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Grecia vs Irlanda: el fracaso del socialismo frente al triunfo del liberalismo

No todas las naciones del Viejo Continente han combatido la crisis con la misma efectividad.

No todas las naciones del Viejo Continente han combatido la crisis con la misma efectividad.
Jubilados griegos hacen cola para sacar parte de su pensión | EFE

La Gran Recesión ha obligado a las economías desarrolladas a aprobar medidas de urgencia orientadas a frenar la sangría y a relanzar el crecimiento. Sin embargo, no todas las naciones del Viejo Continente han combatido la crisis con la misma efectividad. Países como Irlanda han afrontado el reto con una apuesta franca por mantener un alto grado de libertad económica. Como esta apuesta contaba con un respaldo social amplio, el proceso reformista ha funcionado razonablemente bien.

En otros países de la periferia europea, como es el caso de Grecia, la adopción de medidas de calado ha sido tardía y, a menudo, contradictoria. En consecuencia, las reformas no se han terminado de implementar y la crisis se ha prolongado. Esto se ha traducido en un empobrecimiento social que también ha ido de la mano de un fuerte deterioro de la estabilidad política. Y, aunque los "rescates" aprobados desde Europa han supuesto un desembolso de 220.000 millones de euros, Atenas ha incumplido el 74% de los acuerdos firmados con la Troika.

La diferencia entre Irlanda y Grecia nos recuerda que sin buenas instituciones no hay paraíso. Desde la década de 1980, Irlanda ha limpiado sus administraciones de corrupción y ha adoptado reformas económicas basadas en ofrecer un marco de mayor libertad a trabajadores y empresas. Los cambios han contado con un amplio respaldo social, como refleja el mantenimiento de la agenda reformista a lo largo de los años y con gobiernos de distinto color político.

El Tigre Celta ha demostrado su capacidad para capear la Gran Recesión y recuperar la senda del crecimiento. En Grecia, sin embargo, la corrupción se ha enquistado y la economía no solo no ha ganado en libertad económica, sino que se ha convertido en una de las menos capitalistas del mundo, como acredita el Índice de Libertad Económica en el Mundo que elabora la Fundación Heritage y difunde Civismo en España.

De acuerdo con los datos del Banco Mundial, el PIB per cápita de Irlanda y Grecia era prácticamente idéntico en 1990: en ambos casos, rondaba los 12.000 euros. Sin embargo, veinticinco años después, el de Irlanda se había disparado por encima de los 42.000 euros, mientras que el de Grecia apenas superaba los 23.000 euros. Casi 20.000 euros de diferencia, a pesar de que los dos países partían del mismo nivel de riqueza.

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En cuanto al desempleo, la curva para 1992-2008 muestra su evolución decreciente en Irlanda y su estancamiento en Grecia. El estallido de la crisis generó un aumento del paro que Irlanda empezó a corregir en 2012, mientras en Grecia se ha seguido destruyendo empleo, hasta alcanzarse tasas de desocupación que rebasan el 25%.

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Ya hace décadas Irlanda entró con paso firme en un ciclo virtuoso de reformas que no ha abandonado y que, con el necesario respaldo social, ha arrojado como resultado un giro hacia instituciones inclusivas que aseguran una democracia más efectiva y un mayor grado de libertad económica. Todo lo contrario ha ocurrido en Grecia, que ha entrado en un círculo vicioso que, además de empobrecer a sus ciudadanos, se ha traducido también en un auge de los radicalismos políticos que nada va a contribuir a recuperar la senda de la prosperidad.

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