Desde hace unos años, entre diciembre y febrero, los españoles reciben dos noticias preocupantes. Primero se les comunica que la Seguridad Social volverá a cerrar el ejercicio con déficit. Es decir, que las cotizaciones no son suficientes para pagar las pensiones. Luego, unos días después, se hace público el saldo del Fondo de Reserva y entonces nos enteramos de que la famosa hucha de las pensiones apenas tiene para pagar 3-4 meses de prestaciones. Y eso sin contar con que está invertida prácticamente en su totalidad en deuda pública española: es decir, que si el Gobierno español pasa por dificultades financieras graves o tiene complicado el acceso a los mercados (como ha ocurrido varias veces en la última década) la hucha servirá para más bien poco.
Este panorama no es precisamente muy tranquilizador. Los pensionistas actuales pueden intuir que, de una forma u otra, ellos recibirán su paga cada mes. Pero los trabajadores del presente y jubilados del futuro tienen la mosca detrás de la oreja: ¿de verdad es ese sistema tan sostenible como le venden? Entonces ¿por qué tiene déficits continuos? Y la hucha: ¿de verdad es un fondo de ahorro o es postureo financiero?
Lo lógico sería que los políticos españoles afrontaran esta realidad, que los responsables de economía de los grandes partidos conocen. Guindos, Garicano, Sevilla… son muy buenos economistas y saben perfectamente que la Seguridad Social, en su actual formato, no se sostiene. En una democracia normal, los partidos le contarían la verdad a sus electores, les harían ver que las cifras son las que son y que la situación, sin ser dramática a corto plazo (en estos momentos España puede pagar sus pensiones), sí es preocupante a 10-20 años vista y necesita de cambios estructurales. Los suecos lo hicieron a comienzos de los noventa y ahora tienen uno de los sistemas más sólidos de Europa.
En España, los grandes partidos, de PP a PSOE pasando por Ciudadanos, están decididos a ocultar la realidad a los contribuyentes. Y lo hacen utilizando trucos contables más propios del trilerismo populista.
El primero de estos trucos consiste en sacar de la Seguridad Social todas las partidas posibles. Hace ya años que la Sanidad no se financia vía prestaciones. Y casi en cada ejercicio los políticos sacan nuevos capítulos de gasto y se lo endosan a los Presupuestos Generales del Estado. Es una huida hacia adelante más bien absurda, casi como hacerse trampas al solitario, pero les sirve para que los números rojos del organismo sean más llevaderos: en vez de anunciar un déficit de 20.000 millones, quitas unas cuantas partidas y dices que es de 10.000. La realidad no cambia (todo lo estás pagando vía impuestos en un caso o en otro) pero el mensaje sí. Por eso, el objetivo de todos los partidos es que todas las partidas no contributivas (viudedad, orfandad, gastos generales del sistema…) acaben siendo pagadas vías impuestos de forma directa.
¿El modelo danés?
Pagar la seguridad social vía impuestos es una opción. Por ejemplo, en Dinamarca (el modelo que se utiliza en España para casi todo) las cotizaciones sociales son muy bajas, inferiores al 2% del salario, y las pensiones se pagan con cargo al presupuesto general. Si éste es el camino que quieren tomar, que lo expliquen, pero con honradez y teniendo en cuenta tres cuestiones fundamentales:
- En primer lugar, por muchas partidas que saquemos, hay que tener en cuenta que en España las cotizaciones sociales ya no son suficientes para pagar las pensiones contributivas.
- Si vamos a complementar las cuentas de la Seguridad Social con el dinero de los impuestos hay que explicarle al ciudadano corriente que eso no hace más sostenible el sistema, sino más insostenible el resto de nuestro modelo fiscal.
- Y es cierto que hay otros países en los que el peso de los impuestos cada vez es mayor. Pero también es cierto que la tendencia en estos casos es hacia un modelo mixto, con una parte asistencial (que cubre el Estado e iguala bastante las pensiones mínimas y máximas) y que la contributividad se consigue a través de una parte más ligada al ahorro individual. De nuevo, el caso danés es el mejor ejemplo, pero tampoco en esto les sirve a nuestros políticos ese paraíso que tanto parece que les gusta.
La clave es que este proceso sea transparente, para que todo el mundo sepa a qué atenerse. La idea sería fomentar ese ahorro individual del que hablamos para que los pensionistas no se lleven el susto en el momento de la jubilación. Justo lo contrario de lo que ocurre en España. Desde hace décadas, gobiernos de uno y otro signo han puesto en marcha una reforma "silenciosa" del sistema de pensiones. Consiste en erosionar su carácter contributivo, subiendo las mínimas y las no contributivas, limitando las máximas y elevando cada vez más las bases máximas de cotización. El resultado es que se igualan las prestaciones de los que han cotizado mucho y los que lo han hecho muy poco. Es la puerta de atrás (escondida y nunca declarada) por la que el sistema se va haciendo cada vez más asistencial. También es una tendencia peligrosísima: aunque los políticos a veces parecen darlo por hecho, los ciudadanos no son idiotas y ven que cotizar cada vez tiene menos sentido de cara a la jubilación. El crecimiento en el número de autónomos en los últimos años no es ajeno a esta cuestión (y cuidado con las consecuencias en la economía sumergida).
En este sentido, la propuesta de Podemos simplemente es un paso más (bueno, varios pasos más) en esa dirección. Sí, se carga el modelo contributivo, pero sólo un poco más de lo que ya hacen otros partidos. Es cierto que lo hace al mismo tiempo que promete elevar de forma radical los beneficios de los jubilados futuros: desde la edad de jubilación a las normas de acceso al sistema. Es decir, el programa de Iglesias y Garzón necesitaría de una factura vía impuestos mucho más elevada que la que plantean PP-PSOE-C's. Pero es una cuestión más de grado que de fondo. En este sentido, la gran diferencia de lo propuesto por Unidos Podemos está en el castigo al ahorro de los contribuyentes. Y eso sí es más peligroso: porque el modelo asistencial que dibuja su programa no podrá ser completado por la parte del ahorro privado, que sufrirá un ataque fiscal sin precedentes (y no sólo por los cambios en lo que hace referencia a los planes de pensiones).
La última propuesta
Los demás partidos, los "responsables", han decidido mantener su huida hacia adelante. El País titulaba este jueves: "El PSOE creará una tasa específica para sufragar las pensiones". En realidad, no es ninguna novedad; los socialistas ya lo llevaban en su programa para el 20-D. Pero ha reabierto el debate.
El PP asegura que no es necesario y que basta con crear empleo. Por ejemplo, Soraya Sáenz de Santamaría rechazó este viernes la propuesta socialista y aseguró que creando empleo no sería necesario recurrir a una medida de esta naturaleza. Pero fueron los populares los que pusieron el tema sobre la mesa el pasado verano con la excusa de las pensiones de viudedad y orfandad. Por eso, más allá de la retórica de uno y otro partido de cara a las elecciones, parece evidente que éste será un tema en el que no será tan complicado poner de acuerdo a los grandes partidos.
En realidad, podríamos preguntarnos qué tiene esto de novedoso. Al fin y al cabo ya se pagan impuestos para equilibrar las cuentas de las pensiones. Eso es lo que hace cada año el Estado con las transferencias que hace a la Seguridad Social.
La novedad está en la forma y el mensaje. Así, crear un impuesto específico (o tramos en los impuestos ya existentes, que es lo que parece que se intuye detrás de la propuesta del PSOE que recogía El País) es un mecanismo que parece ir dirigido a que la Seguridad Social reciba esos fondos de forma directa. Es decir, ya no habría que hacer una transferencia entre los Presupuestos Generales del Estado y el organismo, sino que este recogerá lo recaudado sin que pase por la caja común.
¿Y esto es tan grave? Pues sí lo es si se mezcla con el otro componente, el del mensaje. Aquí volvemos al inicio de nuestro artículo, a las noticias que cada año recibimos sobre las cuentas de la Seguridad Social y lo muy sostenible que los políticos nos venden que es el sistema. Es muy complicado que alguien se crea que es "sostenible" un organismo que cada ejercicio tiene un déficit de varios miles de millones de euros y con gastos crecientes cada año (y sin posibilidad real de revertir esta tendencia más allá de limitar el ritmo de crecimiento levemente).
Por eso parece que lo que a los partidos les preocupa es sólo eso, el mensaje. ¿Cómo hacemos para cambiar la noticia? ¿Qué nos inventamos para que el titular no sea "el déficit de la Seguridad Social", sino su superávit? ¿Cómo podemos cambiar el vaciamiento constante de la hucha de las pensiones? Pues nos sacamos de la manga una nueva tasa o impuesto (o un tramo nuevo en los existentes) y hacemos que el dinero vaya directamente a sus cuentas. Fíjense cómo cambia la película:
- Imaginen que la Seguridad Social tiene un descuadre de 15.000 millones (tampoco hay que imaginar mucho, vayan a la Ejecución Presupuestaria de 2015 y verán cómo es un supuesto bastante realista). En la actual situación, eso implicaría, por ejemplo, sacar 7.500 millones del Fondo de Reserva y otros 7.500 millones de una transferencia presupuestaria extraordinaria del Estado. Ya tienen tres titulares peligrosos para esa opinión pública empeñada en vivir en Matrix: "La Seguridad Social tiene un déficit del 1,5% del PIB", "El Estado transfiere 7.500 millones a la Seguridad Social para cubrir sus números rojos" y "La hucha de las pensiones pierde otros 7.500 millones este año".
- Ahora, imaginen la misma situación real (unas cotizaciones que son 15.000 millones inferiores a las prestaciones) pero con un impuesto "finalista" que recauda 25.000 millones. Los titulares serían: "La Seguridad Social finaliza el ejercicio con un superávit de 10.000 millones" o "La hucha de las pensiones gana 10.000 millones".
La realidad es exactamente la misma. Pero la percepción cambia, ¿verdad? Pues esperen unos meses y ya verán cómo les ponen delante de la nariz la pastillita roja, para que no piensen demasiado en lo que de verdad está pasando.
Eso sí, al revés de lo que pasa en la película de los hermanos Wachowski, aquí existe un límite muy claro y es la capacidad del trabajador español de soportar la carga impositiva creciente que sus políticos han decidido endosarle. Aunque nos lo venderán como un proceso limpio, que servirá para ayudar a la Seguridad Social sin que haya perdedores, lo cierto es que esto no es más que un nuevo parche que sirve para cubrir un agujero creciente con un objetivo doble: no aplicar recortes de gasto en otras áreas y no hacer la reforma que necesita el sistema.
Un político responsable (perdón por el oxímoron) haría dos cosas:
- Contar a sus ciudadanos que si quieren pensiones más altas para todos en las próximas décadas eso implicará recortes en otras partidas o una presión fiscal 8-10-12 puntos más elevada que en la actualidad.
- Explicar claramente que la demografía es la que es y los fundamentos del sistema son los que son. No vamos a entrar aquí en la discusión de si es un esquema piramidal o si sus impulsores sabían cuando lo establecieron los peligros que tenía. Quizás sea una discusión algo estéril en este punto. Pero lo que no es estéril es conocer la realidad y afrontar que o se hace una reforma en profundidad o esto es insostenible.
Y el primer paso de esa reforma es la información. En realidad, los cambios aprobados en 2013, con la introducción del Factor de Sostenibilidad que entrará en vigor en 2019, ya empujan en esa dirección. Si los gobiernos del futuro cumplen con la fórmula que los expertos plantearon, el sistema será sostenible en la medida en que no podrá tener más gastos que ingresos y se ajustará a la esperanza de vida. En realidad, el modelo no es tan diferente de las cuentas nocionales que Suecia implantó en los 90.
Pero hay dos matices fundamentales: 1. Nadie le está explicando a los ciudadanos que ese Factor de Sostenibilidad implicará una fuerte reducción de la pensión respecto al salario medio. Las expectativas de los pensionistas españoles del futuro están enormemente infladas. 2. Nadie ha puesto sobre la mesa un verdadero modelo mixto que complemente esas pensiones decrecientes con una pata de ahorro privado de capitalización.
¿El resultado? Pues tardaremos unos años en verlo. Pero ya les anticipo que será una pensión mucho más baja de lo esperado. Quizás, con mucha suerte y enormes ganancias de productividad en el conjunto de la economía española, se pueda mantener el poder adquisitivo. Pero desde luego, las prestaciones estarán muy lejos de las actuales si lo que tenemos en cuenta es la relación pensión/salario medio. Es decir, los pensionistas del futuro serán (mucho) más pobres que los actuales en términos relativos, si se comparan con el trabajador medio. Ya se pueden sacar nuestros políticos impuestos "específicos", "tramos fiscales sociales" o "tasas de sostenibilidad"… El futuro es lo que tiene, que en algún momento es presente.