, los datos son claros. Según David R. Henderson, estas ayudas nunca llegaron a sumar 3.000 millones de dólares, por lo que su impacto total fue inferior al del PIB.
El PIB alemán fue recuperando poco a poco los niveles pre-crisis. En 1947 ascendía a 37.500 millones de marcos pero, en 1951, ya alcanzaba los 126.000 millones de dólares. Un despegue sin precedentes que terminó acercando al partido socialdemócrata hacia los postulados liberales de Erhard.