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Otro mito que cae: la tasa de pobreza en España se sitúa en la zona media-baja dentro de Europa

En nuestro país, los efectos de la crisis se han sentido con más fuerza que en la UE, especialmente entre los desempleados.

En nuestro país, los efectos de la crisis se han sentido con más fuerza que en la UE, especialmente entre los desempleados.
Porcentaje de población con carencia material severa. | Eurostat

La agencia estadística europea Eurostat recopila con carácter anual información sobre carencias materiales severas. Éste es, junto a la falta de ingresos suficientes, un elemento clave para medir las dificultades de los hogares para alcanzar un nivel de vida acorde con el estándar europeo.

En el caso de que una persona sufra al menos cuatro de las nueve privaciones materiales incluidas en la lista de Eurostat, se considera que está en situación de "carencia material severa". Estas nueve categorías son:

  1. no tener retrasos en el pago del alquiler, hipoteca, recibos relacionados con la vivienda o compras a plazos
  2. poder mantener la vivienda con una temperatura adecuada durante los meses fríos
  3. poder hacer frente a gastos imprevistos
  4. poder comprar una comida de carne, pollo o pescado cada dos días
  5. ir de vacaciones fuera de casa, al menos una semana al año
  6. no poder comprar un coche
  7. no poder comprar una lavadora
  8. no poder comprar una televisión a color
  9. no poder comprar un teléfono

Es evidente que estar en cuatro de estas nueve categorías es un grave problema para los afectados. Pero sin restar gravedad al drama particular de las familias que están en esta situación, hay que recordar que los niveles de pobreza en España (medidos por este parámetro) se sitúan por debajo de la media de la Unión Europea. Así, en comparación con otros países de nuestro entorno, estamos por ejemplo, por debajo de Italia o Portugal y ligeramente por encima de Francia, Reino Unido o Alemania. Estamos más lejos, eso sí, de los países nórdicos -como Suecia o Noruega- y de los del centro de Europa -como Suiza u Holanda- que tienen un nivel mínimo de población con carencias.

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Sin embargo, los efectos de la crisis han sido particularmente virulentos en la población española pues en los últimos diez años, y como se puede comprobar en el gráfico anterior, sufre uno de los mayores incrementos sólo por detrás de Grecia, Chipre Italia y Malta. Eso sí, también hay que destacar que esta tasa ha descendido en el último año cuando en el promedio de la Unión Europea –en adelante UE- se ha incrementado.

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Jubilados y parados

Analizando el detalle de la población, según se trate de ocupados o parados, se observa que los españoles que trabajan viven con un nivel de vida similar al de otros europeos con empleo. Por el contrario, los desempleados españoles están algo mejor mejor que la media europea para este grupo de población. De esta forma, un 4% de los trabajadores españoles sufre carencias severas en línea con el promedio de la UE del 5%, mientras que un 17% de lo desempleados se encuentran en dicha situación por debajo del promedio de la UE del 26%. De hecho, sobre un total de 34 países, los parados en España se sitúan en la posición 18ª en cuanto al porcentaje que está en situación de carencia material severa, mientras que los trabajadores están en el puesto 27º.

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De igual modo la proporción de población de mayor edad con carencias materiales es comparativamente baja. Así, mientras la proporción de la población empleada con carencias se sitúa en la zona media, el porcentaje de jubilados que entra en esta categoría es sólo del 2%, una cifra que es una tercera parte de la media de la UE.

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Como norma general en todos los países, el colectivo más expuesto a la pobreza es el desempleado. De hecho, existe una correlación entre la ratio de paro –medido no sobre la población activa sino sobre el total población- y la tasa de carencia material. En el caso español desde el inicio de la crisis en 2007 ambas variables suben hasta alcanzar un máximo en 2013 en la ratio de paro y en 2014 para la tasa de carencia material. A partir de esos años, comienzan a reducirse ambas cifras. En el caso español, y según este indicador, la recuperación tardó algo más en llegar a los hogares más pobres.

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Pensiones y prestaciones

Para cada segmento de población, el nivel relativo de cada fuente de ingresos es un factor determinante para establecer qué porcentaje de población cae o no en el umbral de la pobreza.

Los ingresos –principalmente salarios- de un hogar (netos de impuestos y contribuciones) determinan por ejemplo la proporción de población que, pese a trabajar, se encuentra en una situación de privación severa. En un hogar tipo, con dos adultos y dos hijos, y en el que las rentas del trabajo en España se sitúan en la zona media, la tasa de pobreza también está en la media.

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El mismo caso aplica para un hogar con un solo miembro y sin hijos. Por lo general a mayor ganancia neta de impuestos, y ajustada a la paridad de compra, menor tasa de carencias en cada país. Existen casos particulares como los de Italia –con unas ganancias medias relativamente altas para su elevada tasa de pobreza- o de Suecia –justo al revés que Italia- en los que es probable que juegue también la distribución de la renta, aparte del hecho de que se analizan valores medios, no los extremos.

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En el caso de las pensiones, éstas se sitúan en la parte media para los de jubilación mientras la proporción de la población pobre es relativamente baja en España.

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En este caso, hay que considerar que existen otras prestaciones como son las de viudedad, que sí se sitúan para España en la parte alta, siempre ajustando por el poder de compra de cada país.

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Por último y en el caso de la población desempleada, el nivel de pobreza en España es igualmente reducido en comparación con otros países, pero la prestación media por desempleo es incluso superior -únicamente en Bélgica, Irlanda, y Luxemburgo la prestación media es superior- de lo que correspondería según la situación por nivel de carencia.

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Sin embargo, la renta mínima de inserción, que es la que puede aplicar una vez agotada la prestación por desempleo, se sitúa en España en la parte baja, más cerca de países como Bulgaria o Rumania que de Holanda o Dinamarca.

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En resumen, los niveles de pobreza en España, si se miden por la carencia material de los hogares, no son elevados en un contexto europeo. El detalle por tipo de ingresos sí muestra que los trabajadores viven relativamente peor que el empleado medio europeo; por el contrario, una proporción relativamente más reducida de parados y pensionistas vive con limitaciones materiales si se compara su situación con la de los parados y pensionistas europeos.

Entre los primeros sólo en los países nórdicos, Francia, Luxemburgo y Suiza una menor proporción de los pensionistas se encuentra en situación de pobreza. Mientras tanto, entre los desempleados, únicamente en los países nórdicos, Luxemburgo, Suiza, Holanda, Reino Unido y Dinamarca la proporción de la población que se sitúa con graves privaciones es inferior a la de España.

Un factor determinante que se extrae de las estadísticas de Eurostat es que el nivel de salarios y rentas de los autónomos en España se sitúan en la media europea. Por otra parte, un estado del bienestar relativamente eficaz permite, al menos hasta el momento, un gasto por prestaciones tanto para jubilados como para desempleados lo suficientemente elevado para que el porcentaje de población con carencias severas sea relativamente bajo en comparación con otros países de nuestro entorno.

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