"Vulnerable". Si hubiera que destacar una sola palabra del informe de la Comisión Europea sobre España publicado este viernes, ésta sería la escogida. Y no sólo porque los autores del documento la utilicen decenas de veces y en diferentes contextos, sino porque resume el espíritu del texto. España ha mejorado, pero sigue estando en situación de riesgo. Como un enfermo que se recupera, debemos alegrarnos de la mejoría, pero ni mucho menos lanzar las campanas al vuelo, porque la recaída podría ser peor.
Bruselas destaca cuatro aspectos en los que España tiene mucho camino por recorrer: deuda (pública y privada), paro (todavía por encima del 20%) y productividad (que sigue sin despegar). Cada uno tiene su matiz, pero en conjunto forman un cuadro preocupante. Sí, la Comisión reconoce que en 2015 España creció al 3,2% y lo celebra, aunque en el conjunto del análisis esto es casi una anécdota.
Es cierto que en parte es su trabajo: ser una especie de profesor exigente, que aprieta a su alumno para que éste no se relaje. Pero también lo es que las asignaturas que todavía no están aprobadas llevan muchos años pendientes.
Cuentas públicas
El diagnóstico general podría resumirse en la siguiente frase:
El número de desequilibrios sigue siendo elevado y su naturaleza, magnitud e interrelaciones aún hacen que España sea vulnerable a las perturbaciones. En particular, la elevada deuda pública y privada expone al país a riesgos derivados de fluctuaciones de la confianza en el mercado y es una rémora para la economía.
Para el Gobierno, lo más preocupante es la parte dedicada a las cuentas públicas. Desde que llegó, la obsesión de Mariano Rajoy ha sido contraponer su seriedad con la supuesta falta de compromiso de José Luis Rodríguez Zapatero con la estabilidad presupuestaria. Pues bien, en este último documento que la Comisión emite sobre su primera legislatura (ya se verá lo que pueda pasar en el Congreso en las próximas semanas), el gallego se lleva un buen palo en este aspecto.
En Bruselas, cuando se hace recuento de lo que ha pasado con el Presupuesto en 2015, no parecen estar muy contentos: "Los avances en el ámbito de las finanzas públicas han sido escasos, aunque se han adoptado algunas medidas para aumentar la transparencia en las finanzas de las Comunidades Autónomas".
No sólo eso. En relación al déficit, los autores del documento destacan que "el déficit de las Administraciones Públicas disminuye esencialmente en un contexto de crecimiento dinámico, pues no se han utilizado los beneficios imprevistos para acelerar su reducción. Habiéndose previsto una cifra del 4,8 % del PIB en 2015, sigue siendo uno de los más elevados de la zona del euro". Hay que recordar que el objetivo era del 4,2%, que el Gobierno ha asegurado casi hasta final de año que se cumpliría y que el propio Mariano Rajoy sólo reconocía un 4,5% hace unos pocos días. Pues bien, al final estaremos más cerca del 5%.
Los autores insinúan claramente que el Gobierno se ha dejado ir y que ha aprovechado el crecimiento económico para reducir apenas unas décimas los números rojos, pero sin ningún esfuerzo extra. ¿Quizás algo que ver con el año electoral? Y todo esto, con "una deuda pública que superará el 100% del PIB en 2015", no puede ser una buena noticia.
Los demás suspensos
El problema se agrava si se amplía el encuadre y se ve la situación de las finanzas públicas en relación con los demás desequilibrios de la economía española.
El primero es el de la deuda privada que, aunque se ha reducido en los últimos ejercicios, "aún es elevada, haciendo que el país sea vulnerable a las perturbaciones". El crecimiento ayudará en este aspecto, destaca la Comisión, pero eso no evita que "las necesidades de desapalancamiento siguen siendo elevadas tanto para los hogares como para las empresas no financieras".
También preocupa el mercado laboral. Aunque es cierto que nuestro país está creando más de medio millón de puestos de trabajo al año, el desempleo "sigue estando entre los más elevados de la UE, por encima del 20% de la mano de obra". Mantener unas cuentas públicas equilibradas es mucho más complicado con estas cifras, porque tienes menos contribuyentes y más receptores de ayudas.
En este sentido, la Comisión alaba las reformas del mercado laboral que "han aumentado la capacidad de reacción del empleo al crecimiento. En comparación con lo sucedido en repuntes anteriores, la creación de empleo se ha reanudado en una fase más temprana de la recuperación, cuando el crecimiento del PIB aún era modesto". Una mejoría a la que no han sido ajenas "la moderación salarial y al aumento de la flexibilidad introducida por las reformas de años anteriores".
En este panorama, los autores piden prestar especial atención al desempleo de larga duración (que "puede terminar siendo crónico") y a la "dualidad" del mercado laboral, que "sigue siendo elevada y repercute negativamente en las condiciones" de los trabajadores. En este documento no hay recomendaciones específicas (eso llegará en abril) pero el lenguaje apunta a que desde Bruselas no verían precisamente con buenos ojos que se deshicieran algunos de los cambios que trajo la reforma laboral de 2012. Si acaso, lo que se está pidiendo es que España profundice en esa dirección (por cierto, justo lo contrario de lo que propone el pacto que esta semana han firmado Ciudadanos y PSOE).
Por último, la Comisión pone su atención en un problema que ocupa menos titulares pero es fundamental, la baja productividad de la fuerza laboral y las empresas españolas, que redunda en peores condiciones laborales (en toda Europa, los salarios están correlacionados con la productividad) y "amplifica los riesgos derivados de los desequilibrios macroeconómicos".
Aquí, el diagnóstico es similar al de anteriores exámenes, aunque la persistencia de los mismos resultados debería llevarnos a reflexionar sobre la falta de medidas para solucionar la situación: "Aumentar el crecimiento potencial del país requiere la reducción de la tasa de desempleo estructural, pero el principal factor que limita el potencial de crecimiento sigue siendo la productividad, lo que en última instancia depende de la capacidad de la economía para potenciar la innovación y reasignación eficiente de los recursos entre sectores y empresas". Es decir, que España es una economía muy rígida, en la que nos sigue costando mucho "reasignar" los recursos para que vayan allí donde mejor uso tienen.