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El Club de los Viernes

¿Miedo a Podemos o al Estado?

El miedo a Podemos es una variante del verdadero miedo. El miedo al poder que el Estado puede llegar a ejercer sobre todos y cada uno de nosotros.

El miedo a Podemos es una variante del verdadero miedo. El miedo al poder que el Estado puede llegar a ejercer sobre todos y cada uno de nosotros.
El diputado del partido Podemos Alberto Rodríguez. | EFE

A la espera de la formación de un nuevo gobierno de coalición Podemos-PSOE, o de la repetición de elecciones, se respira en nuestra sociedad un miedo contenido. Miedo a que un grupo de incompetentes demagogos se hagan con el poder en España y apliquen en nuestro país políticas populistas, de cuño neocomunista, que nos lleven a ver seriamente amenazadas nuestras libertades, nuestras propiedades y nuestro bienestar. Miedo a que en España se apliquen recetas económicas y de ingeniería social que lleven al país a una situación de inseguridad, pobreza y falta de libertad nunca vistas hasta la fecha. Y es evidente, a la luz de los últimos resultados electorales, que los españoles tienen buenas razones para estar asustados.

Nunca hasta ahora se había contemplado en España la posibilidad real de que unos liberticidas vocacionales llegasen al poder. Y nunca, ante la gravedad de la amenaza que hoy planea sobre nuestras libertades, fue más urgente preguntarse: ¿cómo es posible que nos hayamos dejado arrastrar a una situación en la cual nuestro futuro, nuestras libertades, nuestras propiedades, en definitiva nuestra vida, puedan llegar a depender en tan gran medida de un resultado electoral? ¿Cómo es posible que la formación de un gobierno pueda marcar el inicio, para cada uno de nosotros, de un largo camino hacia la pobreza y la opresión? Y la respuesta, la verdadera respuesta, no puede ser otra más que: todo esto parte de haber permitido que el Estado acumule un exceso de capacidad de intervención en todos los aspectos de nuestra vida. Y es que, si permitimos que el gobierno disponga de gran influencia en nuestras vidas, nuestras vidas dependerán en gran medida del gobierno.

Bajo la supuesta defensa de un "Estado del Bienestar" hemos creado un monstruo intervencionista al que le hemos concedido, por acción u omisión, un desmesurado poder sobre todas las facetas de nuestra vida. Y un día, hoy, nos levantamos aterrados al vislumbrar la posibilidad de que dicho poder, dicho monstruo, sea capitaneado por gentes que pretenden destruir y socavar la sociedad tal y como nosotros la entendemos. Y entonces nos entra el miedo. Pero el problema lleva años con nosotros. El problema no es sólo la posibilidad de un mal gobierno, el problema es sobre todo la existencia del gran gobierno. Es de ilusos pretender que un Estado hipertrofiado e intervencionista no caerá nunca en manos de unos demagogos con hambre de poder. Pues bien, parece ser que, tras décadas de socialdemocracia, está llegando la hora. Y la solución no será la aprobación de reformas de carácter electoral que eviten que opciones políticas populistas lleguen al poder, porque algún día esas opciones podrán resultar mayoritarias, y entonces no habrá ley que pueda impedir su acceso al gobierno. La solución pasa por reducir el tamaño del Estado, reducir su capacidad de intervención en nuestras vidas, reducir su capacidad para dirigir nuestros destinos. Y, una vez lograda esa solución, ¿tendremos miedo a las decisiones y acciones de un gobierno con una limitadísima capacidad de interferencia en nuestras vidas? Una sociedad no debe temer a sus políticos, por ineptos que estos sean, mientras no les conceda instrumentos de intervención y coacción.

En realidad, el miedo a Podemos no es más que una variante del verdadero miedo. El miedo al poder que el Estado puede llegar a ejercer sobre todos y cada uno de nosotros. El miedo que sentimos ante la constatación de que el Estado puede prohibirnos, expropiarnos, robarnos, estafarnos e incluso encarcelarnos.

Así que, si finalmente Podemos accede al gobierno y se cumplen los peores augurios, recuerden que en realidad no serán ellos los que nos estarán robando nuestro futuro y nuestro bienestar. Nuestro futuro y nuestro bienestar, al dar a los políticos las riendas de un gran Estado intervencionista, hace mucho tiempo que nos los hemos estado jugando a la ruleta. Y algún día tocaba perder.

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