El intelectual sueco de origen kurdo Nima Sanandaji se ha convertido en una de las figuras más destacadas del movimiento liberal escandinavo. Libre Mercado ha hablado con él sobre el “modelo sueco” y los ingredientes de la prosperidad alcanzada en este pequeño país nórdico al que los políticos españoles aluden de manera recurrente.
-A menudo se habla del éxito del “modelo sueco” como argumento a favor de políticas socialdemócratas. Usted defiende que el éxito del “modelo sueco” se explica por algo muy distinto: las reformas liberales que ha desarrollado el país escandinavo a lo largo de los años.
En la segunda mitad del siglo XIX y la primera mitad del siglo XX, Suecia mantenía un modelo liberal, con un gobierno poco intervencionista y con un capital social muy rico, basado en normas sociales que promovían una cultura del trabajo y del esfuerzo. Y durante todo ese periodo, Suecia era el país que más crecía en todo el mundo desarrollado y, de hecho, superó crisis como la Gran Depresión con una notable capacidad de recuperación. La riqueza de nuestro país se debe a las políticas liberales que se han aplicado a lo largo de los años. Y las fases de mayor intervencionismo han sido las de nuestra decadencia, no las de nuestro progreso.
-Por tanto, Suecia se hizo rica antes de desarrollar el “Estado del Bienestar” al que se suele aludir cuando se habla del “modelo sueco”.
He ahí la gran ventaja con la que contaban los socialdemócratas. Recibieron un país muy próspero, muy dinámico, muy homogéneo… En la era liberal, la desigualdad salarial era muy reducida, la pobreza era muy baja, la esperanza de vida no paraba de reducirse, etcétera. Y entonces empezaron a cambiar las cosas, con resultados cada vez peores.
-¿Fueron moderadas o radicales las medidas que se fueron introduciendo bajo ese nuevo marco socialdemócrata?
En primera instancia reinó el pragmatismo, pero en la década de 1970 la cosa ya era muy distinta, se pretendía destrozar al sector privado, endosando impuestos efectivos de más del 100% a los empresarios… En dos décadas, la socialdemocracia había dejado a Suecia en una situación lamentable. Ya no se creaba empleo privado, ya no nacían nuevas empresas y, de hecho, el gobierno llegó a plantear la adopción de un sistema mediante el cual los empresarios se iban a ver obligados a transferir hasta el 70% de las acciones de sus empresas a sindicatos y fondos controlados por el Estado.
La Suecia de aquellos tiempos era tremendamente intervencionista. El Estado estaba metido en todo: controlaba los medios, el transporte, los supermercados, el desarrollo de viviendas, la educación, la sanidad… Su propaganda estaba en todas partes.
-¿Eso fue lo que generó la reacción?
En 1982 empezaron las protestas y el 4 de octubre de 1983 tuvo lugar una manifestación sin precedentes en Estocolmo. Aquello fue un antes y un después y desde entonces se han replegado muchos excesos intervencionistas. Esto ha vuelto a llevar a Suecia hacia un consenso político más pragmático, que se mueve entre liberalismo e intervencionismo pero siempre lejos del radicalismo que llegaron a defender los socialdemócratas.
-¿Qué reformas han marcado el giro liberal sueco?
-En la década de 1990, los gobiernos de centro-derecha que dirigía Carl Bildt lograron introducir rebajas fiscales, “bonos” para la gestión privada de servicios públicos… Cuatro partidos liberal-conservadores articularon estas medidas en el marco de una coalición electoral que fue bautizada como la Alianza por Suecia y que consiguió romper el monopolio político que había alcanzado la socialdemocracia.
-Más recientemente, el centro-derecha gobernó durante ocho años con Fredrik Reinfeldt al frente. ¿También hubo reformas liberales en este periodo más reciente?
En esta segunda etapa de gobierno se introdujeron rebajas generalizadas de ingresos, concentrados sobre todo en las rentas medias y bajas. También se aprobaron medidas de control y racionalización del “gasto social”, orientadas a reducir gasto y evitar fraude. Los socialdemócratas también han aceptado estos cambios y han sido más o menos pragmáticos… aunque en los últimos años sí que han vuelto a recuperar postulados más intervencionistas que resultan preocupantes.