Canadá es uno de los países más ricos del mundo. El desempleo ronda el 6,9% y el PIB per cápita ronda los 40.000 euros. A pesar de la crisis, el crecimiento se ha recuperado con una fortaleza notable, alcanzando una media del 2,5% para el último lustro.
Nada de esto parecía posible a comienzos de la década de 1990, cuando diarios como The Wall Street Journal editorializaban sobre la decadencia económica del país norteamericano. Sin embargo, en los últimos veinte años, Canadá se ha desarrollado con fuerza, al hilo de una agenda de reformas liberales que fue introducida por gobiernos de izquierdas y que luego fue continuada y profundizada por Ejecutivos de derechas.
El Índice de Libertad Económica en el Mundo, difundido en España por Civismo, pone de manifiesto el buen desempeño canadiense a la hora de desregular, flexibilizar y abrir su economía. De hecho, el país norteamericano, ha adelantado a sus vecinos estadounidenses y ya alcanza el sexto puesto del ranking.
Menos gasto…
En la década de 1980, el gobierno de Brian Mulroney aprobó algunas medidas de ajuste que lograron contener el gasto público y redujeron el peso del sector empresarial ligado al Estado. A esto se sumaron reformas liberales como la firma del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos o el cambio de política del Banco Central que logró reducir la inflación.
Sin embargo, el eje clave de las reformas llegó a partir de 1994, cuando el Ejecutivo de izquierdas de Jean Chrétien lanzó una batería de medidas de ajuste centradas en reducir el déficit que, por aquel entonces, superaba el 6,5% del PIB. El hombre fuerte de su gobierno era Paul Martin, un ministro de Finanzas que se caracterizó desde el primer momento por su fuerte compromiso con la estabilidad presupuestaria.
Desde el Ejecutivo federal, Martin ordenó a los ministerios un ajuste medio del 20% que podía aplicarse de dos formas: la primera opción pasaba por aplicar recortes automáticos que redujesen un 20% el gasto en todas las partidas presupuestarias; la segunda opción dejaba las manos libres a los ministros para hacer recortes mayores en unos ámbitos y menores en otros, pero siempre exigiendo que el saldo final arrojase una caída del gasto del 20%.
Su esfuerzo tuvo éxito. Los ministros del gobierno de Chrétien cumplieron con Martin y optaron por eliminar duplicidades, instaurar medidas de ahorro, reducir los niveles de gasto… hasta asegurar una caída del 20% en el gasto público del gobierno federal.
… y menos impuestos
De 2002 a 2012, Canadá apostó por recortar progresivamente su Impuesto de Sociedades, llevando el tipo general del entorno del 40% a tasas cercanas al 25%. Esta medida, impulsó la actividad empresarial hasta el punto de que la recaudación no solo no cayó sino que aumentó hasta alcanzar tasas superiores a las que se venían observando antes de las rebajas tributarias.
El Impuesto de Sociedades no ha sido el único tributo en el que se han adoptado rebajas. De hecho, a lo largo de los últimos años, el gobierno de Stephen Harper ha recortado un 12% la presión fiscal, aprobando rebajas en el IVA y el Impuesto sobre la Renta.
Las cifras del cambio
El Índice de Libertad Económica en el Mundo refleja la progresiva apertura de Canadá. En 1995, el país norteamericano recibía una puntuación de 74,1 sobre 100, pero en 2005 ya había subido hasta los 79 puntos y en 2015 alcanzaba los 81,4.
Por categorías, Canadá logra una estupenda calificación en “derechos de propiedad” (90), “ausencia de corrupción” (81), “facilidad para hacer negocios” (94,1), “flexibilidad laboral” (81,6), “estabilidad monetaria” (85,3), “apertura comercial” (86,4), “facilidad para invertir” (80) y “libertad financiera” (90). La nota para las categorías de “gasto público” (62) e “impuestos” (63,2) es más baja pero igualmente se coloca por encima de la mayoría de economías desarrolladas.
Todo esto ha mejorado notablemente la calidad de vida de los canadienses. Según el Fondo Monetario Internacional, el PIB per cápita era de 20.650 dólares en 1995 pero llegaba a 43.350 euros en 2015. La tasa de paro, que rondaba el 10% hace dos décadas, está hoy situada por debajo del 7%. El gasto público, que llegaba al 49% del PIB en 1995, había caído hasta el 40% del PIB en 2015. La deuda pública cayó del 100% al 65% del PIB entre 1995 y 2007, aunque el impacto de la crisis ha aumentado su peso hasta el 90% del PIB.