Año tras año, las cifras confirman que hay una parte de nuestra cesta de consumo que tiene mucho margen de mejora: la energía. Tampoco hay que ser catastrofista. La tendencia general es positiva. Pero sí hay que señalar una curiosa peculiaridad. A la hora de consumir energía, se nos olvidan muchas de las reglas que seguimos para otros productos.
Por ejemplo, según este artículo de The Wall Street Journal, apenas un 34% de estadounidenses ha realizado una auditoría energética en sus hogares, incluso aunque ese estudio les permitiría ahorrar un buen porcentaje de su factura. No sólo eso, incluso entre aquellos lo suficientemente concienciados para hacerlo, ¡apenas un 27-28% seguían luego las recomendaciones que les habían hecho! No tiene mucho sentido. Así, la mala noticia es que incluso con las herramientas en nuestra mano, nos cuesta cambiar nuestras costumbres. La parte buena es que la exigencia de fuentes de energía más eficientes, baratas y menos contaminantes está impulsando a las empresas productoras a facilitar la vida al consumidor.
Las claves para lograr los objetivos son varias, según apuntan los expertos:
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que el ahorro sea visible a corto plazo
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que no choque con el resto de actividades del consumidor ya sea a nivel particular o corporativo (vamos, que el nuevo y más eficiente aparato sea compatible con el resto de tus posesiones)
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que no implique novedades técnicas complicadas de aprender por el usuario medio
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que sea escalable (es decir, que no sea necesaria cambiar toda la instalación de una casa o una empresa para empezar a ahorrar electricidad con un nuevo aparato o fuente de energía)
Sostenibilidad ambiental… y financiera
Dicho esto, las cosas tampoco llegan solas. Y aquí volvemos al comienzo del artículo, a ese consumidor medio (que en el fondo somos todos) al que le vence la pereza o la desconfianza y que no aplica en su consumo energético las reglas que sigue para comprarse una camisa.
Quizás por eso en buena parte del mundo desarrollado son las empresas las que están liderando la carga en pos de un consumo de energía más sostenible, desde el punto de vista ambiental, pero también financiero. Puede que esas decisiones difíciles o ese cambio de hábito del que hablábamos antes sean más sencillas de tomar en una gran organización que en una casa. Aunque también es cierto que los primeros estudios ya apuntan a que muchas de esas buenas prácticas iniciadas a nivel corporativo luego se implantan con más facilidad por esos mismos empleados de vuelta al hogar.
En España, Banco Santander es una de las empresas que más está incidiendo en este aspecto. Para una compañía con más de 190.000 empleados en todo el mundo, usar bien la energía no es sólo una cuestión de Responsabilidad Social Corporativa (RSC) y clave en la estrategia de sostenibilidad del Grupo… que también, sino de sostenibilidad financiera.
Por ejemplo, en 2015, el consumo de electricidad fue de 1,2 miles de millones de kWh (un 16% menos que en 2014) y las emisiones de gases ascendieron a 422.849 toneladas de CO2 (lo que supone un 1,7% menos que en 2014). Son grandes cifras, de esas que son complicadas de imaginar qué significan. Pero la tendencia es descendente año a año y debería seguir siéndolo.
En esta línea, Santander tiene en marcha un plan 2016-2018 de reducción de la "huella ambiental", con unos objetivos muy ambiciosos. Son cifras que redundarán en este grupo, pero cuando una empresa de esta magnitud mejora su consumo de energía y cambia la forma en la que afronta esta cuestión, todos nos beneficiamos. No sólo sus empleados, también sus clientes, proveedores... Y es un ejemplo para todos los demás con los que se relaciona. De aquí a dos años, las cifras son muy relevantes, pero las ventajas no se quedarán aquí:
- 9% de reducción del consumo eléctrico
- 9% de reducción de emisiones de CO2 equivalente
- 4% de reducción en el consumo de papel
Banco Santander mantiene las certificaciones (LEED o ISO 14001) en sus principales centros de trabajo de España, Brasil, Chile, México y Reino Unido. Mientras que en otros países como Alemania y Estados Unidos está en proceso de implantación.
Por otra parte, en su compromiso con la lucha contra el cambio climático, del total de la energía consumida por el Santander en 2015, el 40% procedía de fuentes renovables. En ese mismo año la entidad bancaria participó en la financiación de un total de 7.362 MW en proyectos de energías renovables.
El hogar del futuro… ¿y el del presente?
El siguiente paso consiste en llevar todo esto a nuestra vida diaria. Algo que ya hemos visto que no es tan sencillo. Entre otras cosas, porque el ser humano es un animal de costumbres. No sólo eso. Siempre que se habla de eficiencia energética se piensa en el transporte. Y es cierto que es un sector clave. Pero aquí sí vemos cada día cambios que nos permiten ser optimistas. De hecho, los gurús del sector ya no discuten si cuándo los coches híbridos o totalmente eléctricos invadirán por completo nuestras carreteras, sino cuando lo harán. Pero como explica aquí The Economist, un coche se cambia de un día para otro y tiene una vital media inferior a una década de vida. O lo que es lo mismo: se podría cambiar todo el parque móvil de un país de aquí a 2030 sin demasiados problemas.
Mientras tanto, los edificios en los que vivimos fueron diseñados para durar varios siglos y si no estaban preparados desde el punto de vista del ahorro energético, no lo estarán en el año 2050 a no ser que hagamos algo al respecto. La buena noticia es que se puede hacer y no es caro. Lo primero que aconsejan los expertos es hacer consciente al consumidor de los precios. No hay nada que vaya a impulsar una caída de la demanda con más fuerza que la asunción por parte del que usa la energía del coste que ésta tiene. Pero además, hay que tener en cuenta que, como decíamos anteriormente, ésta no es una batalla que se vaya a librar en 24 horas.
Siguiendo a The Economist, es cierto que las ganancias que experimenta el hogar medio el primer año que comienza a tomar medidas de ahorro energético no van más allá del 2% de la factura. Pero no es menos cierto que los informes de mercado apuntan a que una vez que se toman las primeras decisiones, es muy fácil ir algo más allá. O lo que es lo mismo: para ser un hogar 100% eficiente, que no malgaste el 20% de la energía que usa (que es la media en EEUU) lo mejor es empezar cuanto antes, incluso aunque sea a través de un tema muy menor. Hay un famoso proverbio chino que dice que "el camino más largo comienza siempre con un pequeño paso". En lo que hace referencia a la eficiencia energética de nuestro hogar o empresa, parece claro que éste es un gran consejo.